MITOS Y DELITOS, 2
MITOS Y DELITOS, 2
Continuamos nuestro camino de lectura con Claribel Alegría. Esta semana llegaremos hasta el poema “Tiempos” de la página 67.
Hoy comienzo transcribiendo el primer poema que conocí de esta autora. Aunque no está en el poemario que estamos leyendo, lo quiero compartir porque es espléndido y participa del mismo espíritu que estamos disfrutando en este libro: acercamiento de la figura mítica al nivel vital cotidiano, conversacional. Como si Claribel pusiera al mito (en este caso es la Venus de Milo) a tomar ron con los amigos en el patio lleno de plantas de su casa, para decirle lo que piensa. El poema se titula Poeta de oficio y pertenece a su poemario Variaciones en clave de mí. Aquí lo tenéis:
Yo,
poeta de oficio,
condenada tantas veces
a ser cuervo
jamás me cambiaría
por la Venus de Milo:
mientras reina en el Louvre
y se muere de tedio
y junta polvo
yo descubro el sol
todos los días
y entre valles
volcanes
y despojos de guerra
avizoro la tierra prometida.
Sobre la parte formal en la versificación de esta autora, aprovecho para comentaros que, como ya habréis podido comprobar, en sus poemas escasean los signos ortográficos y hay numerosas enumeraciones; como es el caso, por ejemplo, en el poema de más arriba cuando escribe: “mientras reina… y se muere… y junta polvo…”. Y también un poco más adelante: “y entre valles / volcanes / y despojos de guerra”.
Por tanto, si queremos leer los poemas en voz alta, a veces será conveniente puntuarlos para facilitar su dicción. Os sugiero que coloquéis a lápiz los signos ortográficos que os parezcan necesarios para preparar posibles relecturas (el lápiz se puede borrar cuando se quiera). Esta medida se hace necesaria especialmente si vamos a leer en voz alta ante un pequeño auditorio (aunque sea mínimo): si queremos que el poema tenga sentido para quienes lo escuchan ha de tenerlo claramente para quien lo lee.
Ahora vamos a centrarnos en las figuras míticas que la autora trae para nuestra atención. En la lectura de la semana pasada entramos en el mundo de Perséfone (p. 36), la muchacha -Core- secuestrada por Hades y llevada temporalmente al mundo subterráneo, mientras su madre Démeter la busca con desespero por toda la tierra. Es este un bello poema en el que la imagen de ese rapto se identifica como el estado de ánimo de bajada y sequía, lo que en nuestros tiempos llamamos depresión, un tiempo de olvido momentáneo de lo verde en el que “la palabra luz se ha vuelto piedra”.
También encontramos a Hécate (p. 40), la diosa triple, la personificación en una sola figura de las tres edades, los tres estados de la vida. Destaco en este poema, no podía ser de otra manera, su estructura formal tripartita. Decidlo en voz alta, os gustará hacerlo. El final del poema nos advierte: ¡cuidado con ella!, arrastra la palabra muerte…
En contrapartida, qué lindo se presenta el “diosecillo travieso” Eros (p. 49), arbitrario y caprichoso como el que más. También os dejará una sonrisa en los labios el poema “Carta a un desterrado” (p. 59), la misiva que envía Penélope a Ulises, su viajero y olvidadizo esposo.
Más seria se presenta la poeta al dirigirse a Pandora (p. 52), intermediaria del envenenado regalo de los dioses a los hombres, una maléfica caja llena con todos los males que asolan a la humanidad. La poeta insta a Pandora para que -después de que su curiosidad ha abierto la caja- al menos no deje escapar lo que quedó en el fondo: la esperanza, la verde esperanza, y así tal vez los humanos podamos recuperar la perfección del mundo en la figura de “un tigre con alas (…) que todos podamos cabalgar”.
Asimismo encontramos amargura en la figura de Palas Atenea (p. 57), la potente diosa-mujer hija de Zeus, quien la poeta nos dice que por el camino dejó algún anhelo importante sin cumplir.
Además de los mitos de la cultura grecolatina, este poemario incluye el poema-lamento de Isis (p. 64) una diosa fundacional muy antigua de la mitología egipcia. Así como alguna historia sagrada de la cultura hebrea, como la del atormentado Caín (p. 46), arrepentido asesino de su hermano Abel; y algunos otros personajes más que leeremos la próxima semana tales como Dalila, Lucifer, Judas y Judith.
Por último, destaco el poema La Malinche (p. 43) una historia de traiciones en cuerpo de mujer. En defensa de este personaje histórico, conocida por haber sido la amante de Hernán Cortés -sin duda a la fuerza, pues fue entregada a los españoles como esclava-, la poeta en su defensa nos dice que en origen también fue traicionada por su gente, a los que en consecuencia no debe lealtad, por lo que en parte justifica su papel de colaboradora con los invasores.
Para despedirnos, transcribo La cuchara y yo (p. 66), el breve poema que tanto dice y con tan pocas palabras:
Desamparadas
mustias
soñando labios.
Os dejo en buena compañía, disfrutad de la lectura.
Nos seguimos encontrando. En vuestros comentarios, cuando queráis,
Estrella Ortiz