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Metamorfosis: libro III

Libro que estamos comentando: 
Metamofosis

Hola a todas y todos, seguimos con la lectura de este gran clásico (y que ha tenido una estupenda acogida por lo que he podido ver en los comentarios de la semana pasada).
Os informo que esta semana sólo os propongo un libro (la mitad de páginas que la última tanda) para intentar que todos los que se han sumado a la lectura en los últimos días no se queden descolgados y para tratar de ir el mayor tiempo posible leyendo todos a una. Así pues, los que no estén al día, ánimo, un empujoncillo y en estos días nos ponemos todos al mismo paso. Y a los que van en plazo, paciencia, y disfrutad de los mitos de esta semana, son (de nuevo) fabulosos.
Vamos al lío.
 
LIBRO III
 
Cadmo. Tras el rapto de Europa, su padre ordena a sus hermanos (entre ellos Cadmo) que la busquen y la encuentren o no vuelvan a Fenicia. Ninguno de los hermanos encontrará a Europa, y cada uno acabará fundando una ciudad (un reino). La que funda Cadmo, Tebas, es una de las ciudades principales de Grecia (y de los mitos, todo sea dicho). Esta búsqueda infructuosa de Europa (la hermana) es, al mismo tiempo, lo que hace que nazca Europa (el continente). Es un mito curioso, ¿verdad?
Ahora, tiene un momento "Amanece que no es poco" que no quiero desvelar y que tal como lo cuenta Ovidio es impresionante. A ver si coincidís conmigo en que este momento es, tal cual, puro amanecista.
 
Acteón. Hemos visto algún otro mito parecido a este de Acteón, pero creo que en esta ocasión está contado de una manera dramática que pone los pelos de punta. Ese llamar a los propios perros por su nombre (una señal de cercanía, de cariño hacia tus animales), perros que al mismo tiempo te van desgarrando. 
En esta ocasión ocurre algo que no pasa en todos los mitos, fijaos: Acteón es consciente -como Acteón, no como animal transformado- de todo lo que está ocurriendo. Y eso da todavía más dramatismo al mito.
 
Sémele. Amante de Júpiter (incansable este dios) y castigada por Juno gracias a que consigue que Júpiter le conceda una petición (y éste va y jura sobre la laguna Estigia que se la dará: ¿os suena, no?).
Es fascinante que Júpiter trate de tirarle un rayo flojito (lo fascinante es que Ovidio lo cuenta de manera que resulta verosímil, no gracioso).
Por cierto, como le ocurre lo que le ocurre a Sémele, su hijo, que será dios también, recibirá el nombre de Dioniso-Baco (el nacido dos veces). Leed el mito y entenderéis. 
 
Tiresias. Aquí nos topamos con uno de mis personajes favoritos de la mitología clásica: Tiresias, que fue hombre y que también fue mujer, y gracias a eso puede dar respuesta a una duda que tenían los dioses: ¿en el sexo disfruta más la mujer o el hombre? (Yo que tú, Tiresias, sabiendo cómo se las gastan los dioses, no diría esta boca es mía...).
Por cierto, Tiresias vuelve a aparecer en muchos mitos. Sin ir más lejos, en Edipo Rey. ¿Recordáis más?
 
Narciso-Eco. Otro de los grandes mitos, y de nuevo otro mito para que Ovidio haga un alarde de poderío: qué bien escribe este hombre, por favor. Disfrutad de esta historia tan conocida (desde hace dos mil años hasta nuestros días) y que, si lo pensamos, está de plena actualidad.
Por cierto, la pobre Eco, igual que le ocurrió a Sémele, castigada por Juno por echar una mano a Júpiter. Esto es un sinvivir. 
 
Penteo-Acetes. Este mito largo nos habla de la llegada del culto a Baco (Dioniso) y sus fiestas orgiásticas (las bacantes). Tiene un momento muy hermoso en mi opinión (la transformación del barco es brutal) y otro muy tremendo (el de Penteo siendo desmembrado por bacantes enfurecidas, entre ellas su propia madre).
Pero una vez más os animo a que disfrutéis del maravilloso estilo como cuenta los mitos Ovidio y cómo los va engarzando. Es magistral.
 
La próxima semana volveremos al ritmo de lectura de dos libros. De momento vamos a intentar que leamos todos más o menos en plazo.
Feliz semana de lecturas
Pep Bruno