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Isabella Bird y Alexandra David- Néel. Háwai y Tíbet

Queridas viajeras, queridos viajeros. ¿Cómo estáis? Con la obra de Olga García Arrabal, ¿se os ha despertado el espíritu wanderlust (pasión por vagar, por deambular)?
Esta semana nos adentramos en la vida y los viajes de dos mujeres que me han resultado fascinantes: Isabella Bird y Alexandra David-Néel. Aunque la autora se centra en sus aventuras respectivas en Hawái y en Tíbet, ambas viajaron muchísimo por distintas partes del mundo; Isabella por Europa, EEUU, el norte de África… y Alexandra por Asia.
Estas dos mujeres murieron preparando sus próximos viajes, el amor por la aventura, el espíritu wanderlust no decayó en ellas, ni siquiera al final, cuando estaban enfermas... ¡no hay más que pensar que Isabella estaba organizando su próximo viaje a China y Alexandra acababa de renovar su pasaporte (por si acaso) y tenía más de cien años! Su empuje, su ilusión, esa motivación que las hacía levantarse cada día e intentar viajar, creo que es lo que más me ha fascinado de ellas.
Por otro lado, tenemos aquí a dos viajeras más hechas, más reposadas (en mi opinión) que las anteriores del libro. Isabella Bird vive con los nativos, adopta sus costumbres, indaga en ellas, ve más allá de la cerrada sociedad victoriana. La imagino cabalgando a horcajadas, contemplando el Kilauea, viviendo al aire libre, libre de ataduras y convencionalismos. Una mujer inteligente, de una pieza, sociable, pues amaba a su familia, tuvo grandes amigas y a su marido también lo amó (es admirable cómo estudió enfermería y se preocupó de fundar un hospital para mujeres en la India y así cumplir el sueño de su esposo). Tengo la sensación de que Isabella vivió varias vidas, por ejemplo, a partir de los 50 vivió dos o tres más: matrimonio, viudedad, estudio, India, vuelta a viajar… Debía tener una voluntad férrea.
Alexandra es una mujer a la que siento muy cercana (tal vez porque falleció bien entrado el siglo XX) y a la vez casi legendaria. Llegar a Lhasa, a Tíbet, fue para ella un reto, un desafío. Y lo hizo disfrazada, con postizo de pelo de yak teñido de tinta china, pero qué maravilla ésta, pidiendo limosna para no llamar la atención de las autoridades. Y, cuando llegó allí, pensó que se había ganado descubrir las maravillas de ese país, no se amilanó. También debía de ser una mujer afectuosa, porque adoptó a su guía, un muchacho lama, a quien trató como a un hijo.
Isabella viajó a Hawái a bordo de un desvencijado vapor, pero Alexandra y Yongdem viajaron hasta Tíbet corriendo verdadero peligro, pues su acceso estaba vedado a cualquier extranjero. (Lo cierto es que hoy en día, y como nos señala García Arrabal, hay bastantes impedimentos para viajar hasta allí…).
Hawái es paraíso, colores brillantes y absolutos, libertad, simplicidad, olor a sal, mar, acantilados, flores fragantes, fuego… Tíbet es religiosidad, misticismo, clausura, tesoros ocultos entre montañas, la esencia del secreto de vivir con menos de lo justo…
Algunos enlaces (muchos vídeos, para ver paisajes…)
Hawái.

Tíbet

Tras leer las vidas y los viajes de Isabella y Alexandra (llegada a este punto me nace referirme a ellas por sus nombres), ¿os ha impresionado alguna de las dos en especial?¿Habéis hecho alguno de estos viajes? ¿Cuál os gustaría hacer: los dos, uno u otro, ninguno? Contadme, contadnos lo que gustéis.
Vuestro turno. Os espero.
(Fotografía de Isabella Bird) (Fotografía de Alexandra David-Néel)