y 4 SAFO. POEMAS Y TESTIMONIOS
y 4 SAFO. POEMAS Y TESTIMONIOS
Buen lunes de otoño, estimadas personas ATRAPAVERSOS:
Hoy 27 de noviembre comenzamos el último tramo de lectura, la segunda parte de los Testimonios que van de la página 193 hasta su final en p. 237. Después, como sabéis, en el libro están las Notas y la Bibliografía.
En mi opinión, estaría bien que en el apartado de los Testimonios hubiera una reseña con la fecha de la época del autor que hace la referencia, para que el lector-a pueda hacerse una idea de cuánto tiempo ha transcurrido desde que vivió Safo hasta el tiempo en el que se hace la mención, en algunos casos muchos cientos de años. Como se puede comprobar las opiniones de sobre la poeta varían según quién y cuándo se hacen.
Nunca sabremos si fue cierto que Safo se suicidó por amor a Faón, o más bien fue una leyenda, a la más clara tradición patriarcal. Si os interesa especialmente el asunto podéis leer lo que comenta Luque a propósito de ello en la Introducción (páginas 15-17); también en el Testimonio “19. El salto de Léucade” de Estrabón, y que se encuentra en la p. 163, con su jugosa nota de la página 270; asimismo se encuentra referencia a este final en el último grupo de Testimonios 90-94 (páginas 213-217) con su nota (muy interesante) de la página 272.
No obstante, la referencia literaria más influyente para la posteridad sobre su muerte se encuentra en el último y más extenso texto de todos los Testimonios “101. Carta de Safo a Faón” (p.223) del famoso autor latino Ovidio (nacido en el año 43 a.C.), del que también os recomiendo que leáis la nota de Luque de la página 272.
Espero que hayáis disfrutado de este viaje de lectura. Lástima que no haya sido también un viaje de “oído”, pues todos los restos son escritos, y ni siquiera se conoce el sonido exacto de los instrumentos que acompañaban al recitado o cantado de los poemas. Una lástima que no existan los viajes en el tiempo para poder colarnos (invisibles) en una de las reuniones en las que se recitaban…
Todo esto lo comento porque la métrica grecolatina se medía por “pies”, que eran los acentos de las palabras, y que en el recitado precisamente se hacían audibles al resonar con el pie en el suelo. Era una forma de componer que en la actualidad nos es totalmente ajena, pues se basaba en la duración de las sílabas (no tanto en la rima final de los versos) y en la periodicidad de los acentos internos de las palabras y las pausas que se producían entre ellas. Además, su métrica resulta verdaderamente arcaica, extraña a nuestros oídos, precisamente porque son lenguas, el griego antiguo y el latín, del que nadie ha oído nunca nada en boca de una persona nativa, pues todo lo que nos ha llegado son muestras escritas, a través de indicios y referencias, sin que existan “testimonios” orales de ningún tipo, ni de su recitado ni de su música.
En todo caso, a nivel formal, conviene saber que lo que se conoce como estrofa sáfica, un tipo de composición que empleaba Safo, se trata de una forma métrica compuesta por tres endecasílabos (versos de 11 sílabas) con acentos en las sílabas cuarta, octava y décima, y un pentasílabo (5 sílabas) con acentos en la primera y la cuarta sílaba. Los versos en cuestión pueden ir sin rima o con rima, consonante o asonante, y lo característico de este metro es su solemne dignidad, con un final corto que puede resultar alegre o esperanzado.
Un ejemplo se puede ver en el poema bastante completo de la página 44 titulado “18. La pasión” en el que se han conservado cuatro estrofas que siguen este patrón conocido como sáfico.
Cierro este tiempo que hemos convivido con la poeta más antigua y emblemática con el bello Epitafio (p. 167) que le dedicó Tulio Laurea, poeta griego del s. I a.C, quien fue esclavo del político y filósofo romano Cicerón, que le dio la libertad. Aquí están sus versos:
Si pasas junto a la tumba eolia, oh extranjero, nunca digas
que yo, de Mitilene la cantora, muerta estoy.
La tumba la erigieron la mano de los hombres: tales
obras de los mortales corren a un raudo olvido.
Pero si me colocas al lado de las Musas,
-de cada una puse una flor en mis nueve libros-
sabrás que yo evité las tinieblas de Hades
y no saldrá ni un sol que desconozca
el nombre de Safo, la poeta lírica.
Hasta la próxima semana en la que comenzaremos la última lectura del año:
Inesperadas. Antología de poetas imprescindibles, una estupenda antología de mujeres poetas realizada por Paula Carbonell con ilustraciones de Paula Acosta. A mi juicio, un perfecto broche final de este año de lecturas.
Allí os espero,
Estrella Ortiz