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Segunda parte: En la carretera

Libro que estamos comentando: 
Una historia propia

Queridas viajeras, queridos viajeros:

¿Preparados para otra dosis de aventura?

Esta semana (re)leemos y comentamos la segunda parte de Una historia propia, de Donna Leon: Irán, China, Arabia Saudí y ... Venecia, una ciudad clave en la vida de la autora.

La característica común de esta parte es la falta de previsión, la ligereza, una cierta liviandad en el vivir. De ello nos avisó la escritora desde el principio: siempre ha sido incapaz de hacer planes, pero a fe mía que es experta en fluir con la vida.

En el capítulo Sexo, drogas y rock and roll, los años setenta llevan a Donna a Irán, a Isfahan. Allá pasa unos cuatro años en el Departamento de Exámenes de una empres que formaba a futuros pilotos del ejército del Sha. Pero lo que hizo en realidad fue jugar al tenis. Mucho. Casi todas las horas del día. ¡Hasta logró alcanzar la excelencia!

Esa forma de vida, podemos decir que despreocupada, se ve truncada por la Revolución Islámica. Aunque en un principio todo siguió más o menos igual, pronto los recluyeron en una suerte de urbanización ideada para la comunidad extranjera. Lo que ocurre es que estaba a medio construir y aunque tenía grandes ventajas, el personal que estaba enclaustrado enloqueció un poco... de ahí las drogas, el alcohol y en el caso de la escritora, juegos de tenis en el que perder miles de pelotas de tenis. Enloquecedor...

Me ha resultado divertido que Donna estuviese redactando su tesis (sobre todo por el tema: El cambiante orden moral en el mundo de las novelas de Jane Austen), tesis que confiscaron en Irán... ¡¡y era la versión final!! ¡¡ Y no había dispositivos de almacenamiento, ni nubes, ni nada que se le pareciera!!

“Al final decidí no continuar estudiando. Además, ya pensaba en buscarme otro trabajo”

De Irán pasa a realizar una serie de... Trabajos sueltos. ¡Viajar durante tres meses alrededor del mundo, siempre hacia el Este, siempre en Pan Am!

Y, otra vuelta de tuerca. A China. A Shuzou, que entonces era una ciudad de apenas medio millón de habitantes (hoy, diez millones). Allí estuvo Donna durante un curso académico en la universidad, como profesora de Literatura en Lengua inglesa para profesores chinos.

Donna Leon escribe que China fue el lugar más difícil para aclimatarse. Las intérpretes eran dos jóvenes estudiantes que hablaban muy bien inglés, hijas de miembros del Partido. Allí se encontró con estereotipos racistas sobre los negros, los judíos, los tibetanos... Tampoco se podía hablar ni leer sobre sexo o sobre algo que lo insinuara. Las clases y las conversaciones se volvieron insulsas “como un flan de vainilla”, a los alumnos no les interesaba el mundo en general. Ni siquiera el turismo fue suficiente porque le gusta ver lo que no es evidente. Así que... rumbo a Araudia Saudita

$audiopoli

“Dicen que los prisioneros tienen que mantenerse ocupados para evitar enloquecer. A principios de los años ochenta cuando estaba prisionera en el reino de Arabia Saudita con una condena de un curso académico mediante la firma de un contrato de un año para dar clase a las alumnas de la Universidad Rey Saúd de Riad...”

En Arabia Saudí vivió en un complejo vallado, como una prisión. Así que los tres profesores se dedicaron a diseñar un juego de mesa inspirado en el Monopoli, que no dudaron en llevarse cuando lograron irse de allí.

¿Habéis jugado al Monopoli? (Yo, sí) ¿Alguna vez habéis inventado un juego para distraer el aburrimiento?

Tras nueve meses en Arabia Saudita el alma de Donna Leon anhelaba paz y belleza... y se muda a Venecia, sin trabajo, ni expectativas de conseguirlo. Pero, de nuevo, el azar o la suerte o la capacidad de hacer que pasen cosas la pone en la pista de la base militar de los EEUU en Venecia: Caserma ederle. Allí, gracias al contrato de la Universidad de Maryland con el Ejército estadounidense, imparte clases de Literatura.

“Una de las alegrías que da la enseñanza de Literatura es la libertad que otorga para hablar de cualquier tema mientras haya un relato, una novela, una obra de teatro o un poema que lo mencione”.

En los años que impartió clases a los soldados, descubrió a jóvenes admirables e inteligentes y a otros que eran personas horribles... desterró prejuicios y estereotipos y...

“Los estudiantes y yo descubrimos que nos caíamos bien. Tb nos dimos cuenta de que se había producido algo más difícil: habíamos aprendido a respetarnos. No obstante, había una diferencia que persistió. Me di cuenta de que era muy probable que los alumnos, casi en su totalidad, creyesen que tenían el deber de salvarme la vida, aunque les costase la vida a ellos. Dudo que, aun con todo lo que yo sabía y los libros que había leído, yo estuviera dispuesta a hacer lo mismo por ellos. “

Empieza una larga estancia de Leon en Italia y, aún, no ha comenzado a escribir.

Algunos enlaces

¿Qué os ha parecido esta parte? ¿Nos leemos?