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4ª Hasta la huida de Ed y Florence

Libro que estamos comentando: 
Un hombre decente
He tenido serias dudas sobre la identidad al que se pudiese aplicar el título de la novela, "Un hombre decente". Al principio no me parecía que este apelativo se ajustase a ningún personaje, pero parece evidente que a alguno tenía que ser.
 
En la conversación en la cafetería del parque entre Gamma/Valentina/Annette y Ed, este último, intentando justificar su forma de actuar, dice a su compañera de mesa: "Una persona medio decente no puede hacer eso (callarse ante lo que puede ser una catástrofe que se cierne sobre su país tras el Brexit)" A lo que Valentina le responde: "Y tú eres una persona muy decente".
 
¿La persona decente es Ed, entonces? Ed actúa por ideales, nunca disfraza sus emociones lo más mínimo. Cree que está favoreciendo la superior causa de Gran Bretaña en Europa, y no traicionándola. Está tan complacido consigo mismo como parece, sin embargo, una persona decente no se toma la justicia por su mano sin considerar las consecuencias de sus actos.
 
Por otro lado, el que tiene más posibilidades de ser el "hombre decente" del título parece ser Nat. Asi lo manifiesta en la última frase del libro (y de esta forma se mantiene la disyuntiva abierta hasta el final): "Habría querido decirle que me consideraba un hombre decente, pero era demasiado tarde".
 
Entre estas dos posibilidades, desde el momento del contacto de Ed con el Centro de Moscú, el servicio secreto ruso para Europa occidental, y el plan quijotesco de Nat para salvar a Ed y a Florence de la cárcel, transcurre la última parte de la novela.
 
Hasta este momento, lo que estaba ocurriendo en Londres entre dos jugadores de bádminton que se retan para tomarse luego una cerveza en el bar del club social, parecía más bien  una escena costumbrista entre empleados de segunda fila del los servicios secretos ingleses y un joven arisco, inconformista  y vehemente al que no le falta ocasión de mostrar su enfado y desagrado por el rumbo que está tomando la política exterior de su país. 
 
El fino olfato de un viejo zorro como Nat destapa una compleja operación de los servicios secretos rusos para hacerse con el control de un funcionario británico. Hasta la cúpula de Centro de Moscú se moviliza para organizar un primer encuentro en Londres entre todo un mito de los servicios secretos de la Guerra Fría, Valentina, y el misterioso topo que está dispuesto a desvelar importantes secretos de las relaciones de la Gran Bretaña con su socio americano.
 
A Nat le cuesta mantener la tradicional flema británica cuando, en la grabación del encuentro, aparece su colega de bádminton. Si su situación en El Refugio era ya precaria, parece que ahora va a tener que dar muchas explicaciones a sus jefes, Bryn Jordan, del Departamento Rusia y antiguo compañero en Moscú, Moira y Marion, porque Dom Tench, su jefe en General Londres, es despedido y desaparece de escena por sus jugosos contactos y por las maniobras poco claras de su mujer. Al fin y al cabo la responsabilidad de Nat alcanza, y eso lo sabemos los lectores, pero no sus compañeros del M16, a haber jugado inocentemente con un posible agente doble de los rusos, que a la vez es un funcionario británico con acceso a información de alto secreto.
 
Estos últimos capítulos adquieren un ritmo frenético, que necesita de varias lecturas para entenderlos. Como, seguramente, a estas alturas de la lectura ya habréis terminado el libro, no creo que os destripe la novela si hago un pequeño resumen de lo que creo que ocurre. El estilo de John le Carré es aparentemente sencillo, pero, al igual que los personajes de sus novelas, en él abundan los sobreentendidos y las elipsis. Nada es como se cuenta si es que realmente se ha creído entender lo que ocurre en el mundo tan inaprensible como el de los espías.
 
Ed Shannon, en el ejercicio de sus funciones, tiene que fotocopiar unos documentos, calificados como de alto secreto, relativos a una denominada Operación Jericó. Esta operación consiste en hacer confluir los esfuerzos de la administración Trump y los de los sectores más antieuropeos de la inteligencia británica para favorecer el debilitamiento de la Unión Europea y la salida del Reino Unido de dicha organización; el Brexit, en otras palabras.
 
El carácter decididamente europeísta de Ed y su firmeza moral e ideológica le llevan a tomar la decisión de hacer todo lo posible para desbaratar este plan. Acude a la embajada alemana en Londres para ofrecer sus servicios como informador, espía o doble agente, sin embargo, en la embajada rechazan ese ofrecimiento a pesar de ser conscientes de la gravedad de las conversaciones anglo-americanas. De esas conversaciones se enteran los servicios secretos rusos (¿cómo?, yo no consigo acordarme), siempre atentos a aprovechar la mínima ocasión para debilitar la fuerza de la Unión Europea y montan todo el dispositivo que monitorizan los muchachos del servicio de Vigilancia de Percy Pride.
 
Sorprendentemente, Ed no es consciente de que está ofreciendo información a los rusos en vez de a los alemanes ni de que todos sus pasos están siendo controlados por los servicios británicos, que se plantean utilizarlo como agente doble para poder filtrar la información que en cada momento más les convenga a sus colegas rusos.
 
La situación de Nat también es comprometida. A pesar de que ha destapado toda la operación, su presencia semanal en la pista de bádminton con Ed le hace, al menos, sospechoso de connivencia con el enemigo. Él nunca a destacado en el Servicio ni por su inteligencia ni por sus cualidades organizativas. Su fuerte era su simpatía y su don de gentes, capaz de captar y mantener activos a los agentes enemigos más difíciles. A él le proponen que ofrezca a Ed un plan por el que, voluntaria o forzadamente,  se convierta en agente doble durante los próximos contactos que va a tener con los rusos.
 
La última vuelta de tuerca final, el giro inesperado por el que Nat se autoimpone el calificativo de decente, necesita la colaboración de las dos mujeres protagonistas de la novela. Con la colaboración de Prue y de una recuperada Florence urden un plan que hace confluir los dos últimos acontecimientos de la novela, la boda de Ed y Florence y la huida de ambos, con el M16 pisándoles los talones, a alguna alejada ciudad de la vieja Europa, lejos de cárcel que, sin duda les espera si continúan en Londres.
 

El M16 es el servicio de inteligencia británico que se ocupa de las cuestiones relacionadas con la política exterior. En este enlace se ofrecen algunas pistas de su trabajo cotidiano, contado desde el punto de vista de cinco mujeres: 

5 mujeres espía revelan qué es realidad y qué es mito sobre trabajar para los servicios de inteligencia de Reino Unido