La Regenta: VIII y IX
Hola a todas y todos, aquí llega una semana más el avance de la lectura para estos días. De nuevo vuelvo a los dos capítulos (casi cien páginas en mi edición) con la idea de pasar a tres la próxima semana (hay puente y tendremos algo más de tiempo para leer).
Dicho todo esto, vayamos al lío.
Capítulo VIII
Comienza el capítulo con explicaciones sobre políticos y política del momento: esta connivencia entre partidos (supuestamente) distintos que se van alternando, que se apoyan y se organizan juntos para copar los cargos y responsabilidades. En fin, fascinante. Y triste también, claro.
Conocemos al marqués y a la marquesa, sus costumbres y maneras de pensar, pero sobre todo conocemos la casa de los marqueses (sí, sí, la casa de los marqueses) que es, cuanto menos, un lugar bien sorprendente. Al menos a mí me ha resultado chocante.
Parece claro en este libro que todo el mundo guarda las formas (lo vemos aquí, en el capítulo pasado, en el que vendrá...) pero también resulta, cada vez más evidente, que la gente también quiere disfrutar de la vida. Por eso digo que todo lo que vamos viendo y conociendo, al menos en estas páginas, resulta de lo más sorprendente (al menos para mí, eh).
Mención a parte merece la de Visita y sus, diría yo, estrategias de supervivencia (y de permanencia en el cogollito social). ¿No os parece fascinante?, ¿qué me contáis sobre ella?
Llegan Álvaro y Paco del Casino y en casa de los marqueses están Obdulia y Visitación. El rato de la cocina es sencillamente deslumbrante: entre lo que van haciendo; lo que nos va contando el narrador de cómo se va llenando esa despensa; el contraste que hay con la cocina de Visita, por ejemplo; los personajes que se suman a la acción (pinche y cocinero), etc. Es casi como una película, resulta fascinante contemplar todo ese ajetreo tan bien contado.
Y por último el ratito de cuarto y balcón, esa conversación entre Visita y Álvaro (ay, ay, ay) y ese jugueteo de Obdulia y Paco en un segundo plano. Y esa aparición final en la calle (pero qué peliculero Clarín). Magnífico el capítulo. Maravilloso.
Qué ganas tengo de leer vuestras opiniones sobre este lugar y estos personajes (especialmente Visita y la marquesa), sobre las conversaciones y las humoradas, sobre la forma y el fondo.
Capítulo IX
Engancha muy bien este capítulo con el anterior: esa aparición de Ana Ozores en las últimas líneas que nos lleva de la mano al siguiente capítulo.
Fijaos de nuevo el interesante contraste que hay entre uno y otro capítulo: uno (el anterior) sucede en un espacio cerrado con mucha gente, el otro (este) transcurre prácticamente al aire libre y apenas con una protaginosta; en uno se parlotea mucho, en otro vemos mucho más monólogo interior; en uno no hay una progresión de los personajes (que están fijos, son así), en el otro hay un movimiento interior de la protagonista. Y así podríamos seguir un rato largo.
Hace tres capítulos que nos separamos de la Regenta y ahora volvemos a ella, y volvemos una vez hay hecho ya la confesión general con don Fermín de Pas. Es interesante el recurso de no mostrarnos la confesión, si no ver los retazos que recuerda Ana Ozores de lo dicho y vivido, y esto salpimentado con las reflexiones de la propia protagonista.
Fijaos en la impresión que causa el Magistral en la Regenta, su conversación, sus consejos. Es bien intersante, especialmente para nosotros y nosotras que sabemos de las intenciones de Álvaro Mesía: de pronto vemos claro este triángulo de fuerzas e intereses contrapuestos.
Fijaos también en el contraste del momento casi de pureza espiritual en el campo y la vuelta a la ciudad (por ese barrio popular) que es como un regreso al infierno y el rebullir de nuevo de ideas y tentaciones algo alejadas de las primeras páginas del capítulo. Y sobre todo una frase que me ha encantado: "ella no debía, no podía querer; pero ser querida ¿por qué no?" (p. 517).
En fin, que espero con impaciencia vuestros comentarios.
Feliz semana de lectura y no olvidéis celebrar este jueves el Día de la Biblioteca (¿pasando por allí y saludando, cogiendo algún libro en préstamo, llevando flores a la biblioteca...?)
Saludos
Pep Bruno