Memorial del convento, 21-25
Hola a todas y todos, aquí termina este apasionante paseo por el Portugal del S. XVIII, espero que la lectura os haya resultado entretenida y emocionante. Hoy terminamos con los últimos cinco capítulos, del 21 al 25, ambos inclusive, que en mi edición ocupa las páginas 357 a la 467.
Os recuerdo, antes de enredaros con algunas notas de esta lectura, que la próxima semana comenzamos nuevo libro: Mujercitas, de Louisa May Alcott. Ojalá os apetezca leerlo con nosotros y nosotras. En unos días se abrirá el plazo de inscripción.
Pero vayamos al lío.
ESTA SEMANA
Tiene la lectura de esta semana alguna particularidad interesante, en concreto el importante salto temporal que ocurre (nos encontramos al final de la construcción del convento de Mafra). Nuestros personajes han pasado años en la rutina del trabajo a la sombra de tan descomunal proyecto.
Pero antes conocemos los deseos reales y sus implicaciones. Que un edificio de tal magnitud se inaugure en un plazo tan corto no es tarea sencilla, como podemos ver en los primeros capítulos de esta semana, donde se da explicación del porqué de la fecha de inauguración y del cómo se procederá a acelerar la construcción. Es verdaderamente espeluznante alguno de los pasajes (que irá coleando páginas adelante, cuando las mujeres anden preguntando por sus maridos a la Blimunda errante).
Por otro lado volvemos a encontrarnos algunos capítulos protagonizados por la familia real y todo lo que ello implica. Toda la descripción del viaje y del intercambio de princesas es brutal. Todo el boato, toda la pompa, todos los recursos y personas que acompañan a esta familia es... brutal. De pronto, para mí, estas páginas dedicadas a los reyes y sus cosas adquieren un nuevo significado. Igual que un nuevo significado tienen las últimas escenas de la quema de herejes (que es casi como el cierre de un círculo perfecto en este libro). Tal vez pueda uno escapar de la historia de amor de Baltasar y Blimunda (y del resto de historias y personajes que se trenzan en estas páginas); tal vez pueda uno escapar incluso de esa hermosa manera de contar que tiene el autor portugués. Y si uno toma esa distancia, si uno alza el vuelo mira la historia desde arriba, desde lo alto, tal vez tope con tres protagonista sólo: el poder real, el poder de la iglesia, y el pueblo (y su voluntad). Y cómo los poderes (iglesia y corona) tienen al pueblo exhausto, sometido, agotado... y apenas hace algún amago de alzarse (las voluntades, recordad), de volar, de nuevo llega el golpe y la fuerza (contra el pueblo).
No quiero contaros nada que pueda destripar el final (que resulta algo sorprendente, creo), pero visto desde esa perspectiva, la novela parece tener una interesante lectura.
Por otro lado el final, insisto, resulta sorprendente. Pero no quiero hablar de él porque no quiero que haya atisbo ninguno de anticipación.
Os leo en los comentarios. Y os espero en Mujercitas.
Pasad una buena semana de lectura,
saludos cordiales,
Pep Bruno