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3ª parte. Hasta el capítulo 47.

Libro que estamos comentando: 
Un bien relativo
Las dos líneas temporales que se entrelaza en UN BIEN RELATIVO continúan discurriendo separadamente, una en el Madrid de 1980 y otra en los alrededores de la capital en 2015, aunque ya se vislumbra que el nexo de unión entre ambas son los casos de bebés que nacieron en la imaginaria clínica Nuestra Señora de las Nieves de Madrid y que fueron entregados a familias pudientes que buscaban una descendencia que no podían conseguir por los métodos establecidos en esos años.
 
Por el suceso que se relata en esta novela no podemos hablar concretamente de lo que fue un escándalo y noticia hace unos años en todos los medios, el "caso de los niños robados", sin embargo, las prácticas que aquí se atribuyen a sor Julia podrían incluir cualquier tipo de transacción, voluntaria o no, entre mujeres que no podían quedarse con el niño que iban a concebir y otras que podían pagar para poder incluir como propio en el Registro Civil a un bebé que no habían parido; y todo esto realizado con la ayuda y colaboración de órdenes religionas que en esos años trabajaban en los servicios de ginecología de clínicas y hospitales.
 
Continúa sin mayor sobresalto el embarazo de Inmaculada, ya liberada de sus obligaciones laborales en las casas de familias "bien" del barrio de Salamanca y del maltrato de su marido. Incluso, el dinero que ha recibido por adelantado por la cesión de su futuro hijo le sirve para ofrecer a sus hijos pequeños detalles de bienestar, como poder ir a la piscina o que Conchita se pueda ir una tarde al cine con sus amigas. El tendero del barrio también se alegra de que a Inmaculada le vaya mejor y le liquide las deudas que arrastraba desde hace tiempo.
 
Conchita, además de hacerse cargo de los niños, puede también recuperar su ritmo de estudio en el instituto y compensar a las profesoras que han creído en ella en los momentos en los que tenía que suplir a su madre en las casa en las que limpiaba por horas.
 
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Niños robados, miniserie de televisión. Salvador Calvo. 2013
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En esos dias de tranquilidad y de bonaza económica, Inmaculada empieza a pensar en la posibilidad de separarse de su marido. Recordemos que el divorcio solo fue legal en España a partir de 1981, por lo que la pretensión de Inmaculada chocaba de frente con las actitudes más conservadoras de la sociedad española de la época y, concretamente con la del cura de su parroquia y de una de las señoras a las que pide ayuda.
 
También transcurre con tranquilidad la espera en la casa de la familia Beamonte. Solo tienen que ocultar, y no es nada fácil, que no se le note la falta de gravidez a su hija Mariola. Todo lo resuelven con los múltiples recursos de una familia pudiente: finca en el campo, casa en la playa de San Sebastián, vestidos holgados, atención de una ayudante alemana, etc.
 
En la actualidad de 2015, la teniente Blecker y el brigada Cano continúan su investigación para intentar desvelar la personalidad de la misteriosa acompañante de sor Julia en los caminos que rodean San Lorenzo de El Escorial.
 
Mantienen su buena relación personal y colaboran eficazmente en la investigación del entorno de sor Julia.en busca de lo que se repite varias veces en la novela: "¿qué ha hecho la monja para que alguien quiera su muerte?". La fuerte personalidad de la monja y su probada eficacia tiene por fuerza que esconder aristas que hayan entrado en conflicto con personas con las que se haya cruzado durante su extensa vida profesional.
 
Por un lado, los guardias civiles entrevistan al doctor Encinas, con el que la monja y su acompañante se cruzaron en el camino al restaurante La Horizontal; hablan con Pura Castro, la secretaria del doctor Del Valle; en la clínica hablan con sor Gabriela; con el forense doctor Benavides y con el personal del archivo de la clínica. Es en el archivo donde su perspicacia logra aportarles información más que significativa: la mujer que buscaba a sor Julia lo que en realidad buscaba era conocer los datos de un bebé que nació el 23 de agosto de 1980 y del que no queda constancia escrita. Allí, por primera vez son conscientes de que lo que ocurrió ese día fue un cambio de identificación en la filiación de un bebé, de una mujer apellidada Sánchez pasó a aparecer como el hijo de Mariola de Beamonte. La única manera que creen que puede ayudales a confirmar sus sospechas es imvestigar las costosas donaciones que las familias receptoras de los bebes hacían a la clínica.
 
El inexorable avance del embarazo de Inmaculada confluye con la vuelta de la madre y la hija Beamonte de su retiro en el camñpo. En la clínica, Inmaculada da a luz a un bebé que ni siquiera le  dan oportunidad de ver. A todo el mundo dirá que nació muerto, pero en la soledad de su habitación después del parto, Inmaculada se quedará llorando hasta que su hija Conchita llegue a visitarla.
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