La trilogía de Nueva York, I
Bienvenidas, bienvenidos, retomamos la actividad tras el parón veraniego y lo hacemos con un libro de un autor muy popular y querido, Paul Auster, quien, como sabéis, falleció a finales del pasado mes de abril. Os propongo leer La trilogía de Nueva York, una de sus novelas más prestigiosas (bueno, en realidad un libro que son tres libros).
Pero antes de meternos en harina, como es habitual cada vez que empezamos libro, unas cuantas recomendaciones prácticas:
- En primer lugar hablemos del libro. La edición que yo tengo es la de Seix Barral que no es una edición crítica, y que tiene los tres libros en un único volumen. El libro tiene 350 páginas y se lee cómodamente.
- En segundo lugar una cuestión de ritmo. Como os decía, el libro tiene 350 páginas, así que en unas cuatro o cinco semanas, leyendo con calma, lo habremos terminado.
- Los comentarios. Al igual que en los clubes de lectura presenciales estos clubes de lectura virtuales se nutren de vuestras aportaciones. Sentíos libres para comentar lo que os apetezca: lo que os haya sugerido el texto, algún detalle, alguna reflexión, algo al hilo de lo leído, dudas, cuestiones sobre el estilo o la estructura, curiosidades, lo que os ha provocado, otras lecturas que os recuerde... en fin, lo que queráis. Igualmente os animo a comentar los comentarios de otros participantes del club e ir ampliando los hilos y las conversaciones. Los comentarios no están moderados, pero sólo podemos hacerlos (y leerlos) los participantes del club de lectura.
- Ah, una última cosa, os rogaría que incluyerais una imagen en vuestra cuenta (una foto de perfil), no hace falta que seáis vosotros, vosotras, pero es que si no todos los perfiles salen con la misma imagen por defecto y resulta bastante feo (y confuso).
Esta primera entrada con notas e introducción es algo más larga de lo habitual, espero que también os resulte interesante.
LA TRILOGÍA DE NUEVA YORK
Auster (1947-2024) ha sido un novelista muy leído desde que, a mediados de los años 80 del pasado siglo, publicara esta trilogía. Fue un escritor muy comprometido (política y socialmente) que recibió el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 2006. No sé en vuestro caso, pero yo he disfrutado de muchas de sus novelas: Leviatán, La música del azar, El palacio de la luna, La noche del oráculo… y un librito fascinante de su colaboración en radio titulado Creía que mi padre era Dios.
En esta ocasión vamos a leer La trilogía de Nueva York, una suma de tres relatos largos: “Ciudad de cristal”, “Fantasmas” y “La habitación cerrada” que tienen en común el estar protagonizados por tres detectives. Se trata, por lo tanto, de un libro de género policiaco y misterio, pero no sólo, puesto que también aparecen muchos de los elementos recurrentes en la obra de Auster: el azar, la identidad, la voluntad, la particular manera del autor de entender el suspense, etc. De hecho, en la contraportada del ejemplar que manejo se llega a afirmar que este libro “es un clásico contemporáneo que reinventa el género policiaco y que invita a los lectores a participar en un juego de espejos e identidades”.
ESTA SEMANA
Como es habitual en cada vez que comenzamos una nueva lectura, os propongo que las dos primeras semanas no sea mucho el número de páginas que leamos (puesto que todavía está abierto el plazo de inscripción y puede haber personas que se apunten; de esta manera no tomamos mucha distancia para cuando lleguen). Por lo tanto esta semana os propongo leer hasta la página 60 de mi edición, es decir, los seis primeros capítulos de “Ciudad de cristal”.
Me parece fascinante cómo se va metiendo uno en una novela que es, al mismo tiempo, una especie de metanovela, reflexión sobre el lenguaje y la escritura a cada paso y hasta en los detalles más pequeños. Fijaos, por ejemplo, sólo en los nombres: Daniel Quinn, que es escritor, es el protagonista de esta novela, pero asume el nombre de Paul Auster (qué locura de juego de espejos) que es quien realmente escribe. Por otro lado Peter Stillman, Stillman significa algo así como el hombre quieto, inmóvil, tal como fue su terrible infancia y lo que supuso para él. Este hombre inmóvil está al cuidado de una enfermera que se llama Saavedra (ejem, como un tal Miguel de Cervantes Saavedra). Por otro lado, cuando Daniel Quinn escribe utiliza un seudónimo que es William Wilson, William como Shakespeare, pero por insistir: William Wilson, es decir, William hijo de William. Y a todo ello le podemos sumar las reflexiones sobre el lenguaje, la idea del lenguaje natural, el lenguaje de Dios, todas las referencias a Babel… Somos hijos de una manera de contar y entender el mundo, la palabra es mucho más que sólo la palabra, no tener palabras es estar solo, es estar inmóvil. Es no estar. ¿No os parece deslumbrante?
Os dejo a vosotros que indaguéis un poco sobre el nombre de Daniel Quinn, cuyo protagonista es un detective llamado Max Work (¿Trabajo Máximo?). Es que no da puntada sin hilo.
Y todo esto enredado en una trama en la que el azar (esas llamadas de teléfono) juega un papel muy relevante (detonante de toda la acción, de hecho) y en la que, además, hay un enredo policíaco, ¡es maravilloso!
Por hoy ya no comento más, que la entrada se está haciendo muy larga.
Os leo en los comentarios.
Pasad una feliz semana,
Pep Bruno