Viaje a la Alcarria. Dedicatoria y capítulos 1 al 4
Hola a todos y todas, bienvenidos a la lectura de Viaje a la Alcarria, tarea que nos va a llevar apenas tres semanas (lo que resta de julio). Desde el primer momento os invito a que leáis y participéis en el foro comentando vuestras impresiones y lo que el libro os vaya sugiriendo, eso hace más rica la propuesta del club de lectura (aunque sea virtual).
Decía Camilo José Cela que escribió este libro porque se aburría en Madrid y pensó que le vendría bien echarse unos días al campo, así pues tomó el tren, se bajó en Guadalajara y se echó a andar. Este fue el punto de partida de un libro que él define como "un libro de honesta narración, de andar y ver", un puro libro de viaje (y no una novela, sino más bien una geografía, como afirma Cela en la dedicatoria). Por eso abrir este libro es como calzarse unas buenas botas, echar la mochila al hombro y ponerse a caminar.
Ocurre con Viaje a la Alcarria que al ser un libro de viaje todo lo que en él se cuenta es real (personajes, situaciones, itinerario...) pero está pasado por el tamiz de la mirada del viajero, del autor. Y también ocurre que muchos de los momentos, diálogos, reflexiones, situaciones... trascienden del mismo viaje y se convierten en metáforas de la propia vida, en pura materia simbólica.
En cuanto a la edición que yo manejo es la publicada por Destino en 1989 que el autor da por definitiva, no es poca cosa esto, pues como indica en el prólogo al libro quizás este sea su libro más sencillo y también el que más confusa andadura y mayor número de variantes ha tenido.
Pero vayamos al lío.
En la Dedicatoria a Gregorio Marañón explica el autor cómo hizo el libro y también incluye un pasaje que no aparece en el viaje, el de la noche pasada en el calabozo. El hecho de decidir qué partes incluir y cuáles no ya da una idea de ese tamiz del autor del que hablábamos al principio: esa mirada que busca partir de los hechos y llegar a la ficción, tanto por lo que cuenta (y selecciona para contar) como por cómo lo cuenta (con ese estilo rico y, al mismo tiempo, contenido del libro).
En el Capítulo I nos presenta al viajero, protagonista (en tercera persona para facilitar la distancia con los hechos) pero trasunto del propio autor, y los preámbulos (cómo se organiza, más o menos, el viaje, qué pautas quiere seguir). Nos zambullimos de lleno en la prosa de este libro, una prosa propia que articula la mirada del autor de manera eficaz y pulcra. Disfrutad desde la primera línea.
En el Capítulo II salimos de Madrid y llegamos a Guadalajara. No perdáis detalle de las descripciones, las reflexiones... comienza el viaje y "el viajero va lleno de buenos propósitos: piensa rascar el corazón del hombre del camino, mirar el alma de los caminantes asomándose a su mirada como al brocal de un pozo". Dejaos llevar por esa mañana de junio en un Madrid que despierta a finales de los años cuarenta, enredaos en el bullicio de sus gentes y estad atentos a la galería de personajes que van apareciendo, acomodaos en el vagón de tercera y disfrutad del viaje en tren.
El Capítulo III es el momento en el que comienza el viaje a pie (y no a Zaragoza, aunque le insisten mucho). En este capítulo empiezan a aparecer personajes con nombre y apellidos (recordad, reales), el primero es el niño pelirrojo Armando Mondéjar López, el perito, y el único de todos los personajes que no consiguió reencontrar en el segundo viaje treinta años después.
El camino avanza hacia Taracena y el hecho de ir andando por el campo hace que "el viajero (...) piense en las cosas en las que no pensó en muchos años, y nota como si una corriente de aire le diese ligeramente al corazón".
Desde Taracena va a Torija y tiene la suerte de que en el camino Martín Díaz, un carretero, le ofreciera ir en su carro disfrutando de la conversación y el paisaje. Al llegar a Torija descansa en el parador de Marcelina García y, al día siguiente, sale camino a Brihuega, adonde llega tras una buena caminata por el atajo de la fuente Cagá.
El capítulo IV transcurre en Brihuega. En este capítulo el viajero, que lleva unos días ya de camino y creo que en este momento da entrada al deseo (pensemos que este libro se publica en 1948), mirad este pasaje: "el viajero ve hermosas a todas las mujeres", piensa en Merche, la de la fonda, y ve "dos perros que se aman a pleno sol, tercamente, violentamente, descaradamente. Una clueca pasa, rodeada de polluelos amarillos como la mies. Un macho cabrío asoma, erguida la cabeza, profundo el mirar, orgullosa y desafiadora la cuerna, por una bocacalle. El viajero mira por última vez para las lavanderas, se levanta y se va. El viajero es un hombre con una vida tejida de renunciaciones.". ¿Qué pensáis?
Antes de salir de Brihuega el viajero conocerá a Julio Vacas, el Portillo, con quien mantiene una larga y jugosa conversación (en la que aparecerá hasta el rey de Francia), y va a pasear por el jardín de la Fábrica de Paños, "un jardín romántico, un jardín para morir, en la adolescencia, de amor, de deseperación, de tisis y de nostalgia.". Un jardín que hoy se puede seguir visitando.
Por cierto, los detalles de "antes de la aviación" y "aquí fue donde los italianos empezaron a correr" hacen referencia a la Batalla de Guadalajara, pensad en qué año está publicado este libro y cómo hace estas referencias.
Feliz semana de lecturas
Pep Bruno
PD: los que acabáis de leer conmigo el Quijote habréis reconocido algún detalle del libro aquí: "La del alba sería..." o esa "no ida" a Zaragoza, por ejemplo. ¿Alguno más?