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Orgullo y prejuicio. XLVIII-LXI

Libro que estamos comentando: 
Orgullo y prejuicio

Hola a todas y todos, terminamos este libro después de cuatro semanas de lectura deliciosa. Apenas 85 páginas en mi edición que se leen en un suspiro porque, como comentabais la mayoría la pasada semana, es imposible despegarse ya del libro hasta saber el final.
Vayamos al lío.
 
CAPÍTULOS XLVIII-LXI
Comencemos con Lydia y Wickham, estas páginas andan bien centradas en este asunto que, como vamos viendo, puede ser un terrible golpe no sólo para Lydia, sino también para el resto de sus hermanas y familia. Os puedo anticipar que la cosa parece que se resuelve (gracias a los Gardiner, qué majos en todo momento) aunque, como veremos, el sr. Bennet anda con la mosca detrás de la oreja, más que mosca, moscón. Mirad cómo reacciona la señora Bennet (uno se puede quedar atónito con estas cosas) pero, lo más fascinante, es ver en acción a Lydia COMO SI NADA HUBIERA PASADO. Pregunto: ¿se puede odiar a un personaje? Y ahora en serio: ¿qué peaje hay que pagar cuando no se dedica tiempo y empeño a la educación de los hijos, de las hijas?, ¿creéis que está hablando de esto Jane Austen? Y, en cualquier caso: ¿es Lydia culpable de este enorme tropiezo? Os leo con mucho interés en los comentarios.
Pronto sabremos algo sobre esas sospechas que albergaba el señor Bennet, vienen escritas en una carta que M. Gardiner envía a su sobrina para responderle sobre algo que citó de pasada Lydia en una conversación. Poneos cómodas, poneos cómodos, es una larga y esclarecedora carta.
Tras todos estos agitados sucesos parece que la acción vuelve a Longboum (al igual que ocurría al principio del libro) y también parece que van a empezar a resolverse algunas cuestiones que nos tienen en ascuas. De hecho Bingley y Darcy regresan a Netherfield. Tal vez la conversación entre Darcy y Elizabeth fuera un detonante para este regreso (no estoy pensando en Lizzy ahora, eh, sino que pienso en Jane), quién sabe. Lo cierto es que la trama vuelve a tejer sus hilos en Longboum, tanto dentro de las casas como en los paseos al aire libre. Y todo ello aderezado por las cartas de Collins (qué ser, oiga).
No quiero destriparos nada así que apenas voy a seguir contando, sólo deciros que hay una sorprendente (muy sorprendente) visita: lady Catherine de Bourgh se presenta en Longboum y lo hace esplendorosa, con sus modales y maneras de mirar y opinar incrementados, qué buen rato. Y qué importante va a ser este momento, como veremos.
Hay una conversación (a lo largo de estos capítulos) en la que Elizabeth dice algo que parece resumir bastante bien cómo es y qué piensa: "No estoy decidida más que a proceder del modo que crea más conveniente para mi felicidad sin tener en cuenta a usted ni a nadie que tenga tan poco que ver conmigo." (p. 377) Es magnífica, ¿no os parece? 
No os perdáis los paseos últimos: todo lo importante ocurre al aire libre, fuera de las conveniencias y etiquetas sociales, las modas, los límites (de las paredes y los formalismos)... donde uno puede respirar aire nuevo, donde uno puede aspirar a ser feliz.
 
Qué lectura maravillosa. Volveremos a traer a Jane Austen al club, seguro.
Ha sido un placer compartir este libro con vosotras y vosotros.
Antes de despedirme os recuerdo que la próxima semana comenzaremos con un nuevo libro: "Drácula", de Bram Stoker, no necesita mucha presentación, la verdad. Si os apetece que lo leamos juntos, juntas, ya podéis apuntaros.
Saludos 
Pep Bruno