Nuestros Clubes de Lectura

Literatura de viajes

Club de lectura de poesía.

Literatura juvenil

Clásicos universales

Novelas de género (novela negra, ciencia ficción, etc.)

3ª PARTE. Hasta NO ME PREOCUPA EN ABSOLUTO

Libro que estamos comentando: 
Tienes que mirar
Se acerca la hora de la verdad cuando ya han pasado 20 semanas de gestación. Conocimos a Anna Starobinets  con 16 semanas y ya no puede esperar más si decide definitivamente suspender el embarazo. Es el momento en el que las otras madres empiezan a disfrutar de su estado gestante, ya se les nota la tripita y empiezan a notar a su bebé moviéndose en su vientre. A ella le toca acabarlo en ese momento.
 
Las dudas acabaron con esos tres días que el protocolo instituye para que la afectada reciba atención psicológica si lo necesita y tenga tiempo suficiente para reflexionar. Finalmente, se fija la fecha de la hospitalización.
 
El texto relata con detalle la descripción, paso a paso, del proceso por el que Anna va a poner fin a su embarazo, contado con cierto tono de añoranza los momentos tan malos que pasó en Moscú, a diferencia de los pequeños detalles en Berlín que hacen la vida más fácil a la madre: desde la posibilidad de que la acompañe su marido durante su estancia en la Charité a la ausencia de las ridículas calzas. Como ella confiesa: "Es difícil decir qué es lo que más me asombra, si la propuesta de mover las camas para dormir juntos o la de ir a una cafetería para relajarnos".
 
No deja de pensar en lo que habría pasado si se hubiera quedado en Rusia y hubiera tenido que estar ingresada en un hospital una a dos semanas, sola, sin nadie que le acompañase por la noche.
 
En ningún momento se refiere a su situación privilegiada en Berlín. Parece que tiene cierto complejo de culpabilidad por estar allí mientras muchas mujeres rusas tienen que soportar las penalidades del sistema.  Aunque no todo es culpa del sistema. Hay algo en el alma rusa que trasciende, para bien o para mal, el alcance de las medidas sanitarias en cada momento: quien acuda a abortar está hurtando una vida a una sociedad que necesita de todos sus individuos para prosperar. Quien, aun así, lo hace, no merece aliviar su dolor en ningún caso.
 
Anna resalta, y a ella misma le cuesta aceptarlo, que la diferencia entre el hospital Charité y el Hospital de enfermedades infecciosas de Sokolinaya Gorá es la frase de una enfermera alemana: "No hay ninguna razón para sentir dolor".
 
Lo que sigue es la descripción de un parto provocado en el que no nacerá ningún bebé vivo. Cada profesional que participará en la intervención acude a la habitación para explicarle cómo debería suceder todo. Con Anna Starobinets hablan el médico, el anestesista, una representante de la comunidad protestante y, por último. la matrona de guardia. Será ella quien inicie el proceso con una pastilla de mifepristona para engañar al cuerpo, haciendo que este inicie el parto.
 
Anna confiesa: "todo sucede como en un teatro". Con dolores soportables, es capaz de estar plenamente consciente en esos instantes, ni siquiera necesita la ayuda de la epidural. El parto es rápido, no hay lloros de bebés ni casi de la parturienta. Todo ocurre rápidamente y el bebé muerto desaparece de la sala de partos sin que la madre pueda abrazar por primera y única vez a su hijo.
 
Anna no quiso escuchar a quienes le recomendaron mirar a su hijo. Le aseguraron que se iba a arrepentir y que no iba a dormir en paz si no miraba frente a frente al bebé muerto.
De vuelta a Moscú quedan todavía heridas sin cerrar. Anna sufre ataques de pánico, le falta el aire y no puede respirar. Por las noches tiene pesadillas en las que, invariablemente, aparece el Minitejón como un niño sin rostro.
 
En Berlín se produce el entierro del bebé, en una fosa común de un cementerio cualquiera, cosido tras una autopsia que pueda aportar más conocimiento sobre la enfermedad renal que ha sufrido el bebé.
 
En su entorno, todos pasan de puntillas sobre el trauma de Anna. Prefieren no recordar los momentos pasados tan dolorosos, Sin embargo, Anna quiere hablar de su hijo muerto, no tiene miedo a contarlo, no necesita olvidarse de ello, ni distraerse. Al fin y al cabo, la realidad le acerca a los meses que ha estado embarazada del Minitejón. Además, su libro está deteniendo bastante éxito en España.
 
Anna habla con su hija. Le cuenta las posibilidades que Sasha tiene de trasmitir la enfermedad a sus hijos en el futuro. Recibe los resultado de los análisis: en blanco, no se han encontrado mutaciones en los lugares más probables. En resumen, tiene hasta un 50% de posibilidades de repetir la malformación en embarazos sucesivos.
 
Para ella es tan importante conocer los resultados porque se ha convertido en una obsesión volver a quedarse embarazada. Ella y su marido discuten sobre la posibilidad de tener otro hijo. Sasha no quiere, pero su mujer lo necesita. La consecuencia es de lo más prosaica: se compran un perro.
 
En Moscú, y pasados varios meses, Anna se siente enferma, con ganas de tener otro hijo, pero sin fuerzas, ni físicas, ni anímicas. Los mismos síntomas tiene también su hija. No pueden respirar, tienen dolores de cabeza, náuseas ...
 
Un amigo que ha pasado por un proceso similar reconoce estos síntomas y le dice que tiene neurosis y que tiene que ir al psicólogo. Ahora le va a tocar reconstruirse por dentro.