1ª parte. Hasta que Bentley y Mary Lou descubren el depósito de libros.
Libro que estamos comentando:
Sinsonte
SINSONTE es un pájaro originario de Norteamérica y Centroamérica, célebre por su bello canto. En esta primera parte no sabremos todavía el motivo por el que aparece en el título de esta novela de Walter Tevis.
Merece la pena, no obstante, comentar una curiosidad sobre el nombre de esta pájaro, que tiene que ver con otra muy famosa novela que ya hemos leído en estos clubes de lectura virtuales, MATAR A UN RUISEÑOR. El título original de SINSONTE es MOCKINGBIRD, el mismo pájaro que en MATAR A UN RUISEÑOR, TO KILL A MOCKINGBIRD. Es decir, en ambos casos es el mismo pájaro, pero en castellano se ha traducido como ruiseñor. La confusión proviene de que mockingbird es un pájaro del Nuevo Mundo y que los traductores, para facilitar la comprensión de los lectores españoles, lo tradujeron como ruiseñor (nightingale), aunque, como es evidente, no se trata de la misma ave.
Sirva esta anécdota para introducir una novela muy conocida en el ámbito de la ciencia ficción norteamericana, pero que en castellano llevaba muchos años descatalogada.
La novela, publicada recientemente por Impedimenta, ya fue lanzada al mercado a principios de los años 80 del pasado siglo con el título de EL PÁJARO BURLÓN, seguramente haciendo referencia a la capacidad que tiene el sinsonte de imitar sonidos y cantos de otros pájaros, además de hacerlo de forma muy estridente. Con este título lo podéis encontrar, en la edición original de Plaza y Janés, en varias bibliotecas de la región. Otra curiosidad es que en la primera edición se resaltaba un subtítulo muy ilustrativo, "El futuro en el que la raza humana ha cedido voluntariamente su libertad a las máquinas y a la tecnología".
El texto publicitario de la nota de prensa y de la contracubierta resume con bastante fidelidad lo que ocurre en esta primera parte y nos presenta a los tres principales personajes, Spofforth, un robot de última generación; Paul Bentley, un trabajador de la universidad que posee un extraño don, ha aprendido a leer por su cuenta, y Mary Lou Borne, una fugitiva libre y rebelde, que no se pliega a las directrices de la sociedad y que no consume ningún tipo de droga ni de tranquilizantes.
Robert Spofforth se presenta como una Máquina Nueve, uno de los pocos robots que quedan de una generación de máquinas perfeccionadas y plenamente conscientes de su propia condición, <<Las criaturas más fuertes y más inteligentes jamás fabricadas por el ser humano>>
En un Nueva York sombrío, despoblado y casi abandonado, se dirige hasta la azotea del Empire State a lanzarse al vacío. No es Sofforth un robot común, ni desde su constitución física (sube casi sin pestañear los 1860 escalones del rascacielos) ni tampoco desde su intelecto. No sabemos muy bien por qué quiere tirarse desde la azotea, pero sí leemos que algo se lo impide. Existe una barrera muy parecida a la tercera de las leyes de la robótica de Asimov, la que dice que un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley. Su cuerpo no le pertenece y solo un humano puede lograr que muera.
Para entender qué tipo de robot es Spofforth en unas cuantas páginas se describe al proceso de creación de una Máquina Nueve, la incorporación de sus cualidades y el conflicto de identidad que su propia existencia genera en la mente del robot.
En un cuerpo casi perfecto se ha copiado el cerebro de un científico, aunque con algunas modificaciones, como la incapacidad de suicidarse. Él es el único de su generación que ha sobrevivido, el resto ha acabado con su vida. "Era un robot Máquina Nueve, la herramienta más sofisticada jamás concebida por la inseguridad humana".
En un mundo futuro, en una época por ahora indeterminada, se produce una compleja convivencia entre los humanos y las máquinas más avanzadas. Los robots trabajan y la humanidad se debilita y se reduce, víctima de su propia inacción. Una sociedad de viejos se agota con los humos de los porros y las raciones de pastillas tranquilizantes. La humanidad ya no es necesaria en ese mundo. ¿Cómo se ha llegado a esa situación?
Hay más preguntas que certezas. ¿Cómo han desaparecido los libros y los textos escritos? ¿Se puede vivir sin carteles, sin anotaciones, sin listas de la compra, sin horarios en las puertas de los comercios, sin recetas del médico, sin correos electrónicos o sin mensajes de WhatsApp, por ejemplo?
Spofforth es una "herramienta", por lo tanto, es una máquina que tiene que tener una funcionalidad. En ese momento, es el decano de la Universidad de York tras sustituir al ordenador principal que se ha averiado. Allí dirige y toma las decisiones.
En una reunión de la cúpula universitaria le informan de que un profesor es capaz de leer, ha aprendido a leer, porque ya nadie sabe hacerlo. La lectura, la escritura, los libros y los textos escritos han desaparecido, o al menos han quedado como una curiosidad arqueológica que nadie es capaz de entender.
Paul Bentley no va a poder volver a dar clase en la Universidad, pero el decano le tiene preparado un encargo muy especial que solo él puede realizar. Tiene que transcribir los carteles que aparecen en las películas mudas que conserva la biblioteca de la Universidad.
A partir de ese momento Bentley nos cuenta en forma de diario lo que le sucede en su tarea de traductor y transcriptor. Descubre un mundo nuevo en las películas que visiona y, sobre todo, comprueba cómo ha cambiado el mundo y las gentes desde la época en que las películas se filmaron (primer tercio del siglo XX) hasta el mundo colapsado en el que él vive.
En sus momentos de descanso a Paul Bentley le gusta pasear por el Zoológico del Bronx y disfrutar de unos animales peculiarmente activos. En la Casa de los reptiles conocerá a una mujer muy especial, Mary Lou Borne, enigmática y muy diferente a las personas con las que está acostumbrado a tratar. Mary Lou vive al margen de la autoridad y los convencionalismos, no toma drogas ni pastillas y no da por ciertas ninguna de las advertencias que figuran en las Normas.
Ambos acaban, como no podía ser de otra manera, viviendo en la biblioteca casi abandonada en la que Bentley trabaja. Allí Mary Lou le cuenta el trabajo al que está dedicando la mayor parte de su tiempo, memorizar su vida. Esto será el germen de los diarios de Bentley y del ansia por aprender a leer y a escribir como él lo hace.