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WHAT'S IN A NAME, 2

Libro que estamos comentando: 
What's in a name

WHAT’S IN A NAME, 2
 
Buen día, amigas y amigos en poesía:
Continuamos nuestro camino de lectura de Amaral en esta segunda semana con el apartado completo titulado Retornos y que llega hasta el poema “Accidentes de guerra” de la página 97.
 
Como hemos visto en el apartado primero, Cosas, esta palabra es tan amplia que en realidad incluye todo o casi todo: los nombres, personas, emociones, situaciones. Describir —escribir— sobre algo es detener la vivencia, ansiar que permanezca. Pero esta detención solo puede hacerse por medio de las palabras, y estas son solo nombres. Entonces, ¿qué queda después de un nombre? ¿Acaso —como dice Shakespeare— se sabe si queda aroma después de la rosa?
Qué queda de todo lo escrito, vivido, pensado, sentido, esa es la pregunta que bulle a través del poemario entero.
Es más, la respuesta última que plantea la poeta creo que es una búsqueda del sentido del hecho poético en sí mismo. Es decir, puesto que la poesía se emplea en nombrar, lo que podríamos también entender como dar permiso de existencia, hacer constar, ella se pregunta qué es lo que queda después de la rosa (el poema). O lo que sería lo mismo: ¿sirve para algo la poesía?
Pues bien, con esta atención sostenida, vamos a continuar nuestro camino.
 
De la lectura de la semana pasada, me ha gustado mucho Aprendizajes (p. 25) un poema en el que la poeta da vida, a través de la bicicleta infantil, a tres generaciones. Bella metáfora del hecho de hacerse mayor: salida circular de la infancia.
Y respecto al poema Abandonos (p. 21), tengo esta pregunta para haceros: ¿El sujeto poético llega a dejar el libro en el banco del parque, o solamente se divierte pensando que sería bonito hacerlo? Ahí os lo dejo.
 
Respecto a los poemas que vamos a leer esta semana, destaco los siguientes:
 
Sugerencia para una tarta de pollo (o como se decía en otros tiempos, de gallina) (p. 59). El poema describe una receta de cocina y yo os digo: HACEDLA. Ya sé que tiene algo de locura, pero yo al menos lo voy a intentar. Os lo prometo.
A propósito de ello tengo que contaros que algo similar me ocurrió con la “Oda al caldillo de congrio” de Pablo Neruda. Me aprendí el poema e hice en la realidad el guiso. Luego ocurrió que viajé a Chile por motivos de trabajo y allí probé el verdadero Caldillo, un plato muy típico chileno, y he de confesaros que lo mío se parecía bien poco a aquello… tan riquísimo. Me dijeron entre risas, cuando se lo conté a las personas que me acompañaban: Neruda era buen poeta, pero eso no le obligaba a ser buen cocinero.
En fin. Fue muy divertido. Por eso os invito a que lo hagáis. ¿No os parece bello tener en la cocina como libro de recetas un poemario? Ahí queda mi sugerencia, ¡probadlo! Y nos vamos contando.
 
También quiero destacar el poema Comunes formas ovales y de manumisión: u otra (casi) carta a mi hija (p. 93). Manumisión significa dar libertad, y se empleaba sobre todo en el hecho de dejar libres a los esclavos. En el contexto del poema, entiendo que habla a su hija de dejarla libre, pues ya es mayor. Y tomamos más cuenta lo que se dice de esa forma oval de la ventanilla de avión porque esta manumisión se hace “en vuelo”, y también para dejar volar.
Del poema os transcribo este fragmento que —a la vista de la guerra tan dolorosa de aceptar que estamos padeciendo en Europa— toma mucha relevancia:
 
Ni aún hoy
me resulta sencillo hablarte de impiedad,  
o de eso que llamamos mal
y que existe, y emerge tantas veces
de la idiocia más llana y primitiva
 
Hablarte únicamente de estas cosas
en este poema a ti
sería como asaltar mi propia casa,
quemar muebles y libros,
matar los animales que en ella también viven,
violar la calma que a veces se instala
en la terraza
 
Poemas como este en un momento así me hacen amar profundamente la poesía. Precisamente por el hecho de que las palabras de otros nos puedan consolar el propio corazón. Esto me trae a la memoria el poema de Víctor Jiménez que os transcribo.
Se titula La costurera:
 
Me hice un siete y voy perdiendo
cuanto tengo de valor.
Acércate, Poesía,
y cóseme el corazón.
 
Para acabar, menciono el divertido poema Lugares comunes de la página 73. Viene a propósito de que hoy es 8 de marzo, y en él se muestra de manera explícita esa especie de bella hermandad que late entre mujeres y que tanto nos acompaña. El texto nos deja con una sonrisa en la boca (en España también tenemos bares de esos, tan pero que tan cutres).
 
Con esa sonrisa es como quiero que acabe la lectura de hoy.
También con un abrazo en poesía,
 
Estrella Ortiz