Madame Bovary, parte III, caps. 2 al 6
Hola a todos y todas, estamos ya en la penúltima semana de lectura de este libro que, por lo que parece, nos está resultando apasionante. Quizás merezca la pena hacer una breve parada, levantar la vista del libro y pensar en el magisterio de Flauvert: qué manera de contarnos esta historia, qué estilo pulcro y preciso; qué personajes tan bien perfilados, tan verosímiles y, al mismo tiempo, tan escurridizos a veces; qué historia tan bien tramada, estilizada, en la que todo lo contado parece significativo... en suma, qué lectura más placentera.
Retomamos la semana con Emma Bovary embarcada en el carruaje de sus pasiones, yendo a la carrera hacia ninguna parte, no se me ocurre una imagen más potente para pensar en Emma, para buscar una metáfora de sus días, de su vida. Pero centrémonos en el texto y disfrutemos del feliz amor que Emma y Léon disfrutan (no un día ni dos, muchos, muchos días), y sentaos felizmente junto a esta pareja ciega de besos que vive unos días de gloria, unos días de brillo y sueños. Insisto, disfrutad de estos momentos en los que Emma es doblemente un personaje de una novela romántica y logra, al menos fugazmente, sus aspiraciones, sus sueños (por otro lado insaciables). Hay un pasaje especialmente hermoso en este sentido: "¡Cuánto les gustaba aquel cómodo aposento, lleno de alegría, a pesar de su esplendor un poco marchito! (...) Comían al lado del fuego, en un pequeño aparador con incrustaciones de palisandro. Emma trinchaba, le ponía los trozos en su plato diciéndole toda clase de zalamerías; y se reía con una risa sonora y libertina cuando la espuma del champán desbordaba el vaso ligero sobre las sortijas de sus dedos. Estaban tan completamente locos en la posesión de sí mismos que se creían allí en su propia casa, como si fueran a vivir allí hasta la muerte como dos eternos recién casados." (parte III, capítulo 5), qué delicia, eh. Y según vaya avanzando la historia fijaos en Léon, cómo se fija en "su manera [de Emma] de gastar" y en pequeños detalles que van apareciendo según avanzan las páginas.
Y después, acompañemos a Emma hacia su propio infierno, que quién mejor que ella puede describirnos: "¡No importa!, no era feliz, no lo había sido nunca. ¿De dónde venía aquella insatisfacción de la vida, aquella intantánea corrupción de las cosas en las que se apoyaba?... Pero si había en alguna parte un ser fuerte y bello, una naturaleza valerosa, llena a la vez de exaltación y de refinamientos, un corazón de poeta bajo una forma de ángel, lira con cuerdas de bronce, que tocara al cielo epitalamios elegiacos, ¿por qué, por azar, no lo encontraría ella? ¡Oh!, ¡qué dificultad! Por otra parte, nada valía la pena de una búsqueda; ¡todo era mentira! Cada sonrisa ocultaba un bostezo de aburrimiento, cada alegría una maldición, todo placer su hastío, y los mejores besos no dejaban en los labios más que un irrealizable deseo de una voluptuosidad más alta." (Parte III, capítulo 6). Y así, de esta manera, sabemos que Emma Bovary es consciente del mal que le atenaza: esa insuficiencia de la vida, ¿no os parece?, ¿qué opináis al respecto?
Por otro lado en estos capítulos conocemos a otra serpiente a la que hemos visto en varias ocasiones a lo largo del libro pero que ahora va a ocupar su lugar, entraremos en su despacho y veremos que hay más sombras que amenazan con cubrir los días de Emma, no sólo las sombras que se multiplican dentro de su corazón, sino las sombras que van tomando forma fuera de ella. Sí, muchos de vosotros y vosotras ya sabréis de quién hablo, de Lheureux. Atentos que llega su momento estelar.
En mi opinión es muy interesante la conjunción de estos dos frentes, la idea de cómo uno afecta al otro, y de cómo todo puede desmoronarse toda una vida por ello. Creo que esto hace que la novela ascienda un paso más en los posibles planos de interpretación y la veamos ahora, si cabe, con una nueva mirada, desde luego muy actual (y si queréis en los comentarios puedo desarrollarlo, pero no quiero destripar la lectura aquí).
Y recordad, la próxima semana terminaremos y empezará el plazo para apuntarse al club de lectura de la Odisea, qué bien, me encanta ese libro.
Feliz semana de lecturas
Pep Bruno