Orgullo y prejuicio. XXVI-XLVII
Hola a todas y todos, continuamos con la lectura de este libro estupendo. Esta semana vamos a leer algo más, unas 110 páginas en mi edición, por lo que será la penúltima semana, es decir, terminaremos el libro en la siguiente semana.
Y veréis que aunque son unas cuantas páginas las vais a leer en un suspiro, uno no puede despegarse de la lectura y quiere saber qué va a pasar en el próximo capítulo. Es fantástico el libro.
Vamos al lío.
Capítulos XXVII-XLVII
Elizabeth llega a Hunsford, a casa de Charlotte y Collins, y allí va a pasar varias semanas en las que ocurren muchas cosas, algunas de ellas verdaderamente sorprendentes (lo que se da en llamar giros inesperados en la trama).
Conoceremos a lady Catherine, la señora a la que sirve Collins (y quizás uno entiende qué bien y qué a gusto está Collins sirviendo a esta mujer), y veremos cómo el modo de ser y de vivir de lady Catherine, además de sumar momentos bien interesantes a la trama (recordemos que es tía de Darcy), nos servirá como espejo y contraste en el que ver a Elizabeth: "Para ser usted tan joven da sus opiniones de modo muy resuelto." (p. 213)
Conoceremos también al coronel Fitzwilliam, compañero de Darcy. Ambos se presentan en casa de lady Catherine y van a hacer que esas semanas la historia adquiera mucho más interés: volveremos a ver a Lizzy y a Darcy juntos, hablar, mirarse, ¿discutir? Hay un momento bien interesante que atañe a ambos (y que no voy a desvelar, ya sabéis) pero que, os aseguro, os va a dejar boquiabiertos. Lo reconoceréis porque ese momento termina en la alameda con la entrega de una carta. Una carta que-no-tiene-desperdicio. ¿Qué os parece esto que ocurre justo antes de la carta?, ¿es verosímil?, ¿es inverosímil?
Tendremos alguna pista también de la rápida marcha de Bingley a Londres y de por qué quedó Jane de pronto tan sola. ¿Qué os parece todo eso?
Pero sobre todo vamos a ver algo que, en mi opinión, es muy interesante. A Elizabeth la hemos visto como una mujer inteligente, despierta, culta, adelantada a su época... pero ahora vamos a ver algo que es cada vez menos habitual (al menos en estos tiempos de vocingleros y redes sociales): alguien que es capaz de entender que en algunas de sus opiniones "había sido parcial, absurda, que había estado ciega y llena de prejuicios." (p. 250) Esto, según creo, da todavía más calidad al personaje, además de hacerlo cercano, ¿no os parece?
Elizabeth vuelve a casa donde, por fin, la veremos de nuevo con Jane y con el resto de la familia. Observad como lo vivido en Hunsford hace que Lizzy vea a su propia familia de otra manera (principio del capítulo XLII) y, en cualquier caso, parece como si el equilibrio de las primeras páginas se hubiera roto. En este momento más que nunca de la fragilidad de esta familia y somos conscientes de cómo estas cinco hermanas tienen, de alguna manera, sus destinos unidos: el tropiezo de una de ellas puede resultar fatal para todas. ¿Estáis de acuerdo con esto?
Elizabeth vuelve a salir de Lomgboum, de su casa, para marcharse con los Garbiner de viaje unas semanas a Derbyshire y allí vamos a vivir otros momentos maravillosos, maravilloso, en la visita a Pemberley. Fijos en la importancia que hay en los parajes naturales, los bosques, la "naturaleza ordenada y bella", si se me permite decirlo así, y el carácter (y el ánimo de espíritu) de nuestra protagonista. Pemberley con su bello bosque nos anticipa momentos importantes. No dejéis de atender a lo que cuenta el ama de llaves y a todo lo que va a ocurrir en esos días que tan abruptamente se truncarán por culpa de un par de cartas.
En estas páginas también sabremos algo más de Wickham, de su pasado... y de su presente. Veréis que, de pronto, va a jugar un papel muy relevante en toda la historia. ¿Cómo creéis que va a acabar eso?
Está todo de lo más emocionante e interesante (me he callado algunas cosas bien importantes por no destriparos la lectura), lo mismo no espero al domingo para compartir la última nota de lectura del libro.
Os leo en los comentarios.
Pasad una buena semana.
Saludos
Pep Bruno