Hasta el cap. "Simba", incluido
Queridas viajeras, queridos viajeros:
Empezamos nuestros viajes lectores de 2024 con Volando solo, una autobiografía de Roald Dahl, en la que narra su viaje a África Oriental como trabajador de la Compañía Shell y el tiempo que estuvo volando con la RAF durante la Segunda Guerra Mundial:
Una vida se compone de un gran número de pequeños sucesos y un pequeño número de grandes sucesos. Por ello, una autobiografía debe ser, para que no se vuelva aburrida, extremadamente selectiva, desechando cualquier peripecia inconsistente que le haya sucedido a uno y concentrándose en las que han permanecido vivas en el recuerdo.
La primera parte de este libro retoma mi propia historia, justamente donde se quedó mi anterior autobiografía, que se tituló Boy. Me dirijo, para desempeñar mi primer trabajo, a África Oriental (...)
Antes de continuar, quiero recomendaros el pódcast Un autor en una hora, de La SER, dedicado al genio de Roald Dahl (os enlazo a Spotify, pero si buscáis en Google, lo podéis escuchar desde la web, o desde YouTube, por ejemplo). Imprescindible.
Además, por supuesto, estaría fenomenal que encontraseis tiempo (antes o después de este nuestro viaje lector) para leer o releer su anterior autobiografía, Boy. Relatos de infancia, un libro delicioso y clarificador (encontraréis en él muchas aventuras y anécdotas vividas por el autor que, después, transformadas y fabuladas, convirtió en algunos de sus libros más exitosos y aclamados). Lo tenemos disponible, en libro electrónico y audiolibro, en eBiblio Castilla-LaMancha .
Y, por último, no puedo dejar de recomendaros que sigáis indagando en la obra de Dahl. No sólo en su maravillosa obra literaria dirigida a niños y jóvenes de corazón (como nosotros), sino también, por ejemplo, sus cuentos para adultos (La cata , por ejemplo, es... muy, muy ingenioso).
A lo largo de su vida, Roald Dahl no dejó de escribir cartas a su madre Sofie Magdalene Dahl, a quien estuvo muy unido. En las cartas que se recogen en nuestra lectura, vemos el miedo del autor a que estalle la guerra y su madre no esté a salvo, o cómo le cuenta anécdotas deliciosamente gamberras para hacerla reír (como los camaleones Mussolini y Hitler, con sus aspectos viscosos y asquerosos, ciertamente, el autor tiene un humor muy característico. Fantástico).
Los capítulos que comentamos esta semana son los tres primeros, La travesía, Dar es Salaam y Simba. Su prosa, ágil, sencilla (qué difícil es hacer fácil la lectura, escribir de manera sencilla es lo más difícil del mundo), nos retrata, con descripciones a las que no les sobra ni les falta nada, tipos chiflados, fauna peligrosa, paisajes que cautivan y aventuras en plena selva. Roald Dahl tenía 22 años cuando embarca en el SS Mantola, rumbo a África Oriental. Tenía 22 años e iba a pasar allí tres años seguidos; y la guerra ya se presentía. En La travesía nos acerca a esa clase de “ingleses, forjadores del Imperio” que están absolutamente chiflados, que son raros, excéntricos, absolutamente divertidos: el mayor Griffiths y su pequeña mensahib corriendo por la cubierta del barco, desnudos, la señorita Trefusis, dueña de una plantación de café en las montañas de Kenya, que conoció a la mismísima baronesa Blixen (y que su aspecto nos recuerda a los últimos años de vida de Isaak Dinesen), una mujer rarísima con una fobia patológica a los microbios y... ¡a los dedos de las manos y, sobre todo, de los pies!. Y a U. N. Savory, gerente de una fábrica de algodón del Punjab que, como dice Dahl, es el más loco de todos.
Cuando llega, al fin, a Dar es Salaam, piensa (y no es la última vez que lo hará) en la suerte que tiene. Dahl soñaba, desde niño, con viajar a África.
Estábamos anclados en el medio de una vasta y ondulada laguna de color azul oscuro, rodeada de playas arenosas de colore amarillo pálido, casi blanco, en las que se veían rompientes y cocoteros con sus pequeñas copas verdosas y casuarinas, inmensamente altas y espectacularmente hermosas con su delicado follaje gris verdoso. (...) A un lado estaba la pequeña ciudad de Dar es Salaam con sus casas blancas, amarillas y rosadas y, entre las casas, divisé el estrecho campanario de una iglesia y la cúpula de una mezquita, y a lo largo de la costa había una fila de acacias cuajadas de flores granates.
Tanto en Dar es Salaam como en Simba, el autor nos cuenta cómo es su vida, a menudo de viaje con la vieja furgoneta de la compañía, con su criado Mdsisho, llevando lubricantes y aceites, por las granjas y plantaciones. En esos viajes, e, incluso en la casa de la compañía Shell donde se aloja con otros dos jóvenes empleados, tienen lugar sucesos muy peligrosos (cómo él mismo escribe, sobre el papel, muy divertidos, pero no tanto cuando se están viviendo), con la mamba negra y con un león...
¿Qué os han parecido estos primeros capítulos? ¿Qué aventura, qué personaje, destacaríais? ¿Habíais leído algo de Roald Dahl?
Os dejo este programa de Nómadas, grandes viajes en RNE (audio, 56 minutos): Tanzania, la tierra del Kilimanjaro , las tierras en las que vivió Roald Dahl en su periplo africano.
¿Nos leemos? Feliz viaje lector.