WHAT'S IN A NAME, y 4
WHAT’S IN A NAME, y 4
Buen día amigas y amigos ATRAPAVERSOS.
En primer lugar, os anuncio que el libro propuesto para el Club este próximo mes de abril es: Un pez que va por el jardín, de José Corredor-Matheos, publicado con la editorial Lumen. En caso de que os interese, os lo digo con tiempo para que vayáis mirando la forma de conseguirlo. Y ojalá que os resulte fácil. Como ya hemos dicho otras veces, los libros de poesía, al contrario que otras obras literarias, no suelen abundar en las bibliotecas públicas o en los fondos digitales. Un hecho que deseamos vaya mejorando. ¡Viva la poesía!
Y más hoy, que es precisamente el Día Mundial de la Poesía, 21 de marzo, inicio de la estación primaveral.
En esta semana llegamos al tramo final de lectura de Ana Luísa Amaral que abarca desde el poema “Titulares” de la página 141 hasta el final del libro.
Espero que la circunstancia de que el poemario sea bilingüe lo estéis disfrutando. El hecho de poder leer a la par en castellano y consultar el original en portugués me parece un privilegio, pues nos ofrece la oportunidad de poder entrar de lleno en el universo sonoro de la poeta.
A propósito de este universo, me hace sonreír la alarma que se plantea en “Carta a Lidia sobre la poesía que se creyó perdida” página 89, como si la poeta hubiera perdido temporalmente algo importante. Y todo viene a propósito del aliento poético y también de la amistad: la poeta le confía a la amiga su falta de inspiración, la he perdido, y esta confidencia juega como una invocación: la carta se produce al día siguiente del encuentro y ya es para contar que la ha encontrado. No se perdió durante mucho tiempo, no.
En El exceso más perfecto (p. 153) se describe un poema en términos pictóricos barrocos, musical, con formas desnudas redondeadas, todo rodeado de lujo. Un poema, en suma, diferente de la pureza del granito, y de la pureza del blanco. Después del comentario que os hice a propósito del poema en el que se refería al blanco de Emily Dickinson, este blanco de aquí se me hace igual de potente. A cada lectura veo la sencillez y también la dureza con la que Amaral observa el mundo.
Por cierto, este título “El exceso más perfecto” da nombre a una antología poética de Amaral publicada por la Universidad de Salamanca con motivo de su XXX premio Reina Sofía de poesía iberoamericana. La edición, introducción, selección y traducción es de Pedro Serra. Un libro muy interesante que os recomiendo para quienes hayáis quedado con ganas de proseguir lecturas de la autora.
Esta dureza de la que hablaba más arriba, se encuentra en los tres poemas finales del poemario, de marcada preocupación social:
Bifronte condición de la página 161 en el que reflexiona sobre lo contradictorio que es vivir confortable y observar y convivir a la vez con la pobreza de nuestro alrededor.
Mediterráneo (p. 165) en el que se habla de un mar que ha dejado de traer esbeltos sus navíos. A propósito de este poema, a nivel formal, os hago notar la repetición de la palabra “continúa” una reiteración que viene a incidir en esa continuación de pateras, barcas sin rumbo que surcan este mar.
Y por último, Alepo, Lesbos, Calais, o, en otras palabras de la página 167, en el que la poeta nos habla de los lugares donde la violencia y el desarraigo lo veo de lejos y en pantallas / no puedo hablar usando redondillas. Como si todo tuviera ese caos que ella refleja en sus líneas de versos: para todo esto no hay forma de verso que me baste / porque nada me basta de consuelo o paz.
En fin, por desgracia, es una mirada realista que se actualiza una y otra vez en las noticias del mundo. Cambian de lugar los conflictos, pero lamentablemente estos continúan.
Finalizo estos comentarios haciendo referencia al poema Lo que no hay en un nombre (p.145), que me parece el cierre argumental de la obra y que es un tema, como hemos ido viendo, que gravita en muchos otros de sus poemas.
En estos versos la autora se centra en la experiencia del nacimiento de su hija, en el hecho concreto de darle un nombre. En el fondo, nos dice, nada natural hay en un nombre, es una convención, una prenda, un hábito, normalmente para la vida entera. Y sin embargo, la belleza y el sentido de la “cosa” (un término empleado por la poeta para referirse a todo lo que nos rodea) está adentro, mucho más allá de ese nombre arbitrario. En el fondo, late el sentimiento del amor, el acercamiento a la existencia, la reconciliación con esa incontrolable perfección entera que nos rodea:
Extirpado el nombre, quedará el amor,
quedaremos tú y yo, aun en la muerte
aun solo en el mito.
(…)
Y entonces, amor mío, mi mayor fuerza,
seremos para ellos cual la rosa.
O no, cual su perfume:
ingobernado libre.
Y hasta aquí hemos llegado por hoy. Una vez más os deseo felices lecturas, que os acompañen y conforten.
Y os envío un abrazo en poesía,
Estrella Ortiz