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UN HILO ME LIGA A VOS, y 3

Libro que estamos comentando: 
Un hilo me liga a vos. Mitos y poemas

UN HILO ME LIGA A VOS, y 3
 
Estimado grupo Atrapaversos, desde el centro de la Navidad, os saludo.
Hoy iniciamos la última entrega de nuestra lectura. Espero que lo estéis disfrutando. Como en las semanas anteriores, vamos a detenernos en las figuras poéticas con las que trabaja la autora. Como recordaréis, ya hemos hablado de los Sonetos, Ovillejos –los dos tipos de composiciones más empleadas– y la Lira.
 
Las Coplas de ala quebrada de Ícaro, que leemos en la página 56, me parecen bastante curiosas. Si os fijáis, cada estrofa termina con los dos últimos versos rimados, y a lo largo de toda la composición en estos versos se repite la misma rima: amor, sol, mató, deslumbró… El verso –o pie– quebrado es un verso que tiene menos sílabas que el resto de los versos de la composición. En este caso, sobre la mayoría de octosílabos, se alternan versos de cuatro sílabas. Y la autora los llama “alas”, pues vienen a propósito del tema del protagonista Ícaro y su intento malogrado de volar.
A propósito de versos quebrados, también nos encontraremos con ellos en Nana de las sirenas (p. 126), una composición inquietante, pues estas sirenas mitológicas quieren dormirte, embrujarte, pero “para siempre”. De modo que su canción es un tanto sinuosa, por momentos brusca y en absoluto apacible.
 
En el Diálogo de Narciso y Eco (p. 86) se produce a nivel fónico un eco –repetición de los últimos fonemas de la palabra o frase anterior–, de tal modo que la composición transmite dos mensajes en paralelo: por un lado, el de Narciso –personaje que solo se mira a sí mismo–, y por el otro Eco, quien le responde repitiendo, y con esas repeticiones se forma el “yo te amo” de su mensaje. Un bello poema.
 
Otro artificio, en este caso gráfico, se encuentra en Flauta de Pan (p. 74). En esta composición se reproduce la silueta que formaría este tipo de flauta, valiéndose de una disminución de sílabas en los versos, que van de más a menos. Este recurso, cuando las palabras forman el dibujo que representa lo que ellas dicen, se denomina caligrama.
Por cierto, que este tipo de flauta hecha con cañas de longitud en disminución está extendida por todo el mundo, y se denomina genéricamente así, “Flauta de Pan”, si bien en cada lugar tiene su nombre particular. Los griegos la llamaban “siringa”, un nombre por la que también se conoce en nuestro país.
 
Me parece muy interesante el trabajo poético que hace la autora a lo largo de todo el libro para acomodar la forma con el fondo, o lo que es lo mismo: el significado con el significante. En multitud de ocasiones hace elecciones formales que van a propósito del argumento que se va a tratar. Lo hemos visto en los poemas anteriores: ala quebrada, eco, caligrama…
También lo encontramos en el poema Laberinto (p. 49), una composición medianamente extensa en la que la autora solo trabaja con tres rimas asonantes (una rima en la que solo se repiten las vocales) que son: eo, ee y ae. Esto crea en la lectura un efecto de “melopea” de estar volviendo todo el tiempo sobre lo mismo, como sería la imagen de andar perdidos por un laberinto donde todos los recodos y corredores nos parecen iguales y que ya los hemos recorrido en algún momento. Esto también se encuentra reforzado por el hecho de que no solo se repiten las tres únicas rimas, también hay unos cuantos versos –estos tres concretamente: “laberinto perdedero”, “entras y no sales luego” y “dédalo, nudo, crucero”– que se esparcen por la composición, repitiéndose.
Ahora os dejo como tarea para vuestro disfrute encontrar palabras repetidas, que las hay, desperdigadas por todo el poema. En suma, podemos decir que en esta composición nos da la sensación de que no se avanza, que siempre se está en un mismo punto, tal como ocurriría con la situación física de pérdida laberíntica.
 
Por último, vamos a visitar a Polifemo de la página 118. Si os fijáis, como base de la composición encontramos tercetos monorrimos –tres versos seguidos con la misma rima– junto a este verso que se repite y que podemos llamarlo estribillo: “ten mucho ojito conmigo”. Pero hay algo más, al lado de este verso que se repite vamos a encontrar otro con la misma rima que hace de “puente” entre los tercetos y el estribillo.
Me detengo a explicaros este tipo de composición porque es una de las más antiguas de la poesía castellana, procedente de la lírica mozárabe, y tengo que confesaros que me resultó emocionante reconocerla aquí. El ZÉJEL, como así se denomina, tiene la siguiente estructura métrica en nuestro poema: aa-bbb-aa-ccc-aa-ddd-aaa.
Dice Domínguez Caparrós en su libro Elementos de métrica española (p. 114): “de origen mozárabe, el zéjel se emplea en canciones de amor y preferentemente en las de escarnio. Su uso llega hasta el siglo XVII”. Pues bien, en nuestro caso el “escarnio” está más que probado: el protagonista es Polifemo, un tipo descomunal de un solo ojo y con las entendederas algo cortas.
Os copio el inicio de un conocido zéjel de Gil Vicente (nacido en 1465, unos tiempos en que portugueses y españoles éramos tan hermanos que compartíamos incluso literatura) que se encuentra en su Auto de Casandra, y que tal vez reconozcáis:
 
Dicen que me case yo;
no quiero marido, no.
Más quiero vivir segura,
n’esta tierra a mi soltura,
que no estar en aventura
si casaré bien o no:
Dicen que me case yo;
no quiero marido, no.
 
Y con este zéjel nos despedimos de Un hilo me liga a vos, así como también de este último trimestre de Atrapaversos.  
Vayan, pues, mis mejores deseos de lecturas poéticas para el año próximo.
Besos y Versos,
Estrella Ortiz