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Capítulos 3, 4 y 5

Libro que estamos comentando: 
Los diarios del opio

Queridas viajeras, queridos viajeros:

Continuamos viaje. Esta semana tras los pasos de Rudyard Kipling, George Orwell y Alexandra David-Neél. Recorremos la India, sobre todo Pakistán (Lahore), Birmania y el Tíbet. Y, como esta obra mezcla reporterismo con literatura de viajes, también nos introduce en la historia (desde la más reciente a la más remota) de cada país.

Rudyard Kipling, rodeado de todo tipo de privilegios y lujos, disfrutando de ambos mundos (el colonial y el nativo), “Experimenta para escribir. Escribe para experimentar”. David Jiménez reflexiona sobre la necesidad de no perder de vista la época en la que le tocó vivir, esto es, el debate de: ¿se puede / es conveniente separar la obra de la persona? Este autor que fue “racista, colonialista, misógino, ultraderechista, antisemita…”

“No es que Kipling fuera racista o misógino, que lo era, sino que ese fue el mundo donde le tocó vivir. En sus textos queda reflejado su amor por India y sus gentes, aunque estuviera convencido de que su destino fuera ser dominadas por una estirpe superior”.

Kipling, que pese a la vida de esplendor inimaginable de la que disfrutó, tuvo una infancia difícil (que Jiménez vincula, de alguna manera con el niño abandonado en la jungla, Mowgli):

“ A los seis años, cuando es enviado a formarse a Inglaterra, ese mundo de confort fue sustituido por el terror de la señora Holloway, una cristiana fundamentalista que lo maltrató en un ambiente de crueldad y abandono que describiría en sus memorias como una tortura calculada” .

En fin, la psique humana…

David Jiménez,  sigue los pasos de Kipling en Lahore, y visita el Distrito Rojo, bebe alcohol, contempla a una muchacha danzar (terrible la naturalidad con la que la madre cuenta cómo la vendió tras el primer baile y la aceptación de la chica. Naturalmente, la supervivencia desgasta las esquinas de la moral, de la honradez). La ciudad es “Un desliz en la Tierra de los Puros”. Una vez más, lo prohibido es lo que se persigue: el alcohol, el sexo, el opio, lo que es reprobable en Occidente. Las novelas de Kipling elegidas por David Jiménez son El libro de la Selva y, sobre todo, Kim. Cuenta Jiménez que aún podemos imaginarnos a Kim en los mercados de Lahore, pululando de acá para allá…

Algunos enlaces:

George Orwell llegó a Birmania como agente de la Policía Imperial, a finales de los años veinte.

“En Birmania viviría las experiencias, encontraría los personajes y adquiriría la inspiración que lanzarían su carrera como escritor con la novela Los días de Birmania. Rebelión en la Granja y 1984, sus libros inmortales sobre el totalitarismo, la degeneración del poder y la moldeable mente humana, se leen hoy como relatos premonitorios del lugar más absurdamente tiránico del mundo, después de Corea del Norte”.

Me llama la atención cómo su papel como agente represor (representando el colonialismo) cambió a Orwell. Podría haberlo endurecido. Pero fue todo lo contrario. 

“Orwell desnudó en su relato las miserias del imperio, su racismo esnob, la explotación disfrazada de misión civilizadora y la decadente hipocresía de los pukka sahibs, los caballeros ingleses que mezclaban formas educadas y comportamientos deferencialmente primitivos”.

Con Orwell no hay matices: detesta la naturaleza opresora y su trabajo en la policía le marcará para siempre. 

En este capítulo y, repasando la primera novela de Orwell Los días de Birmania, entramos en los clubes británicos

“donde los clientes podían fingir, aunque fuera por unas horas, que no habían dejado la madre patria. Los clubes no solo eran divertimento, sino una necesidad para mantener la farsa en pie: el alcohol, el opio y las mujeres nativas hicieron más por sostener la moral en las colonias que ninguna medida tomada desde Londres. Muchos de aquellos clubes han permanecido abiertos, contra todo pronóstico”.

Si antes estaban vetados a los nativos, ahora prohíben el paso a las personas que no tienen un cierto nivel económico. El propio David Jiménez nos lo cuenta… y, aún así, aunque no dejan pasar a su traductor, acude. Porque… ¿y si es la última cerveza que puede permitirse?

Birmania me provoca cierta tristeza. Un país bellísimo que, de nuevo, está inmerso en una terrible y cruenta guerra civil.

Algunos enlaces:

“¿Quién conoce mejor una flor? ¿Quién lee sobre ella en un libro o quien la encuentra salvaje en la montaña?”

Alexandra David-Neél llegó a Lhasa acompañada de su fiel (hijo adoptivo, amante, amigo, secretario ¿?) porque quería vencer todas las dificultades, por amor a la aventura. Y por la necesidad de un viaje interior. Se crecía ante las dificultades. Murió con 100 años, y días antes, había renovado su pasaporte, por si se veía impelida a viajar. Genio y figura.

En Ítaca, leímos su historia en la obra Odiseas femeninas. 11 historias de mujeres de otro tiempo para viajar hoy, de Olga García Arrabal. Os dejo el enlace al post, en el que hay muchos recursos.

Es vuestro turno, lectoras, lectores. ¿Nos leemos?