La señora Dalloway, y V
Hola a todas y todos. Terminamos esta semana con la lectura maravillosa de La señora Dalloway. Antes de pasar a hablar del libro quiero deciros que ha sido un regalo compartir la lectura con vosotras y vosotros, en verdad un club de lectura es esto, esta suma de miradas que convierte la lectura en una experiencia de gran, muy gran, hondura.
La semana que viene comenzaremos la lectura del Lazarillo de Tormes, serán tres semanitas de paseo por unas páginas magníficas (también), ojalá os animéis a leerlo conmigo.
Marca de lectura. Bueno, la marca de lectura de esta semana es fácil: hasta la última página.
La lectura de esta semana.
Antes de comenzar quería deciros que llevo un par de semanas acordándome de Katherine Mansfiel y sus Relatos breves, el libro de cuentos que leímos hace justo un año en este mismo club de lectura. Concretamente de uno de sus cuentos: "Fiesta en el jardín" (aquí el enlace a la nota de lectura de ese cuento). Creo que hay ciertas similitudes entre ambas historias (la fiesta y la presencia de la dualidad de la vida y la muerte) y también diferencias (la hondura de la novela de Woolf es imposible de alcanzar con un cuento de 20 páginas, creo). De cualquier manera, ahí queda dicho por si queréis releer aquel cuento una vez terminada la novela (pensad que Woolf y Mansfield eran amigas, quizás ahí hay algo interesante, algún hilo del que tirar).
Tras la muerte de Septimus (y el shock para lectores y lectoras) entramos en la fiesta. El contraste no puede ser más duro. Me imagino una situación similar: salimos de vacaciones y de camino a la playa (por ejemplo) hay un atasco inesperado en la carretera, vamos avanzando lentamente hasta que llegamos a un punto donde ha habido un accidente, pasamos despacio y vemos a los servicios médicos, bomberos, guardia civil... trabajando. Quizás vemos de refilón un cuerpo cubierto con una sábana, a gente sentada en la cuneta, herida, atribulada, o una ambulancia partiendo a toda velocidad con un herido muy grave. Pasado el lugar del accidente el viaje retoma su velocidad normal. Alguien ha muerto. Nosotros vamos de vacaciones. Pienso que no se puede estar sufriendo con todo el dolor y la tragedia que sucede en el mundo (no podríamos vivir, creo que tal vez algo así le ha pasado a Septimus), pero la indiferencia con la que eso ocurre es tremenda. Y ahí reside en parte ese contraste presente en toda la novela: vivir/morir, intensidad en la vida/conclusión de la muerte.
Entramos en la fiesta y algo magnífico ocurre allí: prácticamente todos los personajes que han ido apareciendo a lo largo de las páginas del libro tienen su lugar. Esta fiesta es la vida misma: pasado (Peter, Sally), presente y futuro (la propia Elizabeth, o quizás la misma muerte -"la seguridad de que debemos morir" (p. 315) y todo ello sin pedir una taza de té) comparten lugar y conversación. Esta fiesta se presenta como una pura metáfora de la vida. Y Clarissa (en su papel) siente que va a fracasar y al mismo tiempo siente que va a ser un éxito. Echad un vistazo desde ese punto de vista a la fiesta, las frases adquieren un sentido bien interesante: "Y sin embargo, en lo que a ella [Clarissa] se refería, era demasiado esfuerzo. No estaba disfrutando de la fiesta. (...) Cada vez que daba una fiesta tenía esta sensación de ser algo ajeno a sí misma y de que todo el mundo era irreal en un sentido, mucho más real en otro." (p. 310)
También la fiesta/vida nos permite ver(nos) desde la óptica del paso del tiempo: a Peter ya le hemos visto hace rato, ahora tendremos oportunidad de ver a Sally (entre otros personajes bien interesantes) o de escuchar a Hugh que "se tiraba una hora hablando del pasado, recordando nimiedades" (p. 312)
O ver otras cuestiones que han estado muy presentes también en la novela, como el amor/odio. Por ejemplo, ese odio hacia la señora Kilman (la odiaba porque ella amaba a su hija), o por ejemplo ese amor entre Peter y Clarissa (a ver, a estas alturas del libro: ¿alguien puede decirme si estos dos siguen enamorados o no?, ¿qué opináis?). O como la situación de las mujeres en una sociedad machista (la anécdota de Hugh besando a Sally en la sala de fumar es tremenda).
Y en las últimas páginas, además de la aparición de la muerte pisando fuerte en medio de la fiesta ("La muerte era desafío. La muerte era un intento de comunicarse" (p. 322); "Si llegase la muerte ahora, sería absolutamente feliz" (p. 323)) hay un par de líneas que me gustaría resaltar para cerrar estos comentarios a la lectura. Dice Peter: "La vida no le había resultado sencilla. (...) Había echado a perder su vida. (...) De todos modos, es mejor haber amado" (p. 329). Y, más adelante, dice Sally "Cuando se veía desesperada por las relaciones humanas (la gente era muy difícil), a menudo se iba al jardín y las flores le daban una paz que los hombres y las mujeres nunca le proporcionaban." (p. 330).
Me encanta acabar con estas dos citas (de Peter y Sally), que no concluyen nada pero que creo que muestran un estado de ánimo presente en toda la novela.
Espero que hayáis disfrutado del libro, me repito pero quiero terminar insistiendo: ha sido un regalo leerlo con vosotras y vosotros.
Feliz semana de lecturas
Pep Bruno