Finalizamos "Seda"

Queridas viajeras, queridos viajeros… empezamos la última semana de 2021 y terminamos nuestro viaje a Japón.
La sensación que tengo ahora mismo, respecto al conjunto de la obra, es esta: “inexplicable espectáculo, leve, que había sido su vida”. Y, sin embargo, fue tan rica en experiencias la vida de Hérve como tantas cosas se nos cuentan en Seda…
Leyendo los comentarios de nuestra compañera Inma sobre las repeticiones  y los términos o palabras que va introduciendo el autor para añadir significados, Inma reflexiona:” siempre hay algo que cambia. Un pequeño detalle. Es como si el autor nos quisiera decir que aunque nuestra vida nos parece monótona si nos fijamos siempre hay algo que cambia. Un es igual, pero no lo es”- Y esta mañana, ha llegado a mí un hilo de Twitter escrito por José Alejandro @a_todaletra , periodista y editor, en el que nos habla del cianómetro, un aparato que sirve para medir la intensidad del azul del cielo y que fue ideado por el naturalista y geólogo suizo Horace Bénèdict de Saussure en el siglo XVIII (Cianómetro. Artículo en Cultura Inquieta . La imagen que ilustra esta entrada, la he tomado del artículo.)
José Alejandro, termina ese fantástico hilo así: “De algún modo, el cianómetro (y este hilo) es una invitación a detenernos un tiempo en nuestra cotidianidad, a observar lo que nos envuelve, los pequeños matices que hacen que las cosas cambien y no resulten siempre iguales: a encontrar poesía solo con mirar un poco el cielo. “
Y, ahora, yo me/os pregunto: ¿no es maravillosa esta casualidad?
Volvemos a Seda.
En esta última parte de la novela, creo que es cuando Hérve cambia sensiblemente. En un primer momento, al volver de su viaje y no llegar a tiempo para la misa mayor, lo hace desesperanzado, sin huevos de gusanos de seda, con la certeza de no poder regresar nunca más. Los acontecimientos vividos en la aldea son terribles, el asesinado de ese chico que era el “mensaje de amor de la ama”, la partida de ella, envuelta en sedas y colores exóticos, ya completamente inalcanzable… La pérdida de todos los huevos. Y, por primera vez, el temor de nuestro comerciante francés de perder a su mujer. Por lo menos, la primera vez que lo verbaliza. Y el amor, que ya sabíamos que era inconmensurable, de Hélène. “Tú estabas muerto. (…) Y no quedaba ya nada hermoso en el mundo”.
La carta que recibe, presumiblemente de Japón, es otra circunstancia importante, otro hito en su vida. La carta, que es de Hélène, porque tenía al amor más profundo, ardiente y entregado, junto a él. Cuánto sufrimiento el de su mujer. Por otro lado, cuánta psicología, qué manera de entender esa relación entre su marido y aquélla, el misterio, la pérdida, el deseo, el anhelo… es una carta bellísima, hermosa, erótica, sutil… Y Madame Blanche, con sus anillos de flores azules, es una mujer habituada a escuchar, a resolver, y, sin embargo, esta historia la supera, le hace daño: “no volváis jamás a pedirme esto”. Cuando a la muerte de su mujer, viaja a París a ver a Madame Blanche… qué manera de describir sus sentimientos, tal vez, su arrepentimiento por no haberse dado cuenta antes: “continuaría oyendo aquellas palabras durante el resto de su vida”.
Escribí más arriba, que en esta última parte es cuando Hérve cambió de una manera más profunda, es más empezó a hacer cosas por los demás: construyó un parque y ayudó, con ello, a sus vecinos, relataba sus viajes a todos los que iban a visitarle, descubriéndoles el mundo… Y, tal vez, al marcharse Baldabiou, se convirtió un poco, también, en él.
No sé, pero tal vez la vida de Hérve fue de todo menos leve. Aunque sí, inexplicable.
Me gustaría que compartieseis vuestras opiniones, vuestros pareceres, incluso, vuestros sentimientos ante esta Seda que hemos tenido entre las manos y, acaso, nos ha tocado un poco el corazón. Y, me atrevo a preguntaros: ¿qué personaje es vuestro preferido? ¿Hay algún personaje que os haya caído mal, o, simplemente, le encontráis insufrible?
Nos leemos, lectores.