Octubre, noviembre y diciembre
Queridas viajeras, queridos viajeros:
¿Cómo estáis?
Finalizamos nuestra estancia lectora en la Provenza con este comentario final de Un año en Provenza de Peter Mayle.
En octubre, noviembre y diciembre, seguimos descubriendo maravillas gastronómicas francesas, algunas muy sencillas (y hasta peligrosas) como la recolección de setas. Por cierto, ¿qué pensáis del equipamiento del recolector de setas? ¡Una bolsa de plástico! Afortunadamente, hoy en día esto no está permitido: las cestas permiten la dispersión de las esporas.
Soy recolectora de setas (sólo conozco tres variedades comestibles: de cardo, champiñones y níscalos) y he de decir que sí. Que las setas silvestres huelen a bosque, a tierra, a humedad. ¿Recolectáis setas?
Luego está el pan. No he comido pan en Francia, no sé si la fama que le precede es producto de un buen marketing o es tan delicioso como todo el mundo dice. Es cierto que la repostería y la panadería francesas tienen una reputación fantástica. Me gusta muchísimo el pan y creo que mi integridad física (o la del pan) correría un grave riesgo conmigo cerca...
Fiestas en las que se celebra la embriaguez. Fiestas que se planean astutamente para acelerar el término de unas obras interminables. Lo que continúa ocurriendo en estos capítulos es que las personas que rodean a la pareja inglesa son únicos, peculiares, muy extraños: el brutal Massot, el cenizo Faustin, el hombre para todo Menicucci... Desde luego, el más terrorífico es Massot...
Y la gastronomía, lo hemos ido viendo a lo largo del libro, es una parte esencial de la vida de la Provenza. Peter y Jennie están completamente enamorados de la gastronomía francesa, y de sus caldos: aceite de oliva, trufas, setas, pan, vinos, foie gras, champan...
La parte en la que comienzan a aparecer bomberos, el cartero, los basureros... para pedir el aguinaldo, me ha retrotraído a otras épocas. Esos calendarios que llegaban a casa en Navidad...
Peter Mayle y su esposa vivieron muchos y muy felices años en la Provenza francesa, si bien sabemos que hubo un momento que tuvieron que escapar... y se fueron una temporada a Estados Unidos. Regresaron a la Provenza, pero lo hicieron a un lugar nuevo del que no dieron ningún detalle. Y es que en la nota final del libro ya se entrevé cómo les cambió la vida su publicación. Debieron de padecer todo un asedio, ¡lectores sentados esperando su autógrafo! Como si fuesen unos influencers del siglo XXI.
Había tantas cosas que todavía no habíamos hecho o visto: nuestro francés todavía era una mezcla impresentable de mala gramática y argot de albañil, habíamos logrado perdernos, sin saber cómo, todo el festival de Aviñón, las carreras de asnos de Goult, el concurso de acordeón, la excursión de la familia de Faustin...
Os dejo algunos enlaces:
- Panes de Francia
- China ganó el Mundial del Pan en 2023 (Francia quedó en segundo lugar).
- El origen y significado del aguinaldo
- Cavaillon
- Parque Nacional de la Región del Luberon
- Este es el mejor libro de viajes para guiris jamás publicado: “Un año en Provenza en un grandísimo relato sobre lo rara que resulta la vida rural para la gente de ciudad”
Contadme qué os ha parecido este libro amable de Peter Mayle. A mí, lo confieso, me ha abierto el apetito de una manera, que yo calificaría, de dramática. Y, a raíz del artículo-reseña que os enlazo, ¿habéis leído algún otro libro de estas características? ¿Os acordáis de Entre limones, de Chris Martin? ¿Qué libro os gustó más?
¿Nos leemos?