Nuestros Clubes de Lectura

Literatura de viajes

Club de lectura de poesía.

Literatura juvenil

Clásicos universales

Novelas de género (novela negra, ciencia ficción, etc.)

TESTIGO DE UNO MISMO, 3

Libro que estamos comentando: 
Testigo de uno mismo

TESTIGO DE UNO MISMO, 3
 
 
Buen día, amantes de la poesía, esta semana nuestro propósito de lectura va desde el poema “Ojalá” de la página 100 hasta el final del apartado de sonetos que se titula Sonetos de un testigo de la página 148.
 
En vuestras aportaciones de la semana pasada se comentaba el poema “Rabia” (p. 87) en el que se habla de este sentimiento y en la que el poeta nos dice que solo hay una forma de curarla / y es invadirla con el buen amor. Esto me da pie para haceros notar algunos de los poemas en los que se desarrollan muy diferentes sentimientos.
En “La náusea” (p. 63) dice que es ella la que nos defiende de los malditos y los tenebrosos; y para lo que es su costumbre, no los salva de su maldad.  
En el poema que ya leímos de la página 45 titulado “Claves” nos habla de la tristeza como si este sentimiento invadiera toda su vida. Sin embargo, en “Llanto”, a pesar de todo, este lamento tiene su sentido, pues termina el soneto diciendo que con el llanto uno riega sus raíces.
 
En efecto, ya lo estamos viendo que Benedetti no es poeta de quedarse en lo oscuro. Aunque sea a través de un mínima rendija, allá que canta sobre lo bueno. Esta es la razón por la que vamos a seguir encontrando airosos sentimientos que se esparcen como semillas por todo el poemario: el amor, la alegría y la esperanza, entre otros, y de los que encontraremos múltiples menciones. Voy a poneros algunos ejemplos.
 
Respecto al sentimiento del amor, esto es lo que leemos en el poema “Claves”: ojalá que en el cándido arrabal / o en cualquier recoveco del otoño / más que confiado y menos que exigente / nos espere el amor el generoso. ¡Qué buen deseo! El amor lo presenta como salvador de nuestras pequeñas pasiones y sinsabores. Así acaba su poema “Imposibles” (p. 114): lo único posible es el amor / que en un puente del tiempo nos espera.
 
Veamos alguna de las numerosas menciones que encontramos a propósito de la esperanza. Dice en “Soneto con los míos” (p.136): qué bien si me conceden la esperanza. También vamos a encontrar dos sonetos dedicados totalmente a este sentimiento: “Soneto de lo posible” en la página 137 y “Soneto de la esperanza” en la 140. De lo más interesantes los dos, para mi gusto.
También destaco su poema “Vivir” (p.115) como un compendio de lo que el poeta considera bueno, y en el que acaba diciendo que hay que saber vivir con utopías / y con otras variantes de esperanza / y disfrutar lo mágico del beso / al menos siete veces por semana. Y por último, destaco “Semifinales” (p. 58) —que así es como denomina sus versos, por no decir últimos— en el que él mismo se sorprende dejando paso, a pesar de todo, en el cofre de la vida… a la esperanza.
 
Y respecto a la alegría, solo dejo aquí esta perla (de su poema “Despojos” de la página 46): llévense las monedas y blasones / llévense los honores y el presagio / ah pero no me quiten la alegría.
 
Podría continuar haciendo menciones a estos temas, pero lo dejo para vuestra lectura atenta, que a buen seguro encontrará muchas otras referencias que se ajusten a vuestro gusto particular. Mi propósito en esta semana está siendo despertar en vosotras-os esta mirada de los múltiples sentimientos que aparecen en los temas del poemario.
Ya me contaréis.
 
 
La próxima semana comentaré, entre otras cosas, los nombres propios de poetas a los que hace referencia Benedetti en sus versos. Son unos cuantos. Salvo estos nombres de literatos, solo encontramos un poema que hable en nombres propios, en el que la mirada del yo poético se detiene en un “aquí” concreto. Me refiero al poema titulado “Stadt city ville etc” de la página 105. En él se habla de algunas de las ciudades donde ha estado el poeta y lo que ha visto en ellas; pero adivinad cuál es para él la mejor postal de su muestrario. Y sí, claro, su querida Montevideo.
 
Para acabar este pequeño recorrido por los diversos temas que trata esta obra —hasta donde llevamos leído—, también quiero hacer mención de la palabra como salvadora de vida para el poeta. Este tema lo vamos a encontrar desarrollado en dos sonetos. En el titulado “La noria” (p. 142), el autor se queja ante sí mismo de que se repiten sus temas y su estilo, por lo que trasluce un cierto hastío, hasta el final en el que nos dice que entre tanta repetición de su escritura siempre encuentra una palabra / la que vuela. Me encanta esta alusión, pues es una constante muy antigua: ya Homero hablaba de las palabras aladas, en referencia a las palabras que vuelan como el viento, las que se dicen-cantan de viva voz. Bueno, ahí queda.
El otro soneto que viene a propósito, lo encontramos en la página 144, y es “Soneto del abandono”. También en este caso, en medio del desamparo y soledad, por fin abre su cofre la palabra y de ese modo la pasión pasa a ser mi abracadabra.
Este hecho vital en el que se presenta a la palabra como compañía y fuente de vida lo comparto totalmente; y es con este amor a la literatura, y a todo lo que nos regala, con lo que me despido esta semana.
 
Disfrutad de la palabra que tiende puentes y conecta con lo mejor de las personas.
Es lo que nos salva cada día y nos hace más humanos. Gracias, señor Benedetti.
 
Hasta la próxima semana. Y como siempre, mientras tanto, nos vemos en los versos,
 
Estrella Ortiz