Otra vuelta de tuerca: capítulos 19 al 24
¡Hola! Comenzamos los últimos capítulos de Otra vuelta de tuerca. ¿Qué tal os ha ido? ¿Siguen los ánimos en pie para finalizar la historia de la institutriz, Flora, Miles y demás visitantes de la mansión? Seguro que sí.
Aparentemente, Otra Vuelta de Tuerca (1898) tan sólo es una historia de terror en la que su "única" novedad es la introducción de dos niños en la historia (a día de hoy, los niños siguen dando un toque verdaderamente siniestro en las historias de terror, por lo que esta innovación fue un gran acierto por parte del autor).
Sin embargo, si el lector es atento, se encontrara con detalles que le harán dudar de la veracidad de lo narrado por la institutriz. No quiero desvelar demasiados detalles para el lector no iniciado en esta obra, pero trataré de exponer su argumento:
El libro arranca con una reunión en la que varios hombres y mujeres se cuentan historias de terror, en un momento determinado, uno de ellos asegura poseer un manuscrito en el que una institutriz cuenta como las tiernas criaturas de las que se hace cargo han sido visitadas por fantasmas.
A partir de aquí la narración la componen las vivencias de la institutriz desde el momento en el que llega a Londres para reunirse con el tío de Miles y Flora, los niños de los que tiene que hacerse cargo.
Desde un primer momento se nos hace extraño que los niños vivan en otra casa diferente a la de su tío y que no quiera tener noticias de nada de lo que les ocurra a éstos.
La misma institutriz (de quien en ningún momento se nos dice el nombre) nos confiesa su temor ante el hecho de haber firmado un contrato con tan extrañas condiciones, pero no nos dice que condiciones son esas.
Este hecho es el punto de salida en la creación de la tensión de la narración. Poco a poco, se van sucediendo los hechos que crean la tensa atmósfera de la obra. Hechos tales como que no se sepa el paradero de la antigua institutriz, que expulsen a Miles del colegio pero en ningún momento sepamos porqué, y por supuesto, las apariciones de la antigua institutriz y del ayudante del tío de los niños, quienes parecen estar influenciando en el comportamiento de los niños, aunque en ningún momento confiese que les están viendo.
La institutriz nos cuenta con verdadero pavor como los dos niños que la tenían embelesada con su apariencia angelical, parecen guardar un secreto. Nos asegura que se comunican entre ellos con miradas y que su comportamiento es cada vez más siniestro y menos infantil, por lo que siente una verdadera urgencia por alejarlos de los espíritus que les están corrompiendo.
A pesar de ello, y de sentir que no puede controlarlos ella sola, se niega a pedir ayuda al tío de los niños. Tiene un verdadero afán por impresionarle, lo que nos lleva a pensar que es muy probable que esté enamorada de él.
Durante la narración vemos que la institutriz tan solo se relaciona con Grose, el ama de llaves, quien es su contraposición; como la protagonista nos dice, no tiene malicia y tiene una total falta de imaginación. También posee la calma que a ella le falta y cree a pies juntillas en todo lo que ella le dice.
La historia parece acabar sin un final, ya que termina de forma abrupta en el clímax de la misma, Es como si hubiéramos estado leyendo todo el rato por encima del hombro del autor mientras escribía y en el momento álgido se girara y nos preguntara, ¿qué crees que es lo que ha pasado?
Creo que es una estrategia muy bien jugada por parte del autor, quien nos mantiene durante más de cien páginas con el alma en vilo preguntándonos que es verdad y que no, mientras elucubramos decenas de teorías.
Me sorprendió gratamente que pese a la antigüedad de la obra, el tipo de prosa no dificultara su lectura. También cabe a destacar que utilizando una ritmo de acción no demasiado rápido, la intriga sea constante y en ningún momento se tenga la tentación de abandonar el libro. Su forma de manejar la tensión en la obra es perfecta y esa atmósfera tensa y angustiante se mantiene de principio a fin.
Uno de los detalles que nos mantienen expectantes es que la narración que nos ofrece la institutriz se hace después de que sucedieran los hechos, por los que añade ciertas frases misteriosas que anticipan lo que está por venir, al estilo de "esos serían los últimos días de paz que tendríamos".
He leído varias reseñas en las que el lector se queja de ese "final abierto" pero, ¿realmente es un final tan abierto como parece?
Cuando en el proemio, el propietario del manuscrito que la institutriz escribió, les habla de ella al resto de los oyentes de la reunión asegura que estaba enamorada de alguien, Una vez nos internamos en la narración de la institutriz, vemos quien puede ser el objeto de ese enamoramiento: el tío de los niños. Como ya he dicho antes, la institutriz prefiere luchar ella sola contra todo para no contrariar las órdenes que "el caballero de Londres" le dió y conseguir así, impresionarle.
Desde el inicio observamos una gran afectación y nerviosismo en la actitud de la institutriz:
"Recuerdo que en los siguientes días mi espíritu se vio embargado por una sucesión de alitbajos. Después de aceptar su oferta, recuerdo que pasé dos días en Londres con gran intranquilidad. Todas mis dudas resurgían de nuevo y estaba casi convencida de haber cometido una gran equivocación".
Este extracto nos puede hablar del típico presentimiento que tiene el protagonista de una historia de terror antes de que los hechos comiencen a precipitarse. O de una persona que se siente intranquila sin ninguna razón.
También siente cierta desconfianza hacia el ama de llaves, quien no hace otra cosa que ser amable con ella:
"La recepción que me hizo la señora Grose fue, incluso, demasiado calurosa. Debí haber advertido que aquella mujer -fuerte, limpia, sencilla y honrada como parecía- estaba demasiado contenta de verme, que incluso hacía esfuerzos por disimular su alegría".
Lo que hace que una vez más nos preguntemos: ¿intuición o neurosis?
La institutriz se siente cautivada por todo cuanto le rodea, orgullosa de formar parte de aquella casa. Siente la responsabilidad de manejar la vida de las personas que le rodean de tal forma que todo sea perfecto. Su fijación es tal que pasa por alto hechos que a cualquiera de nosotros, como mínimo, nos inquietarían:
"Cierto que durante la noche me pareció oír a lo lejos el llanto de un niño; cierto también que en otro momento, me sorprendí escuchando unas leves pisadas que pasaban junto a mi puerta. Pero todas esas fantasías no eran lo suficientemente reales para distraer mi atención de aquello que tanto me preocupaba." (se refiere a la educación de Flora)
Y es que los niños la tienen tan cautivada que, en ocasiones parece que ejerzan sobre ella algún influjo mágico. O enfermizo:
" Desde el primer momento en que lo vi [...] me percaté al instante de que estaba hecho con el mismo molde de su hermana, que su presencia emanaba la misma pureza, la misma dulzura, que su figura aureolada con el mismo misterioso resplandor que desde el primer momento advertí en Flora. Lo que yo sentí al verlo fue algo que nunca había sentido en ningún otro niño: tenía su persona un aire sobrenatural, como si aquella criatura fuera capaz de transmitir amor a todos sus semejantes."
La fascinación que siente hacia el niño, Miles, es tal que cuando al niño le expulsan del colegio, acaba por educarlo ella misma antes que buscarle otro colegio. Cuando el pequeño le pregunta que cuando volverá al colegio y le señala su necesidad de relacionarse con niños de su edad, la institutriz da por hecho que es el espíritu del ayudante de cámara de su tío, quien le ha inculcado esas ideas.
El tema de las apariciones es bastante confuso: el ama de llaves no llega a verlas en ningún momento. La niña, Flora, asegura no ver a nadie cuando la institutriz señala directamente a la otra parte del lago en el que se encuentran. Según nos cuenta, en la otra orilla se encuentra Jessel, la antigua institutriz de los niños, que no se resiste a separarse de Flora ni aún después de la muerte.
Después de esta aparición Flora abandona el dormitorio que compartía con la institutriz y se aloja en el del ama de llaves. Allí le pide al ama de llaves que no deje que la protagonista se le acerque y pasa varios días enferma.
Es bastante curioso que Jessel, la antigua institutriz, se parezca físicamente a la institutriz actual en lo que a belleza y juventud se refiere. También nos resulta sorprendente que Peter Quint, el antiguo ayudante del tío de los niños, se vista con las ropas del amo y guarde cierto parecido físico con él. Nos llama enormemente la atención que se insinúe una relación pecaminosa entre ambos "a pesar de pertenecer a mundos diferentes". Y como dicha relación corrompe a todos los que los rodean. Incluso después de su muerte.
La institutriz los ve siempre justo en el momento en el que los niños hacen algo que se sale de su habitual comportamiento angelical y los culpa de estar corrompiendo a las tiernas criaturas.
Hacia el final del libro, Flora tiene que marcharse con el ama de llaves, supuestamente siguiendo un plan para enfrentarse a las apariciones, pero bien podría ser para que la niña saliera de aquel delirante ambiente que tanto la estaba angustiando.
La institutriz se queda a solas con Miles en un momento en el que su amor por él nos hace pensar que está bordeando límites morales y legales:
"Y, sin embargo, yo percibía otro elemento en el comportamiento de Miles aquel día. Sus gestos eran más estudiados, sus palabras más escogidas, como si aquella comida tuviera para los dos una importancia especial. Recuerdo que después de comer, y cuando el servicio ya se había retirado, el señorito Miles se acercó a la ventana -la misma por la que yo había visto la aparición- y se quedó mirando pensativamente el paisaje. Parecíamos una pareja de novios que se encuentran en presencia del servicio. Miles pareció intuir lo que yo estaba pensando cuando, después de un gran suspiro, murmuró: - Solos, al fin..."
Esta perturbadora declaración deja clara la extraña obsesión que tiene la institutriz por Miles. En un primer momento podemos pensar que cuando habla del ama de llaves, está retratándose a sí misma:
"Al no tener hijos propios, sentía hacia los dos niños un extraordinario afecto", pero llega un momento en que su cariño hacia Miles hace que empiecen a planear sobre nuestra cabeza serias dudas de porque se siente tan unida a un niño de diez años, hasta el punto de describirlo como una persona superior a ella en inteligencia y astucia.
Toda esta bizarra situación acaba descarrilando en el abrupto final del libro:
"Y el niño, por más que miraba, sólo conseguía ver la luz última de un día apacible. Al percatarse de lo que había perdido, el niño lanzó un grito, un aullido, como si en vez de salvarlo, le hubiera empujado hasta las profundidades del abismo. Lo cogí, lo estrujé entre mis brazos, volqué, en su persona, toda la pasión que había en mí. Sólo al cabo de un minuto me atreví a mirar el cuerpo frío que tenía entre mis brazos... ¡Y es que su corazón, desposeído, había dejado de latir!"
Al principio dije que esta historia puede parecer una simple historia de terror cuya única originalidad reside en el contraste de algo tan siniestro como la aparición de unos espíritus con la candidez de dos niños, pero si leemos entre líneas, ciertas frases nos advierten del estado psicológico de la institutriz.
Lo primero que pensé sobre las apariciones, es que podrían ser algo que ella misma inventó para justificar a los niños cuando dejaban de ser perfectos y se rompía su burbuja de mundo ideal. Hasta que no buceé por internet no me planteé otras teorías más profundas respecto a los espíritus de dos personas que, casualmente, se parecen a ella y al tío de los niños, persona de la que está enamorada. He leído que podría tratarse de un reflejo de ella misma, su parte más oscura, la que reprime y que sí se atreve a dar rienda suelta a sus deseos. y que Peter Quint, el fantasma del ayudante, podría ser el tío de los niños, por lo que viste con su misma ropa y también se trata de un hombre atractivo.
Si se ahonda más en esta teoría y en el simbolismo que la figura del fantasma tiene para Henry James en el resto de sus obras, podemos observar que esta teoría es de lo más factible.
Respecto a la muerte de Miles, en mi opinión, es ella misma quien ha matado al pequeño. Puede que por asfixia, o porque su cabeza no aguantara la presión a la que la institutriz la estaba sometiendo.
Flora también acaba enfermando y teniendo delirios.
En definitiva, en Otra Vuelta de Tuerca, Henry James hace gala de su genialidad al ofrecernos a la misma vez una novela gótica y un thriller psicológico. La perdurabilidad de la fama de esta obra se debe, en gran medida, a la cantidad de lecturas que nos ofrece y no han sido pocas las personas que han ahondado en todas y cada una de sus interpretaciones y que incluso las han llevado a la gran pantalla.
Espero y deseo que os haya gustado el libro, aunque por vuestros comentarios se puede deducir que así ha sido. En cualquier caso es una satisfacción haber podido disfrutar de esta novela de Henry James con todos vosotros.
Esta semana la vamos a dedicar a hacer comentarios generales sobre el libro, si os ha gustado o no, si el final os gusta o proponéis un final distinto, si conocíais alguna novela más de Hernry James; en fin, cualquier cosa que se os ocurra. Los clubes de lectura, como bien sabéis, se alimentan de los comentarios de sus lectores. Así que espero vuestras opiniones para enriquecer la lectura. ¿Recomendaríais este libro?
Para finalizar os propongo un enlace sobre lo que los eruditos han llegado a denominar Capítulos perdidos de Otra vuelta de tuerca: http://ratoncillosdebiblioteca.blogspot.com.es/2009/08/los-capitulos-perdidos-de-otra-vuelta.html
Me interesa mucho vuestra opinión sobre este final perdido de Otra vuelta de tuerca.
Muchas gracias.
Saludos. y ¡Feliz verano!
Alejandro