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1ª parte. Hasta el capítulo 14

Libro que estamos comentando: 
Un asunto demasiado familiar
El día a día de una empresa familiar es suficiéntemente complicada para que, además, todos los miembros de la misma trabajen en ella y formen, casi en su totalidad, la plantilla de la misma. Si encima resulta que la empresa es una agencia de detectives en horas bajas y ubicada en un barrio popular, muy marcado por sus tradiciones y con una fuerte identidad gestada en su origen de antiguo municipio independiente (Sant Andreu), el resultado que podríamos esperar sería una novela con un índice muy alto de costumbrismo y de personajes y situaciones arquetipicas con sabor a barrio.
 
En declaraciones de su propia autora, Rosa Ribas reconoce que ha huído con premeditación del relato amable y costumbrista. Tambíen se declara opuesta a considerar la novela como una forma de realizar crítica social (https://elpais.com/cultura/2019/09/23/elemental/1569235033_282450.html) Piensa que, en este caso, el resultado rebajaría el interés del relato policial y lo situaría en un nivel inferior del resto de los géneros literarios.
 
En "Un asunto demasiado familiar" tambíen ha declarado que ha intentado contar la historia de una familia y las relaciones que se establecen entre sus miembros, marcados, eso sí, por su trabajo en la agencia Hernández Detectives
Ella, que siempre has escrito desde la distancia (lleva muchos años viviendo y trabajando en Alemania, aunque viaja frecuentemente a Barcelona y a El Prat, donde nació) y desde la añoranza, esta vez lo hace situando a sus personajes en la actualidad, en el día de hoy.
 
La sede de Hernández Detectives se ubica en la misma casa familiar donde conviven el matrimonio de Lola y Mateo con su hija Amalia, que recientemente ha vuelto después de una relación fallida. Marc, el único hijo, frecuenta la casa por razones de trabajo y también porque encuentra consuelo para soportar un matrimonio que va a la deriva. Completa la plantilla Daniel Ayala, el encargado de hacer el trabajo sucio, un personaje un poco enigmático del que se adivina como principal cualidad su falta de escrúpulos y una rocosa fidelidad a Mateo
 
En estos momentos, la agencia y la familia vive unos momentos de incertidumbre y desasosiego. Nora, la hija más capaz para las labores detectivescas, crea un trauma en todos y cada uno de los miembros de la familia. De puertas afuera, Nora se ha marchado de viaje, pero en la casa se instala una tristeza y una impotencia por no saber las causas por las que se ha marchado inesperadamente y sin dar explicaciones. También se desconoce el lugar donde se encuentra y las condiciones en las que está. Esta incertidumbre minará aun más la delicada estabilidad que mantiene fusionada la unidad familiar.
 
Casualmente otra desaparición es el primer caso de la agencia del que los lectores tenemos noticia. A su puerta llama un empresario de éxito del barrio, Carlos Guzmán, partícipe en oscuros negocios que le hacen temer lo peor respecto a la desaparición de su hijo. La ausencia de Nora ha producido una extraña reacción en la agencia: prohibido ocuparse de desapariciones; si hay que encontrar a personas perdidas, tiene que dedicarse ese tiempo a buscar a la hija mayor. Ante la negativa de Mateo a ocuparse del caso, Carlos Guzmán insiste, presionando al detective con hacer público un oscuro delito en los que se vio implicado en su juventud. 
 
Esta primera parte está marcada, sin embargo, por la enfermedad sin nombre de Lola, una enfermedad mental que alterna con extraños casos de lucidez, en los que es capaz de vislumbrar, con una mágica clarividencia, los entresijos más secretos de los casos de los que se ocupa la agencia.