Aurora Bertrana y Constance Gordon-Cumming. Polinesia y Yosemite.
Queridas viajeras, queridos viajeros:
¿Cómo va todo? Esta semana finalizamos en Ítaca la lectura de Odiseas femeninas, 11 historias de mujeres de otro tiempo para viajar con hoy con dos viajeras maravillosas (en mi opinión): Aurora Bertrana y Constance Gordon-Cumming. Y con dos destinos increíbles y radicalmente distintos: Polinesia francesa y Yosemite.
Escribe Olga García Arrabal que “Al analizar la figura de Aurora Bertrana retrospectivamente, surge una imagen que encaja a la perfección con los llamados felices años veinte. La euforia que sobrevino al finalizar la Primera Guerra Mundial hizo que en Europa proliferaran las artes, impulsadas por una economía pujante e inspiradas en nuevas formas de ver el mundo y por una creatividad a la que por fin era posible dar rienda suelta. Los jóvenes, por su parte, ansiaban dejar atrás el conservadurismo y la rígida moral de sus padres, sentirse libres y exprimir la vida al máximo”. La vida de Aurora es una continua búsqueda de indepedencia y de aventura. Primero, independencia económica con la que poder llevar la vida que ella quiere realmente llevar y que no es nada más y nada menos que viajar por esos países lejanos de los mapas del colegio de su niñez. Tanto es así que no duda en casarse por conveniencia tras sopesar los pros y los contras, y ganan los pros. Puede seguir estudiando, puede llegar a convertirse en escritora que es lo que ella anhela. Pero ojo, quiere ser una escritora que relate lo que viva, y esa vida solo puede ser extraordinaria. En este contexto, cuando llega la Guerra Civil y regresa a Barcelona, su vida se estrecha y se limita, y entristece comprobar cómo para ella pierde todo el interés escribir, porque … ¿de qué va a escribir, si ya no le ocurre nada extraordinario?
Otro aspecto muy interesante que la propia Aurora aborda son las críticas de los “falsos sabios”, cuando escribe sus Paraísos oceánicos (1929) en catalán y, pese al precio (pues había fotografías) es una edición que se agota al instante: “Les molestaba un poco (muy poco, naturalmente, porque “ellos” ya sabían que una mujer poca competencia puede hacer a los hombres en ningún dominio científico, artístico o literario) que, de repente, sin saber cómo ni por qué, yo me hubiese subido de un brinco a la plataforma del “tranvía de la notoriedad”, donde ellos ya iban muy apretujados haciendo Dios sabe qué equilibrios para no perder su sitio, adquirido a fuerza de empujones”. ¡! Ligado a ello, la anécdota de la visita a casa de Gregorio Marañón, “¿Qué puedo hacer por usted, señora? Nada”, nos aporta un retrato exacto del porqué era tan decisivo el matrimonio en la vida de una mujer. Ya no sé si solamente por la seguridad económica sino, quizás, también por ocupar un lugar en el mundo, en la sociedad…
Pero lo cierto es que Aurora estaba dotada de gran talento para las artes y poseía coraje y determinación. Y llevó la vida que anhelaba hasta que las circunstancias, exteriores y ajenas a su voluntad, se lo impidieron. (Os enlazo un artículo publicado en Yorokobu sobre ella).
La autora de Odiseas femeninas nos recuerda que Katherine Mansfield hizo el viaje de Aurora Bertrana, pero al revés. Procedente de Nueva Zelanda, Mansfield se fue acercando a la vieja Europa, buscando su identidad y anhelando dedicarse al violonchelo, como Bertrana.
¿Y qué decir de las islas? Uno se queda prendado de las imágenes y de los colores imposibles de la naturaleza. ¿Habéis tenido la suerte de viajar allí? ¿Sois de isla o de tierra adentro?
Os pongo este enlace a un vídeo, solamente para que nos solacemos en los paisajes.
Constance Gordon-Cumming es nuestra última mujer viajera… y Olga García Arrabal nos transporta hasta Yosemite, nada más y nada menos. Como escribe, en su Instagram García Arrabal: “Constance Gordon-Cumming viajó a Yosemite para comprobar si aquellas montañas, los precipicios vertiginosos y la naturaleza salvaje, los árboles del tamaño de catedrales eran reales o solo fruto de la imaginación de los primeros cronistas del lejano Oeste”. Pensó en quedarse unos pocos días y se quedó tres meses.
Constance (Eka) era pintora, además de escritora y periodista, aquí podéis ver algunas de las acuarelas que pintó en su estancia en el Parque (también la que podemos ver en el libro).
De estas páginas viajeras en Yosemite, además de la extraordinaria vida de Eka, que como se nos dice en el libro encarnaba el arquetipo de la dama viajera de la época victoriana, me ha resultado de mucho interés la corriente filosófica que concedía un carácter terapéutico al paisaje en la naturaleza. Esta característica me ha evocado la anterior lectura en Ítaca, Salvaje, libro en el que la autora narra su experiencia caminando por uno de los grandes senderos de EEUU. Una experiencia sanadora que logra curar sus heridas emocionales, pese a infligirle múltiples heridas físicas.
En este relato aparece, como no podía ser menos, John Muir, figura a la que conocimos también en la obra de Strayed que he mencionado en el párrafo anterior, y que creó el Sierra Club una organización sin ánimo de lucro que logró que el Congreso de EEUU aprobase una ley para proteger Yosemite. La cita que recoge Olga García Arrabal es genial: “Estoy en los bosques, y ellos están dentro de mí”.
Además de deleitarnos con las fotos del libro, os dejo este vídeo sobre Yosemite. Es breve. Y, como la autora nos recomienda no perdernos San Francisco… pues, allá va. Soñemos un poco. (Más).
Llegados a este punto, viajeras, viajeros: ¿Aurora o Eka? ¿Yosemite o Polinesia Francesa?
Hemos recorrido Egipto, Islandia, Japón (por cierto, Eliza Scidmore se encontró con Constance Cumming), Hawái, Tíbet, Escocia, Islas Feroe, Turquía… Polinesia Francesa y Yosemite. Guau. Vaya viaje. Si os apetece contarme, contarnos, ¿con cuál os quedáis?
Vuestro turno, lectoras, lectores. ¿Nos leemos?
(Foto de Aurora Bertrana: De Generalidad de Cataluña, Attribution; Foto de Constance Gordon-Cumming (Eka): De Herbert Rose Barraud (1845-1896) - , Dominio público)