Hasta el capítulo 2, incluido
Queridas viajeras, queridos viajeros:
Iniciamos nuestro viaje lector de noviembre con La turista, la novela de la escritora surcoreana Yun Ko-Eun.
Yun Ko-Eun (Seúl, 1980) estudió escritura creativa en la Universidad Dongguk e hizo su debut literario en 2004 con Pieosing, que ganó el segundo premio literario Daesan para estudiantes. En 2008 publicó su primera novela, The Zero G Syndrome, y ganó el 13º Premio Literario Hankyoreh. Además, es autora de tres colecciones de relatos: Table for One (2010), Aloha (2014) y The Old Car and Hitchhiker (2016). También ha recibido el Lee Hyo-seok Literary Award y el Kim Yong-ik Literary Award. La turista (Reservoir Books, 2024) es su segundo libro traducido, el primero en español, y ganador del premio Dagger en 2021. En la actualidad, la autora vive en Seúl.
A La turista, tildada de eco-thriller feminista, distópica, surrealista y, aparentemente inofensiva (porque su prosa es sencillísima y fluida, la autora narra de tal manera que parece que todo lo que nos cuenta es algo completamente natural y... nada más lejos de la realidad), hay quien la enmarca en el fenómeno K-pop: es la K-Literatura, libros que nos cuentan historias diversas, realistas, atractivas e incluso absurdas”. Tiempo habrá para que nosotros saquemos nuestras propias conclusiones.
Esta semana leemos y conversamos en torno a los dos primeros capítulos: 1. Jungle y 2. El socavón del desierto.
Un pequeño resumen:
Yona es programadora de viajes en Jungle, una agencia de turismo que organiza viajes a lugares en los que se haya producido, o se estén produciendo, desastres climatológicos. Yona está viviendo una mala época en el trabajo, cree que le han sacado la “tarjeta amarilla”, que ya está “caduca”. Se enfrenta a una degradación en el rango y a una bajada de sueldo, amén de estar a la merced de uno de sus subalternos. Por si esto fuera poco, y para refrendar sus sospechas, Kim, su superior inmediato, la acosa sexualmente, sin que le importe las cámaras de circuito cerrado. Con este panorama, la empresa (a través de su acosador) le propone un viaje de trabajo (o unas vacaciones pagadas) para que valore si el destino sigue siendo rentable o hay que descartarlo. Yona elige Mui (una isla a treinta minutos en barco de la ciudad de Pahn Thiet (creo que sería una isla en este futuro un tanto distópico), donde la atracción consiste en un gigantesco socavón. A pesar de la pobreza en la que viven las tribus en Mui, Yona y sus acompañantes se alojan en un complejo turístico lujosísimo, en el que trabajan más de 200 empleados...
Lo cierto es que estos dos capítulos no tienen desperdicio... ¿qué os parecen?
Voy a destacar algunos temas, con la intención de que los comentemos (y de que vosotros compartáis aquéllos que más os han llamado la atención).
La novela empieza “como un tiro”, con la crudeza de una verdad que, en muchas ocasiones, nos afanamos en olvidar:
“Las noticias que se transmitieron a mayor velocidad durante la semana pasada fueron las relacionadas con las muertes, que son las más rápidas porque caducan pronto y pierden vigencia tras los funerales”.
Los objetivos de esta agencia de viajes que, básicamente, dan respuesta a los deseos de mucha gente, no son menos crudos:
“había quienes buscaban adrede ese peligro que los demás rehuían. Provistos de un equipo de supervivencia, un generador eléctrico y una tienda de emergencia, iban detrás de todo lo que pudiera llamarse desastre. Jungle era la agencia de turismo adecuada para esas personas”.
“Quienes hacían turismo en zonas de desastres reaccionaban mostrando el siguiente orde de sentimientos: primero, conmoción; segundo, compasión, pena o incomodidad; tercero, agradecimiento por la vida que tenían, y cuarto, responsabilidad y sentido moral, a la vez que el sentimiento de superioridad por estar vivos. Aunque el nivel de emoción experimentada dependía de cada persona, lo que en definitiva comprobaban a través de la aventura que emprendían era el horror que provocaban los desastres y el alivio de estar vivos. En otras palabras: sentían el consuelo egoísta de seguir sanos y salvos a pesar de haber contemplado de cerca una tragedia”.
¿Qué pensáis? ¿Creéis que existe, de alguna manera, esa pulsión en nuestra sociedad?
Y, claro, la hipocresía:
“La gente rezaba para que el derrotero de esa masa de basura no coincidiera con sus desplazamientos.”
¿Estáis de acuerdo con lo que se plantean los personajes de la novela en el siguiente diálogo?:
“no hace falta irse muy lejos para encontrar desastres. Corea ya no está a salvo de los tsunamis.
-Es cierto, dicen que la costa meridional ha quedado completamente destruida.
-¿Y por qué habremos viajado tan lejos?-preguntó la maestra que acababa de regresar.
-Es que cuando el desastre ocurre muy cerca de donde uno vive, da mucho miedo. Somos más objetivos si nos alejamos de la colcha con la que nos tapamos para dormir y de los cubiertos con los que comemos a diario-dijo Yona”.
Esta agencia carece, completamente, de valores, de empatía, del mínimo espíritu de humanidad. Yona, en principio, comparte esta filosofía, esta falta de valores (no sé si después irá evolucionando y dándose cuenta del capitalismo salvaje en el que ella es un ratoncillo más en la rueda):
“La frecuencia y la intensidad de los desastres, así como los números de pérdidas humanas y materiales, se transformaban en coloridos gráficos que pegaba sobre su escritorio. Tenía también un mapamundi y un mapa de Corea, y sobre ellos hacía anotaciones que le servían para evaluar las catástrofes”.
”Si lo pensaba bien, no había lugar del mundo que no hubiera sufrido una catástrofe alguna vez. Los desastres eran como las depresiones anímicas: siempre estaban presentes de un modo latente”.
Llegado un momento, Yona compara lo que está viviendo en el trabajo con una catástrofe (y lo es, una catástrofe cercana y personal):
"Estaba viviendo una catástrofe, de modo que era preciso reflexionar sobre los actos que le habían llevado a esa situación. Quizá fueran cosas de poca monta, pero no debía apsarlas por alto si esas nimiedades la habían convertido en la receptora de la tarjeta amarilla".
El tema del acoso sexual es terrorífico. A Yona le importa que no se sepa, que no la degraden, está aterrorizada porque trascienda que está “caduca” (el simple hecho de utilizar este adjetivo es horrendo):
“A Yona casi se le cayó el alma a los pies. No por descubrir una faceta de su jefe que desconocía ni porque la acosara sexualmente un superior. Como era bien sabido, Kim elegía a sus víctimas únicamente entre las caducas. Es decir, entre las que ya habían recibido la tarjeta amarilla o estaban a punto de recibirla. Quizá el acoso sexual mismo fuese la tarjeta amarilla. Lo que más le atemorizaba era que todos se enteraran de que se había convertido en el blanco de sus ataques. Mientras cometa sus acosos de manera encubierta, puedo tolerarlos”
La estancia de Yona en Miu, con sus compañeros de viaje, da para comentarla largo y tendido. ¿Qué opináis de la niña y de su madre, la maestra? De las “atracciones” a las que los lleva la guía (esa lucha teatralizada entre las dos tribus... ), o ¿qué sentido tiene ese viaje en las vidas de esas personas, tan distintas, que viajan, supuestamente, para abrir los ojos a otras realidades y gastan, en una ducha, más agua que las tribus en un día entero?
He encontrado bastantes citas, muy certeras, para subrayar, como estas dos referentes a los viajes:
“El viaje no era más que la comprobación de los pasos que uno ya ha comenzado a dar en la imaginación”.
“Empezó a pensar en las cosas que espera la gente de un viaje, en cómo se aligera el peso de la vida y los cambios inesperados que se presentan cuando uno hace una pausa en la rutina diaria”.
Os dejo algunos enlaces de diferentes lugares, comidas, etc. que han salido en estos capítulos:
- Jinhae, provincia de Gyeongsang del Sur
- Cerezos en flor en Jinhae y en Seúl
- Isla de basura que flota en el Pacífico
- Mui, isla en el sur de Vietnam
- Sobre socavones gigantes. National Geographic
- Phan Thiet
- Nuoc nam cham, la salsa vietnamita más famosa
- Centralia
- Fideos fríos naengmyeon
- Soju
- Ramyeon o ramen coreano
Vuestro turno. ¿Nos leemos?