La trilogía de Nueva York, y V

Hola a todas y todos, terminamos en esta semana con esta maravilla de libro que espero que hayáis disfrutado. Os recuerdo que la semana que viene empezaremos con La plenitud de la señorita Brodie, de Muriel Spark.
Para estos días, como os habréis imaginado, las últimas páginas del libro: desde el capítulo al nueve, es decir, desde la página 303 a la 354 en mi edición.
 
ESTA SEMANA
No sé que os ha parecido el cierre de la novela, pero si os fijáis la semana pasada quedaba todo en alto, con una situación bien compleja y con muchas ganas de saber cómo podía seguir avanzando la novela. (Al menos en mi caso.)
Si la primera parte de esta tercera novelita (es decir, lo que leímos la pasada semana) me había encantado, esta segunda parte me ha parecido fascinante, y las últimas líneas, maravillosas. Creo que el título nos invita a que nos fijemos exactamente en una de las últimas escenas del libro y, una vez más, nos invita a que pensemos en el lugar que ocupa el autor y el que ocupan los personajes, y esa habitación cerrada como el lugar donde quedan siempre quienes protagonizan las historias: tal vez la idea misma de libro como habitación donde transcurre la vida de esos personajes; pero también, tal vez, la idea de que esa habitación está cerrada, no hay posibilidad de entrar o salir de ella. No sé, como os decía la pasada semana me han gustado mucho las tres novelitas, pero esta última me parece que tiene, además de todo el transfondo metaliterario, un motor narrativo muy poderoso, muy interesante.
Las páginas de esta semana son, al igual que ocurre en los otros libros, páginas de búsqueda: ¿un personaje está buscando a un autor?, ¿un impostor busca a un autor?, ¿un autor busca a un personaje que en la ficción es autor?... las posibilidades son como de laberinto de espejos, un regalo.
No sé qué os ha parecido este libro estupendo, ya me decís en los comentarios.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno