4ª parte. Hasta el final.
Libro que estamos comentando:
Un bien relativo
Termina UN BIEN RELATIVO y todavía me pregunto el origen del título. Solo en los ultimos capítulos, cuando los guardias civiles reflexionan sobre la moralidad de la entrega de bebés a padres que dicen que los van a criar mejor, Cano, que es más impetuoso, critica duramente la actitud de la Iglesia que favorece y se favorece con esta práctica. Karen, que en toda la novela tiene un sentido mas prágmático de la vida, relativiza conductas que ocurrieron hace treinta y cinco años y no quiere ni criticar ni justificar a los que participaron en actividades como las que ocurrieron en la clínica Nuestra Señora de las Nieves.
Aparecen, entonces, términos como "un bien relativo" o "un mal necesario", aplicados a los hechos que aquí protagonizan sor Julia o Inmaculada respectivamente. Y también releo el epígrafe de Pérez Galdós que aparece al principio: "Lo bueno, lo perfecto, ¿dónde está? Gracias que Dios nos concede lo menos malo y el bien relativo". Hasta las manifestaciones del poder de Dios son, según Galdós, difíciles de entender.
Respecto al desenlace de la trama de esta supuesta novela negra, del supuesto asesinato de sor Julia y de las causas que lo promovieron, tengo que decir que, en mi opinión y por seguir con el símil de los colores, todo se queda en gris. Esto podría indicar que me he sentido decepcionado durante una primera lectura, pero al releer la escena en la que Conchita (ya suponíamos que es ella la misteriosa mujer que acompaña a sor Julia en su paseo por el camino en los alrededores de San Lorenzo de El Escorial) encuentra finalmente a la monja en el pueblo serrano y le pregunta por la identidad el bebé que su madre entregó en 1980, me doy cuenta de que la autora hace una elipsis desde el momento en el que la monja le da una respuesta desabrida a Conchita y la descripción de la bajada por el camino de esta última hasta la estación. En este lapsus de tiempo cualquier cosa ha podido suceder: que Conchita, como suponía Karen, haya empujado a la monja en un forcejeo provocándole una caida y la muerte, o que cada una haya tomado un camino diferente de vuelta a San Lorenzo y la monja haya tenido un accidente fortuito.
Parece que esta resolución de la muerte de sor Julia, que los lectores sí conocemos, pero que los investigadores solo pueden imaginar, va a quedar como un misterio en un caso sin resolver.
En el asunto de los bebés robados en la clínica de Nuestra Señora de las Nieves, los guardias civiles han conseguido atar más cabos. El doctor Martín, orgulloso de su trabajo en la clinica durante muchos años, declarará convencido sobre las bondades de las prácticas que dirigían el doctor Del Valle y sor Julia. Existen listados que pueden corroboran la conexión entre partos ficticios y donaciones cuantiosas de material médico, y también conseguirán declaraciones del antiguo personal que trabajaba hace años en la clínica. Sin embargo, será imposible determninar la responsabilidad de la Iglesia ni de las religiosas que estaba al cargo del establecimiento. Después de tantos años, la propia Iglesia fue consciente de que era necesario eliminar las pistas de las antiguas prácticas, eliminando archivos y relevando al personal responsable.
La vida no trató con igual fortuna a la familia de Inmaculada Sánchez. Marcados por el destino de las personas humildes, han ido pasando los años manteniéndose unidos y guardando el secreto que hizo que su padre se cayese por las escaleras y acabase con el sufrimiento de la familia. Una pequeña licencia que la autora se permite, y que sirve para hacer justicia a Inmaculada, sitúa a Conchita trabajando, después de tantos años, como criada externa en la casa de su hermano secreto Francisco.
¿Llegarán algún día Conchita y Francisco a conocer la verdadera identidad de cada uno de ellos?