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Capítulos 6, 7 y 8

Libro que estamos comentando: 
Los diarios del opio

Queridas viajeras, queridos viajeros:

¿Cómo estáis viviendo los viajes por Oriente de estos grandes escritores y escritoras, grandes viajeros que David Jiménez convoca?

En los capítulos que comentamos esta semana vamos a viajar por China, Vietnam y Filipinas, tras los pasos de Martha Gellhorn, Graham Greene y Manu Leguineche.  

De los tres, he de reconocer que me encandila Martha Gelhorn, una mujer que no se resignó a ser una nota a pie de página de Hemingway. Y eso que Hemingway fue una figura excepcional, histriónica, excesiva, el arquetipo del escritor vividor, aventurero y mujeriego. Pero Martha no se amilanó, Martha quiso (y logró) conservar su independencia, con su valentía y arrojo intactos (mayores que los de Hemingway) y siguió viajando por todo el mundo, porque para ella, viajar le resultaba tan natural como “las manchas al leopardo”. Decidió, también, su final. Gravemente enferma, decidió que hasta ahí llegaba su viaje vital... y murió escuchando un audiolibro, rodeada de velas.

De este viaje de Gelhorn y Hemingway a China, me imagino claramente al bochinche del escritor quejándose por todo, y solazándose (como un niño pequeño malcriado) en el ya te lo dije, fuiste tú la que quiso venir. No obstante, como nos recuerda Jiménez, los viajes que no salen bien son los que nunca se olvidan. Como escribe Gelhorn en su obra Cinco viajes al infierno:

“El único aspecto de nuestros viajes que tiene público garantizado es el desastre”.

Hace unos años leí El peor viaje de nuestras vidas, un recopilatorio de viajes que salieron mal, entre los que escribían estaban, por ejemplo, Cristina Morató o Miguel de la Cuadra Salcedo. Creo que este libro ya está descatalogado... ¿Y vosotros, cuál es ese viaje que no salió bien, ese viaje que no olvidaréis nunca?

En Graham Greene y Vietnam, escribe por extenso nuestro autor acerca del hotel de guerra, porque “quienes definen el hotel de guerra son los reporteros”. Ya nos ha contado la estancia en el Florida, en Madrid, (ahora, El Corte Inglés, de Callao, qué cosas) de Martha Gelhorn y Ernest Hemingway y, ahora, vuelve sobre ello de una manera más amplia, porque...

“¿Cuántas anécdotas tendrán que haber sobrevivido al paso del tiempo? El hotel de guerra tiene la particularidad de que su clientela llega cuando todos los demás se han marchado. No la forman solo reporteros. También diplomáticos trabajando en otro alto el fuego inútil. Mercenarios que buscan sacar tajada de la miseria ajena y que estos días adoptan nombres políticamente correctos: consultores de seguridad, asesores en situaciones de crisis. Cualquier día los llamarán gestores por la paz. Luego está esa especie tan extraña, de más reciente aparición: los turistas del riesgo (...) “

Graham Greene es, de nuevo, ese escritor que vive sin límites, que no puede someterse a la vida doméstica, porque eso sería la muerte. “ (...) para un escritor, no puede haber límites en su experiencia vital, porque es la fuente principal de su trabajo. La melancolía, la tristeza, la desesperación, la infidelidad o la traición, los demonios de la autodestrucción y los traumas, la transgresión o el atrevimiento sexual son herramientas indispensables para recrear el comportamiento humano en sus libros (... ) Incluso el amor debe ser salvaje”.  David Jiménez nos recomienda la lectura de El final del affaire, novela que dedicó a la amante que más le marcó, con la que debió de vivir una relación apasionada, un vaivén de emociones. Graham Greene es un autor de esos que imaginábamos de niños: viajero, espía, seductor. Y, es otro hombre “atrapado por el opio, además de por la sensualidad y los misterios del sureste asiático” que, tal vez, van de la mano.

El capítulo que más asombrada (tal vez el adjetivo sea descolocada) me ha dejado ha sido el de Manu Leguineche y Filipinas. Primero porque se nos cae un poco el mito del periodista veterano que, en tiempos poco proclives a la libertad de prensa, fue capaz de irse y dar la vuelta al mundo... Yo leí, hace décadas su libro. Y ahora... ¿qué debemos hacer, poner en duda toda la trayectoria de Leguineche o aceptar que las personas, todas, tienen sus claroscuros? El caso del imputado por el secuestro, violación y asesinato de dos hermanas, (el vasco filipino Francisco Larrañaga), lo he debido de olvidar con el paso del tiempo. También me ha desazonado mucho, porque David Jiménez parece convencido de la culpabilidad de este hombre, y no sé, es para pensar en los juicios de valor que hacemos todos, demasiado a menudo y sin tener todos los datos (es imposible que los tengamos).  Y luego está el olvido del archipiélago, una de las últimas colonias españolas...

Os dejo algunos enlaces:

Contadme: ¿cuál de estos capítulos os ha interesado más? ¿Habéis leído a Graham Greene? ¿Os acordabais de esta polémica acerca de Manu Leguineche?

Os leo.