Memorial del convento, 6-10
Hola a todas y todos, espero que hayáis pasado un muy feliz Día del Libro. Yo no quería dejar de celebrarlo de la mejor manera que sé, leyendo. Y leyendo me he zampado unas cuantas páginas de este hermoso libro en el que andamos enredados, así que van aquí las notas de lectura para estos días que, como es habitual, sigue siendo un paso no muy largo para que los rezagados en apuntarse no tengan que darse un atracón para empezar. Hoy os propongo leer los capítulos 6-10 (de la página 71 a la 145 en mi edición).
ESTA SEMANA
Comienzo con algo de lo que ya hablé la pasada semana: qué hermosa manera de contar las cosas tiene Saramago, qué belleza en lo que cuenta y en cómo lo cuenta, ¿no os parece? Da la sensación de que son historias que se ramifican a cada paso, ganando espesor (en la trama y también espesor literario) en la pura narración. Esa voz particularísima de Saramago, esa manera tan oral y, al mismo tiempo, tan literaria, de contar la vida de Sietesoles y Sietelunas, es deslumbrante. Se enreda uno en lo que sucede a los protagonistas y también en sus pensamientos, los hechos que acontecen, sus anhelos, los demás personajes que forman parte de la historia... todo maravillosamente trenzado para articular un poderoso hilo narrativo.
Por otro lado en estas páginas vemos las tres historias que son una misma historia: la de amor entre Baltasar y Briselda, la historia de Bartolomeu, el cura volador, y la historia de la promesa de rey y el convento de Mafra. Todas ellas van sustanciándose y van anudándose por momentos entre ellas.
Tenemos también en estos capítulos un misterio que queda resuelto (como nos anticipa el propio narrador antes de que suceda): el porqué de esa costumbre de Blimunda que, al despertar, y antes de abrir los ojos, entretiene la boca con un poco de pan. Aunque hablando de misterios, veréis que resulta fascinante el plan del cura para elevar la passarola (y la necesidad de éter).
Todo ello salpimentado con muchos otros momentos memorables, como la manifestación de las monjas, o las sangrientas (y sorprendentes, al menos en cuanto a lo de las figuras de barro) corridas de toros; aunque para sorprendente el apunte de los deseos carnales reales (entre cuñados).
Pero no voy a decir más, que el libro os anda esperando y el placer va a ser mucho, ya veréis.
Pasad una buena semana de lectura. Y, recordad, os leo en los comentarios.
Saludos cordiales,
Pep Bruno