2ª parte. Hasta el capítulo 22
Libro que estamos comentando:
La señora March
¿Qué pasó en la fiesta que la señora March preparó en su casa para celebrar el éxito de la última novela de su marido para que todo fuera horrible para la anfitriona? Todos se divirtieron, bebieron, comieron y celebraron el triunfo de George March, salvo Gabriella Lynne, que perdió su pitillera, tal vez por ser demasiado guapa y no causar buena impresión a la señora March. Sin embargo, el robo no fue en balde: durante toda la novela se va fumando a escondidas un cigarrillo tras otro cuando se encuentra en un estado nervioso al límite.
La relación matrimonial de los March se ve afectada, por lo que parece buena idea hacer las paces en un restaurante fino y elegante como Tartt, donde preparan un postre tan sofisticado como Baked Alaska (http://wholekitchen.es/baked-alaska-su-historia/). Lo que podría ser una agradable cena con la que ocultar las rencillas del matrimonio se convierte, una vez más, en una ocasión para poner a prueba el equilibrio mental de la señora March. En este caso es el audiolibro de la novela de su marido que se escucha en el baño (una prueba de lo exquisito que puede llegar a ser un restaurante en Nueva York) y la sensación de que todos la observan cuando vuelve a la sala.
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Kiki. Retrato de una Mujer Joven, Johannes Vermeer. The Metropolitan Museum.
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Ya nos vamos acostumbrando a ese perfil obsesivo de la señora March y vamos agotando los calificativos para describirla: paranoica, suspicaz, poco empática, superficial, desequilibrada, déspota con el inferior, elitista … ¿En algún momento puede caernos simpática? ¿Hay algo por lo que la vayamos a juzgar de forma condescendiente? Virginia Feito ha dibujado un personaje con el que es imposible empatizar, aunque empiezo a sospechar que lo que la autora pretende es que reconozcamos en el comportamiento de la protagonista muchos de los defectos que los lectores tenemos en los momentos más mezquinos de nuestras vidas.
El argumento de la novela, al menos hasta ahora, es la vida de la señora March y esto no parece material suficiente para mantener el interés de los lectores. Son capítulos y capítulos en los que brilla el estilo de Virginia Feito, pero en los que se echa de menos hechos y situaciones que animen a continuar la lectura.
Su vida doméstica produce sobresaltos como el hallazgo de cucarachas en su baño; la fría relación con su hijo Jonathan y con su criada Martha; la hipocresía que esconde en su trato con su vecina, la señora Miller, o con su hermana Lisa y su cuñado Fred y las sospechas (¿fundadas o infundadas?) hacia su marido George.
En este desarrollo del relato hay ciertas frases, ciertos momentos y circunstancias que salpican la monotonía y que hacen saltar las alarmas en las mentes atentas de los lectores. Ciertos detalles que, evidentemente, no han sido colocados al azar en la narración dan pistas de que algo misterioso e indefinido se oculta tras el carácter arbitrario de la señora March. Un estampado de raquetas de tenis en una camisa altera la tranquilidad de la visita al Metropolitan Museum. Varios capítulos después, aparecerá de nuevo la camisa con estampado de raquetas en una turbia escena en las playas de Cádiz.
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Baked Alaska
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En los recuerdos de la señora March abundan los momentos inquietantes. El desapego en su relación con su madre se reproduce en la que tiene con su hijo. Su hermana representa muchas cosas que ha odiado desde su infancia. La aparición de una amiga imaginaria le produjo el rechazo de su compañeras en el colegio (“Nunca le había confesado a nadie hasta dónde había llegado con su amiga imaginaria”). El trato vejatorio hacia Alma, su última criada interna, tuvo como consecuencias el despido de la mujer y la visita de la señora March al psicólogo (“Padecía falta de atención parental”). Lo peor es que no se aprecia ninguna señal de arrepentimiento o de compasión hacia los demás, a pesar de que parece plenamente consciente de sus actos.
Pero es la última novela de su marido lo que le saca de sus casillas, a pesar de que los lectores no podamos calibrar por qué le produce tanto desasosiego que la puedan comparar con Joahnna, la protagonista de la novela. ¿Puede ser el rencor hacia la novela lo que provoca que comience a elaborar una rebuscada teoría que tiene a su marido como culpable de la muerte de la joven que aparece en los noticiarios de la televisión?