TESTIGO DE UNO MISMO, 1
TESTIGO DE UNO MISMO, 1
Bienvenidas estimadas personas amantes de la poesía al club ATRAPAVERSOS. Comenzamos este año 2022 con la lectura de Mario Benedetti, Testigo de uno mismo, que distribuiremos del siguiente modo:
- Esta primera semana de febrero llegaremos hasta la página 51, con el poema “Vanidades”.
- Segunda semana, hasta la página 100, con el poema “Ojalá”.
- Tercera semana, hasta la página 148 con el poema “Soneto de la jaula”, que coincide con el final del apartado Sonetos de un testigo.
- Y en la última semana de este mes de febrero leeremos completo el último apartado del libro: Siembras y cosechas.
Para comenzar nuestro camino poético, unas cuantas recomendaciones generales:
Tenemos muchas formas de acercarnos a un poema: a veces hay que comprenderlo, otras sencillamente nos emociona. Las mejores experiencias son una mezcla. En todo caso, siempre hemos de llevarlo a nuestro terreno, es decir, a nuestra propia capacidad y circunstancias vitales. Pues un poema es un mensaje de palabras calculadas y bellas que aterriza en un momento concreto de nuestra vida. Esta es una de las razones por las que la poesía tiene muchas lecturas, no solo de diferentes lectores, sino de diferentes momentos de ese lector o lectora.
Otra cuestión importante a la hora de leer poesía es tener la certeza de que en un libro de poemas va a ser raro que todos nos gusten, a veces serán solo unos pocos, en otros casos incluso únicamente uno. ¡Y ya por eso merecerá la pena el libro entero! Esto es así porque cuando encontramos un poema que nos habla especialmente, se produce un deslumbramiento por el cual ese texto pasa a formar parte de nuestra percepción de las cosas, las emociones, el mundo; en resumen, que empieza a ser parte de nuestra vida. Bienvenido sea, pues, ese único poema.
Me gustaría insistir en lo siguiente: de vez en cuando lee los poemas en voz alta, a solas si es tu deseo, pero lee en voz alta. Me atrevo a asegurar que al autor-a mientras los escribía, también le sonaron las palabras dentro de sí. Leer un poema de viva voz hace que nos impregne, que forme parte de nuestro cuerpo, que se vuelva más nuestro. ¡Haz la prueba!
La lectura de poesía es una lectura de relectura. Si devoramos el libro tal vez se nos escapen matices; por el contrario, si volvemos sobre lo que nos ha llamado más la atención, incluso si nos planteamos aprender el verso o versos que más nos han gustado, el poema se queda con nosotros-as, se incorpora (in-corpore), y nos habita.
Después de todo eso es lo que se persigue con la lectura, que esta sea significativa, que nos acompañe, que nos abra nuevos horizontes. ¡Qué placer ser esa casa donde los poemas pueden quedarse un tiempo, tal vez para siempre!
Tras estas recomendaciones generales, centremos nuestra atención en la lectura de este mes.
Mario Benedetti está reconocido por su “sencillez expresiva” ¿qué quiere decir esto? En primer lugar, que es un autor que utiliza pocos recursos retóricos, va al centro de lo que quiere decir con un lenguaje comprensible y directo. Encontraremos pocas metáforas que nos desconcierten, pocas situaciones que se alejen del realismo, de la experiencia común a los mortales.
En lo formal también resulta fácil de leer: a lo largo del libro nos vamos a encontrar con una gran regularidad métrica, que me atrevería a decir “oral”. Esta es la razón por la que ha sido un autor muy cantado, gracias a la claridad de su mensaje que comentaba más arriba y al ritmo marcado de sus versos. La mayoría de ellos son endecasílabos (de 11 sílabas) y octosílabos (8 sílabas). Con algunas excepciones, por supuesto. Esta regularidad métrica, aun cuando no haya rima, produce una cadencia rítmica muy agradable al oído.
Respecto a la rima, encontraremos numerosas composiciones con rima asonante en los versos pares, y en bastantes ocasiones con los versos distribuidos en estrofas regulares de cuatro versos. Una forma de componer muy popular: son las conocidas coplas de la poesía tradicional. También vamos a encontrar en este libro una gran colección de sonetos, de hecho hay un apartado —que comienza en la página 129— titulado "Sonetos de un testigo" solo con este tipo de composición.
Respecto a los temas que trata el autor, Testigo de uno mismo es un libro que rezuma sabiduría, está escrito desde la madurez y la tranquilidad de la vida vivida. Nos damos cuenta desde los primeros versos de que al poeta no le están pasando las cosas en ese momento, sino que la voz poética está continuamente haciendo reflexiones y sacando conclusiones sobre lo ya vivido. Por fortuna para nosotros-as, su filosofía de la vida es muy amable y, a pesar de todos los pesares, destaca el amor y la esperanza como sostén inquebrantable de la existencia.
Por último, una indicación respecto a la sintaxis. Al poco de iniciar la lectura vamos a darnos cuenta de que el poeta no utiliza signos de puntuación, ni siquiera para remarcar el punto final. Hay dos razones por las que no los echaremos de menos como lectores: por un lado, su distribución estrófica casi siempre está en consonancia con lo que quiere decir —se sigue con facilidad el hilo de su discurso—, y por el otro, en los versos se encuentran muy pocas alteraciones de la frase como sería el caso de los encabalgamientos. A menudo, eso sí, nos vamos a encontrar con el signo de la barra / en sustitución de esas comas que para el autor imaginamos que son indispensables.
En suma, esta sencillez del poeta también alcanza a su carencia de puntuación.
Como despedida os sugiero vivamente que tal y como decía más arriba, leáis estos poemas en voz alta. Con esta experiencia sonora vais a daros cuenta del hacer del poeta “de primera mano”. Y ojalá que os sea placentera.
Saludos, y ¡feliz lectura!
Como siempre, podéis dejar vuestros comentarios a propósito de la lectura, ya sabéis que estaré encantada de leeros,
Estrella Ortiz