La Regenta: VI y VII
La pasada semana incluí tres capítulos para leer, esta vuelvo a dos capítulos, más que nada para que no os vayáis quedando rezagados desde el principio (que ya me ha llegado algún comentario). También me viene bien porque en estos dos capítulos vamos a conocer algo del ambiente entre los caballeros de Vetusta y, sobre todo, vamos a toparnos ya de lleno con el galán don Álvaro Mesía.
Capítulo VI
Abrir el libro por la página que da comienzo a este capítulo es como abrir la puerta del Casino de Vetusta y pasear por sus cuartos (de lectura, de juego, de dormitar...) y los corrillos de hombres que lo jalonan. En verdad resulta emocionante dar este paseo de la mano de Clarín.
Conoceremos a muchos personajes importantes de esta novela (algunos que pasan apenas fugazmente, otros más habituales), sabremos de sus debilidades y de sus inquietudes, de sus faltas y sus excesos. Sí, porque este capítulo es una invitación formal para arrellanarse en uno de los cómodos sillones del lugar y observar sin ser vistos cómo viven y son los hombres más relevantes de Vetusta, o, al menos, de esta novela de Vetusta.
Una vez más resulta fascinante ver cómo va ahondando el narrador en la psicología de los personajes apenas con unos brochazos sostenidos en situaciones, detalles, breves comentarios... Una maravilla. Y una vez más resulta deslumbrante el humor (a veces tan fino, a veces tan de brocha gorda) que despliega el narrador al mismo tiempo que nos encandila con la historia. No puede uno leer y despistarse un segundo, caray.
No perdáis de vista a Pepe Ronzal, alias Trabuco (o el Estudiante), ni tampoco a Joaquín Orgaz o a Paco Vegallana (el Marquesito) ni, por supuesto, a Álvaro Mesía. Aunque a estos los vamos a escuchar con más calma en el siguiente capítulo.
Aprovecho para lanzar unas preguntas a raíz de un comentario la pasada semana. Clarín no deja pasar cualquier oportunidad para criticar o ridiculizar a personas mediocres o gentes que se dan ínfulas y no pasan de ser diletantes o simples fachadas: ¿pensáis que es una crítica a la sociedad de su época, así en general?, ¿o quizás sea un recurso para que haya un contraste fuerte entre unos tipos y otros de personajes?, ¿o tal vez es que una novela llena de gente buena haciendo cosas bien hechas tal vez no funcionaría?, ¿o es una exageración grotesca (como los esperpentos que vendrían años después del insigne Valle Inclán) que un narrador tan poderoso como este no puede evitar? En fin, ¿qué pensáis?
Capítulo VII
Donde nos damos de bruces (y de lleno) por fin con Álvaro Mesía.
Antes que nada, no pasemos por alto el apellido de este hombre: Mesía, inevitablemente nos recuerda al Mesías, al salvador. ¿No creéis que se trata de un guiño evidente para lectoras y lectores curiosos? Quizás es una invitación a pensar que la pobre Ana Ozores, presa de un destino cruel (y un marido algo pazguato) puede encontrar en don Álvaro a un mesías que la rescate, que la salve, que la redima... en fin.
Ahora bien, según avanzamos por estas páginas veremos que el Mesía tiene mucho de nombre y poco de salvador (¿o quizás no?). Mirad cómo habla, cómo trata, cómo se aprovecha de su amigo Joaquín Orgaz.
Este capítulo prolonga de alguna manera el anterior (qué situación, por favor, con la "havena" y el mostrenco de Ronzal. Y hablando de Ronzal, ya que antes hablé de Mesía: ojo a este otro apellido también, os invito a echar un vistazo al Diccionario) en el Casino.
Pero afortunadamente acabamos saliendo del Casino con Mesía y sus amigos y, de esta manera, podemos escuchar una conversación bien jugosa (especialmente cuando marcha Joaquinito) que nos da a conocer bien en profundidad a don Álvaro Mesía, su forma de pensar y de actuar. No perdáis detalle.
Aquí van las recomendaciones de lectura de esta semana. Por favor, decidme si en algún momento puedo acelerar un poquillo (a tres capítulos por semana) o preferís seguir así (a dos capítulos por semana), por tener algo de margen cuando haya capítulos con una cierta unidad, como pasó la vez anterior.
Feliz semana de lecturas
Pep Bruno