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La vuelta la mundo en 80 días

Queridas viajeras, queridos viajeros… ¿cómo seguís? ¿Cómo estáis viviendo nuestra aventura con Fogg, Picaporte, Fix y… la nueva incorporación a nuestro periplo? Tal vez deberíamos hablar de nuevas incorporaciones (efímeras y una permanente), así como de una desaparición. Veamos.

Fogg y Picaporte están inmersos en su trayecto por tren, rumbo a Calcuta. Sin embargo, de pronto, desaparecen los raíles en medio de un bosque de tamarindos, porque (hay que ver qué cosas) la prensa se adelanta en muchas ocasiones, y ésta ha sido una de ellas. No. La vía férrea que va de Bombay a Calcuta no está finalizada en todos sus tramos, hay uno en el que hay que bajarse, forzosamente, y seguir viajando por tus propios medios hasta llegar a otra estación que, esta vez sí que sí, lleve a Calcuta. De ahí a Hong-Kong en un paquebote y, más tarde Yokohama… pero estoy adelantándome demasiado, quizás.

El medio para viajar que Fogg adquiere a un hindú es, nada más y nada menos, que un elefante (al que están tratando de amaestrar para el combate. De la dieta que le dan al animal, mejor no hablar, igual que de domesticar esos animales maravillosos …) y allá que se van, Fogg en un cuévano, el brigadier general sir Francis Cromarty, que era más indígena que británico, pues rara vez había pisado su país, en otro cuévano, Picaporte encaramado al cuello del elefante y el guía, un joven parsi, se instala en la cabeza del magnífico animal. Allá van.

Cabe destacar la frialdad y flema de Fogg, de las que ya venimos hablando desde la primera página. Y es que el inglés no se perturba, ni se emociona ni altera con los azares que pueden dificultar o propiciar su apuesta. Parece mentira, con el dineral que se está jugando en la apuesta. Todo lo contrario que su doméstico, Picaporte, que cada vez se va involucrando más en la apuesta de su amo y se preocupa sumamente con los retrasos y dificultades. De hecho, el joven siente regresar la fascinación por el movimiento y lo nuevo. Y comienza a querer a Fogg. Sí.

El brigadier está perplejo con la actitud de Fogg, no entiende su viaje (no le está sacando provecho), ni esa frialdad, ni aparente dureza que hace que, en lugar de carne y sangre, parezca estar hecho de hierro. ¡De hierro forjado!, remacha Picaporte.

Este contratiempo, este transitar selvas, bosques y llanuras montados en un elefante, hace que se encuentren con una procesión terrible, brahmanes que se encaminan a realizar un sacrificio humano: la viuda de un rico rajá fallecido, va  a arder en la pira junto a su esposo fallecido. Hay que resaltar que la mujer, joven, de tez blanca y educada en los modos europeos, parecía una mujer europea y esta circunstancia, como para justificar su atractivo, es repetida una y otra vez por el escritor. Eran otros tiempos, estábamos en el siglo 

 

XIX y parecía que los europeos colonizadores eran los más progresistas, los más ilustres, lo mejor. Aunque Verne, más adelante, critica algunas de las actividades del Imperio Británico (la de extender el consumo del opio, por ejemplo).

Fogg lleva dos días de ventaja, así que no se arredra. Ha de salvar a la joven, aunque tenga que sacrificar sus dos días de ventaja. Tiene corazón, como le dice Picaporte, a lo que él comenta que solo cuando tiene tiempo. No sé yo. La muchacha es muy hermosa, sus ojos son como dos lagos… ¿lo hemos comentado ya?

La situación es que al final logran salvar a la joven gracias al ingenio de Picaporte que se hace pasar por el marido fallecido y la saca de la propia pira. Este acontecimiento es bastante divertido y sorprendente… Picaporte se revela como un compañero de viaje y aventuras excelente (pese a que a veces habla demasiado…).

El viaje continúa, ahora con Aouda y sin el brigadier, que se despide de ellos habiendo mejorado bastante la percepción que tenía del viajero, de Mr. Fogg. A Aouda la llevan con ellos a Hong-Kong, para dejarla al cuidado de un familiar, uno de sus tíos que es comerciante y vive en la isla bajo el protectorado británico.  Su vida, en la India, corre peligro cierto de muerte.

Y… ¿qué ha ocurrido con el inspector de Policía, Mr. Fix? Pues… sí, les ha tendido una trampa, un juicio por sacrilegio (lo ocurrido en la pagoda de Bombay con Picaporte y sus zapatos), pero la treta no le sale bien, pues ni el amo ni el criado pisan la cárcel: Fogg paga una cuantiosa multa para evitarlo y, así, bajo la mirada enfurecida del inspector, se embarcan en el paquebote a Hong-Kong Aouda, Fogg y Picaporte.

Es interesante la relación entre Picaporte y Fix, puesto que este último se ve obligado a seguirles (la orden de arresto no llega) y, claro, Picaporte comienza a pensar que los está siguiendo. Cavila si no será un espía enviado por los caballeros del Reform-Club para vigilar que su amo no haga trampas, lo que le parece absolutamente despreciable.

Mientras, Fogg y Aouda pasean por el barco, conversan, él la escucha, ella está muy agradecida, pero él es como un témpano. No hay lugar para sentimientos cálidos en su corazón. De momento.

Cuando desembarcan en Hong-Kong, Fogg y Aouda van a pasear y Picaporte y Fix se encuentran y charlan. Hay otra dificultad y es que el paquebote que debían de coger para Yokohana y que inicialmente, salía con retraso, adelanta su partida. Ah, pero Fix no está dispuesto a dejar que Picaporte avise a Fogg, así que primero trata de convencerle para que le ayude a retrasar en su viaje a Fogg (le desvela su identidad), pero nuestro Picaporte se niega, es absolutamente leal a Fogg. Así que le emborracha y le droga. ¡Vaya unas mañas que se gasta el inspector!

Y así, Fix obliga a que Fogg y Aouda pierdan el paquebote a Yokohana… y Picaporte, desaparece. Ahora mismo, embarcados en un barco pequeño, una embarcación de apenas veinte toneladas, el Tankeray, intentan alcanzar al Carnatic en Shangay… y, sí, Fix les acompaña. Les hemos dejado en el mar, haciendo señales al barco que está zarpando del puerto. Han denunciado su desaparición, y Fix está decidido a no dejar que amo y criado vuelvan a unirse. Pero… ¿qué ocurrirá?

En este viaje alocado en el que apenas hay tiempo de disfrutar de paisajes y de callejeos, el único personaje que disfruta viajando (pese a que en un principio no le hizo ninguna gracia) es Picaporte. Va de compras, callejea, se toma una copa, conversa con desconocidos y se mete en un sinfín de líos. Pero, ¿no consiste en eso el placer de viajar? Experimentar, equivocarse... Fogg, ahora que se ha autodenominado el protector de Aouda, por complacerla sale algo más de paseo. Y, sobre todo, cuando decide que ella ha de acompañarle a Europa, pues su tío ya no vive en la isla de Hong-Kong, se la lleva de compras. ¡Un cambio sorprendente para este hombre de hielo!

¿Qué os está pareciendo el texto original de Julio Verne? No me extraña que haya sido, tantas veces, llevado al cine, a la televisión, y versionado en dibujos animados. No sé, yo creo que el personaje diseñado por Verne es mucho más frío y desapasionado que los Fogg que hemos visto en nuestras pantallas. ¿Qué os parece a vosotros?

Comparto con vosotros la película protagonizada por Pierce Brosnam (1989), que he encontrado en YouTube:  y que es una de mis versiones favoritas.

No sé si habéis visto la serie de Movistar. Yo sí, y pese a sus grandes diferencias con el texto original, me ha gustado. Os dejo el tráiler.

Pagodas en Mumbay

Benarés

¿Habéis visto/leído La ciudad de la alegría?

El Ganges.

Brahmanes

Hong-Kong

(Para los nostálgicos, Willy Fogg...).

Willy Fogg