2ª parte. Hasta el capítulo 12
El primer partido de bádminton ya ha tenido lugar. Con algo de sorna y cierto aire de superioridad finalmente Nat encuentra un lunes para saciar la insistencia de Ed. Y no sale defraudado. Ed es un buen contrincante, con ciertas virtudes todavía por pulir.
Después del partido, como es habitual, se reúnen en torno a una mesa del bar para ratificar con unas cervezas el resultado del partido. Quien pierde, paga y se aprovecha para charlar del juego y para conocerse mejor.
Durante los quince encuentros que jugaron, y sus respectivas chalas post-partido, se va a consolidar una amistad forjada por el amor al deporte, la competitividad de ambos jugadores y algo más intangible, parecido a la amistad, que se deduce del relato de Nat. De él ya conocemos su experiencia y su aplomo en el juego y en las relaciones humanas, forjadas en sus muchos años en los servicios secretos en el exterior y en su veteranía como miembro del Athletic Club.
Desde el principio se siente atraído por Ed, al que dobla en edad y del que va conociendo algún detalle de su vida: su origen familiar de padres comunistas, su afición al bádminton, su vinculación académica y afectiva con Alemania y, sobre todo su extraordinario interés por los acontecimientos políticos que están sucediendo en esos momentos en Europa.
Por una antigua novia alemana empezó a preocuparse por el ascenso de los totalitarismos en el período de entreguerras. Percibe en esos momentos ciertos paralelismos entre el nazismo y el fascismo del siglo pasado con la aparición de Trump y la influencia cada vez más evidente de la Rusia de Putin en la desmembración dela unidad europea. Decididamente europeísta, y en este aspecto Ed puede parecer un trasunto del propio le Carré, considera que Trump y el Brexit le están privando de sus derechos de ser europeo.
¿Qué tienen que ver estos encuentros con el trabajo de Nat en El Refugio? A estas alturas de la lectura, aparentemente nada. Pero un pequeño detalle, una referencia, nos avisa de que esta relación va a tener trascendencia posteriormente.
Nat habla en varios momentos de la "Caída de la hoja" como de un momento indeterminado, sin nada que ver con el otoño. Parece deducirse que en ese momento se revelará una situación que hasta ese momento había estado oculta, que será el resultado de unas futuras entrevistas que mantendrá con sus jefes, sus "queridos colegas", en las que le someterán a preguntas sobre estos momentos compartidos con Ed. Ya se verá si mi suposición tiene algún fundamento.
Mientras tanto, en El Refugio, sobresale la capacidad de trabajo y de talento de Florence. Su entusiasmo y su dedicación resalta con el aire decadente y abúlico que allí se respira entre agentes venidos a menos. Florence es capaz de poner en marcha la que puede ser la primera operación de El Refugio/General Londres en muchos años.
Con el nombre de "Rosebud" se denomina una operación destinada a contrarrestar las actividades oscuras del que se supone que es el hombre de Putín en Londres, el que se ha gastado una fortuna en apoyar económicamente los inicios del Brexit, cuando más falta hacía el dinero para crear una conciencia antieuropeista en la Gran Bretaña.
La sugerencia de jugar un partido de dobles entre Ed y su hermana, y Nat y Florence servirá de hilo conductor para conectar dos subtramas: los partidos aparentemente inocentes de bádminton con las actividades secretas de Nat y de Ed. Tras el partido, Florece dimite y desaparece misteriosamente.
¿Tiene algo que ver la negativa de la oficina presupuestaria a financiar la viabilidad de Rosebud? Eso lo comprobaremos la semana que viene.
La vida de los que trabajan en el servicio secreto está expuesta a situaciones que necesitan de mucha experiencia y de mucho olfato para poder determinar su trascendencia. Nada es banal, ni siquiera que un doble agente durmiente ruso se dirija a Nat para comunicarle que después de un año su oficina en Moscú se ha puesto en contacto con él. Sergei, alias Pitchfork, es un joven prometedor que, desde el inicio de su educación, ha recibido entrenamiento para ser un agente durmiente en la Gran Bretaña.
Algo no le cuadra a Nat, sobre todo cuando la responsable que controla desde Rusia el futuro de Sergei es una vieja conocida. Si en este asunto aparece un personaje del nivel de Valentine/Anette/Anastasia es la llamada a Sergei no es una mera comprobación de su disponibilidad. Hay algo más importante cuando los rusos se arriesgan a inutilizar o a malgastar a un valioso agente durmiente. No puede ser otra cosa que lo que Nat imagina y su viejo conocido Arkady corrobora: que los rusos han capturado a un pez gordo, británico, hombre y de clase media. Y que Anette llevará el caso personalmente.
La popularidad de las novelas de John le Carré no ha decrecido por su muerte. Ahora es posible conseguir la colección que distribuye El País, que consta de 20 novelas, a 6'95 euros cada una.