UN HILO ME LIGA A VOS, 2
UN HILO ME LIGA A VOS, 2
Continuamos con el hilo de nuestra lectura, esta semana hasta la página 93, con la historia de Narciso y Eco.
Como os comentaba la entrada anterior, dado que los mitos están relatados en prosa en el libro y no necesitan ningún comentario adicional, vamos a aprovechar para detenernos en algunas de las formas métricas que la autora ha elegido para componer los poemas.
Ya vimos la LIRA en la primera entrega, y hoy nos detendremos en el Soneto y el Ovillejo.
El SONETO es la composición culta por excelencia de la lírica española. Procede de Italia, pero en España ya lo adopta el Marqués de Santillana en el siglo XV. El soneto tiene una estructura cerrada: catorce versos distribuidos en cuatro estrofas: dos cuartetos a los que les siguen dos tercetos. Sus versos son de arte mayor, es decir, de más de ocho sílabas, generalmente de 11 –eneasílabos–; y cuando son de arte menor se denominan Sonetillos. Es una composición que se ha prestado a múltiples variaciones y que se ha cultivado con frecuencia en nuestra literatura, sobre todo en el Siglo de Oro, el Modernismo y la Generación del 27.
En nuestro libro nos lo vamos a encontrar empleado en el poema de inicio “Este hilo” (p. 14) y para las historias del rey Midas (p. 15), Orfeo y Eurídice (p. 32), Minotauro (p. 50), Píramo y Tisbe (p.80), Sísifo (p. 96), Casandra (p. 108), Endimión y la luna (p. 112), Argos (p. 133) y por último en Soneto del mochuelo (p. 140).
Os invito a que sigáis el patrón de la rima en cada composición, pues si bien todos los versos son de once sílabas, la alternancia de la rima que se produce en las estrofas varía de un poema a otro. Eso sí, dentro de las opciones clásicas.
Por poner dos ejemplos, el primer soneto de la página 14 sigue este esquema: ABBA, ABBA, CDC, DCD (lo que sería lo mismo, pero en versión más larga: eves-idos-inos-eve, eben-ibro-ilos-ebe, iendo-aron-iempo, antos-iendo-ado).
Y el segundo ejemplo que propongo –para compararlo con el anterior– es precisamente el último del libro, que se encuentra en la página 140, y tiene dispuesta la rima de este modo: AAAA, AAAA, BCD, BCD. Como vemos, muy diferente del anterior.
Espero que a partir de estos ejemplos se os haya despertado la curiosidad, y en la lectura de los poemas, además de disfrutar de la historia que se narra, os fijéis en su forma métrica más evidente a la que llamamos rima.
Ahora vamos a detenernos en el OVILLEJO, una composición que ciertamente viene a propósito del título del poemario, pues un ovillo dice diccionario que es una “bola o lío que se forma devanando hilo”. La palabra ovillejo, es pues su diminutivo.
Los ovillejos son auténticos juguetes poéticos que la autora maneja con maestría. Los diez versos que conforman el poema se reparten en tres pareados y una redondilla. Los pareados –estrofas de dos versos– de esta composición están formados por un primer verso de ocho sílabas y el segundo “quebrado”, es decir, más corto. La redondilla final es una estrofa de cuatro versos octosílabos que tiene la siguiente alternancia de rimas: abba
El artificio de esta composición reside en que en el último verso de la redondilla se incluyen –del modo más integrado posible– los tres versos quebrados. Figuradamente el poema ilustra cómo todos los cabos sueltos se recogen al final en el ovillo.
A lo largo del poemario nos encontraremos unos cuantos poemas con esta estructura: el de la ninfa Eurídice (p. 30), Ariadna y Teseo (p. 48), Palas Atenea y Aracne (p. 62), las tres moiras (p. 70), Pandora (p. 102) y Penélope (p. 132). Espero que disfrutéis con ellos. Lo merecen.
Estos ovillejos tuvieron gran popularidad a raíz de que Cervantes los utilizara en El Quijote y La ilustre fregona. Aquí os transcribo, de este autor precisamente, el primer ovillejo conocido suyo (muy famoso, por cierto):
¿Quién menoscaba mis bienes?
Desdenes.
Y ¿quién aumenta mis duelos?
Los celos.
Y ¿quién prueba mi paciencia?
Ausencia.
De este modo, en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza
desdenes, celos y ausencia.
A continuación os transcribo el bello Ovillejo de Ariadna Teseo (p. 48), en el que la autora nos muestra la razón del título del libro:
–Tomad esta arma sin filo,
–¡Un hilo!
–Porque todo cuanto os diga…
–Me liga.
–Y me jurasteis amor.
–¡A vos!
–Pues venceremos los dos.
Sostened este ovillejo:
sabed que, aunque estemos lejos,
un hilo me liga a vos.
Según avanzamos en la lectura, más comprendemos que el título del libro la autora lo ha elegido con mucho “sentido”, pues no paramos de encontrar referencias al hilo en los diversos temas y poemas.
La metáfora del hilo como conductor del discurso está muy integrada en la cultura, y la autora –ya en el primer poema– le da un significado de continuidad con la tradición y dice: “No sueltes esta hebra que te tiendo / y a mí gentes más viejas me dejaron”. Además, la figura del hilo ilustra y equipara lo que en sí eran las labores del tejido (de ahí la palabra “texto”) con la emisión ordenada de las palabras hacia un significado claro. No una emisión de palabras sin sentido, sino un discurso de palabras “hiladas” unas con otras.
Si queréis seguir un poco más este tema, aquí os paso el enlace de un artículo que escribí a propósito de ello para la revista Tantágora titulado “El hilo de la memoria. Una metáfora del discurso narrativo”:
https://estrellaortiz.es/publicaciones/articulos/el-hilo-de-la-memoria/
Nos vemos en los versos, estimada Comunidad del Anillo. Feliz lectura, y hasta la próxima semana,
Estrella Ortiz