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Capítulos 4 y 5

Libro que estamos comentando: 
Los senderos del mar: un viaje a pie

Queridas viajeras, queridos viajeros… Continuamos viaje por la costa vasca de la mano de  María Belmonte, avanzando por los capítulos 4. Los archivos de la Tierra y 5. Antes de que suba la marea.

En Los archivos de la Tierra, Belmonte nos habla largo y tendido de su pasión por las piedras, (petromaníaca) cualidad que en general, podemos trasladar al conjunto de la Humanidad, en la versión de adoradores de piedras (templos, iglesias, catedrales…). Hemos sido, somos y seremos, como colectivo humano, litólatras.

Desde que tengo memoria me recuerdo atraída por las piedras. Me veo a mí misma coleccionándolas: piedras recogidas en las montañas, cantos rodados de los ríos, piedras de lugares especiales, fósiles… Pero aún conservo una pequeña colección de piedras, cuya presencia, alienadas en el alféizar de una ventana, o en las estanterías junto a los libros, me llena de una misteriosa tranquilidad.

¿Os consideráis petromaníacos/as? ¿Conserváis piedras en casa, traídas por amigos y familia, por vosotros mismos, de un viaje o algún lugar?

En este largo capítulo, la autora nos habla de geología, de científicos, de fósiles, de la paleontología, de la ciencia y de la mirada especial que hay que tener para observar la naturaleza y retrotraernos a lo que pudo ser hace miles de años y adelantarnos a lo que será dentro de otros tantos… Una mirada científica. Da un poco de vértigo. O mucho.

Mientras estaba leyendo estas páginas, antes de que ella la mencionara, me acordé de la novela de Tracy Chevalier Las huellas de la vida, en la que dos mujeres, una con formación científica y otra no, hacen grandes descubrimientos en la costa inglesa. Pero sí, Belmonte las cita y habla por extenso de una de ellas, la aparentemente analfabeta (porque no tenía formación académica) y excepcionalmente brillante Mary Anning. Aquí tenéis algo más de información, sobre todo de la novela de Chevalier, si bien lo nos aporta Belmonte creo que es más que suficiente y cautivador.

Los ocho kilómetros de la costa que recorren Zumaya hasta Deva debieron de ser, durante muchos y muchos años, fascinantes. Hoy, no sé si será posible caminar y sentir esa fascinante comunión con la naturaleza… porque las hordas de fans de Juego de Tronos recorren una y otra vez los escenarios de la serie.

Sin embargo, pensar que el flysch se formó hace cientos de miles de años… Pese al turismo masivo es un lugar hermoso, un paraje al que reverenciar.

 

 

Algunos enlaces:

En el capítulo 5, Antes de que suba la marea,  quizás hay que destacar los estados de ánimo del caminante, del viajero que viaja a pie. Serenidad, automatismo por cansancio extremo, beatitud, pánico…

Existen varias recompensas que en forma de estados de ánimo pueden asaltar a quien viaja a pie. Una es el puro gozo animal que te embarga cuando, tras varios días de marcha, sientes que el cuerpo, ya bien aceitado, responde con alegría a los obstáculos del camino. Uno ya no va por un paisaje, sino que lo habita, forma parte de él. (…) Pero para mí el secreto mejor guardado del caminar en soledad por la naturaleza es el estado de serenidad que a veces se logra alcanzar. También se requiere un acuerdo perfecto entre el cuerpo y el espíritu. Músculos, corazón, pulmones y articulaciones trabajan acompasadamente, al unísono.

 

En las páginas que componen este artículo Belmonte nos habla de otras pasiones suyas, la gastronomía, el encuentro y la charla con desconocidos, los paisajes, la historia, la literatura y la amistad. Y… nadar, nadar en el mar.

Por cierto, en mis años universitarios tuve la oportunidad de leer y estudiar la guía de Picaud y lo que narraba en ella era casi como una novela de aventuras, casi, casi, negra.

Algunos enlaces

 

Salud y largo viaje lector… ¿Nos leemos?