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2º parte. Hasta el capítulo EDIFICAR LA REALIDAD

Libro que estamos comentando: 
Todo lo mejor
Puede parecer, para los que tenemos edad de recordar la Alemania pre-reunificacion, que los años 80 estaban muy lejos de la época gris y oscura de los años de la guerra fría que siguieron al fin de la segunda guerra mundial. Sin embargo, los regímenes socialistas del Pacto de Varsovia, aunque ya mostraban debilidades estructurales, todavía mantenían un control férreo sobre las conciencias y las actividades públicas de sus ciudadanos.
 
Como se apunta en referencias fugaces en TODO LO MEJOR, Yuri Andropov, en el momento histórico en el que se sitúa la novela, entre 1982 y 1984, era el Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética, mientras que la República Democrática Alemana estaba gobernada por el viejo guardián de las esencias comunistas, Erich Honecker.
 
Hasta estas alturas de la novela nada hace suponer que el bloque comunista este a punto de colapsar; algunos comentarios irónicos y los comportamientos poco ortodoxos de ciertos personajes del régimen dejan vislumbrar que solo el control que ejercían los todopoderosos servicios de seguridad sobre la sociedad sostenía unos estados  que eran incapaces de competir de igual a igual en la confrontación con los países del bloque occidental. El poder y la influencia de estos órganos de seguridad se podía deducir si se tenía en cuenta que Andropov ocupó el cargo de Secretario General de la Unión Soviética directamente desde su puesto de Director del KGB. El Muro de Berlín, el símbolo de la guerra fría, caería el 9 de noviembre de 1989.
 
Los personajes con los que ya nos hemos familiarizado, Viktor, Otto, Erika, Annike, Rudi, Markus Wolf, Birgit, etc., forman parte del caleidoscopio en el que se ha convertido TODO LO MEJOR. Parece una novela coral en la que cada una de las tramas sirven para dar cohesión al que considero que es el tema principal de la novela: describir la época histórica que precede a la caída del muro de Berlín a través de las luchas entre los servicios de inteligencia que convivían en Berlín, la STASI, el KGB y el Servicio Federal de Inteligencia (BND) de la Alemania Federal.
 
En esta parte de la novela, la tarea principal que el gobierno socialista alemán ha encargado a Viktor, el descubrimiento de un topo que socaba los cimientos del Ministerio para la Seguridad del Estado transfiriendo información a la Alemania Occidental, pasa a segundo plano. Otros quehaceres más urgentes ocupan el tiempo de Viktor y su compañero y amigo Otto Bauer. 
 
El primero es investigar quienes son los responsables del atentado que ha estado a punto de costar la vida al comandante del KGB, Viktor Lavrov.  Mientras tanto, siguen recabando información sobre el caso de los cadáveres de niños desconocidos que se han encontrado en los alrededores de Berlín con síntomas de haberles extraído la sangre. Gracias a Birgit llegan a la conclusión de que los cadáveres de los niños no podían proceder de la RDA, por lo que el culpable de los asesinatos tiene que ser alguien con facilidad para traspasar las fronteras de las dos Alemanias, y que, seguro, al otro lado del muro también tienen que haber más cadáveres sin identificar.
El muro de Berlín y la Puerta de Brandenburgo. 1980
La investigación, además de ser discreta, en un país donde repetidamente se ha manifestado por parte de las autoridades que los asesinos en serie no existen, se encamina por tres vías:
- conectar con grupos o enfermos de hematodixia y encontrar el paradero, si es que todavía vive, de Mirta Schäfer, la compañera del enfermo ingresado en el hospital de Beelitz-Heitstätten Wolfgang Fraatz.
- investigar a los grupos de hematofílicos de Berlín.
- contactar con Max, el antiguo amigo de Otto para resolver los interrogantes en el Berlín occidental.
 
Con todos estos indicios se hace imprescindible pasar de forma discreta y secreta al otro lado del muro para recabar información. 
 
Mientras tanto, Viktor, además de colaborar como nexo entre la STASI y el KGB, actúa muy eficazmente contra los grupos de agentes de la BND que actúan en Berlín: descubre sus contactos, recoge información y consigue que actúen en su beneficio. En este contexto se producen fricciones entre los dos servicios de investigación, el soviético y el alemán oriental. El primero tiene una importante red oculta de agentes, de la que Viktor forma parte, que trabajan a escondidas de los alemanes. 
 
El autor sitúa al portagonista en esa delicada línea en la que tiene que hacer compatibilizar su fidelidad a su país con los intereses de la ideología comunista.  En estas luchas encubiertas entre servicios secretos es donde surge, para mí, el mayor atractivo de la novela, es cuando TODO LO MEJOR alcanza un lugar relevante dentro del género de espías de los último años.
 
Hay otras tramas paralelas que aportan verosimilitud a la historia criminal y de espías añadiendo detalles de los personajes o ampliando el foco a detalles que en la narración principal no se puede percibir. Este es el caso del angustioso encierro del joven Niclas. Con la pormenorizada descripción de su miedo y su determinación por sobrevivir somos conscientes de numerosos detalles que rodean el escabroso caso de los cadáveres de niños sin identificar. Niños sacados de orfanatos sin ningún tipo de control administrativo por un personaje que usa su influencia y su poder para satisfacer su necesidad de obtener sangra humana. Y todo rodeado de un aire de filantropía que, independientemente del régimen político en el que suceda, adquiere tintes más siniestros si sucede en regímenes totalitarios.
 
Tampoco la relación amorosa de Viktor con Erika añade demasiado interés a la novela. El enamoramiento se estabiliza y la tensión sexual desaparece. Puede ser que Erika adopte posteriormente un papel protagonista en la trama de espionaje de la novela, pero hasta ahora su presencia es totalmente prescindible.
 
César Pérez Gellida alterna muy bien los escenarios de las distintas tramas de la novela. En cada una de ellas se avanza simultaneamente en busca de una comprensión total de lo que en ella sucede. A la vez, aporta numerosos detalles que ayudan a reconstruir la atmósfera de un Berlín dividido, el sistema político alemán y la vida cotidiana de esa época. Por eso se suceden continuas y acertadas referencias a marcas de automóviles como Trabant, Lada, Watburg, armas o calles y recorridos por el Berlín Oriental