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3 LA POESÍA DE LOS ÁRBOLES

Libro que estamos comentando: 
La poesía de los árboles

 

  1. LA POESÍA DE LOS ÁRBOLES

 
Buen día amantes de la poesía, estimadas y estimados ATRAPAVERSOS:
Comenzamos la tercera semana de lectura, hoy lunes 17 de abril, en la que leeremos hasta el poema 57 “Tarde de otoño” de Matsuo Basho de la página 150.
 
Hoy os propongo un somero repaso (nada exhaustivo) de los poemas que hemos ido leyendo, fijándonos en algunas claves compositivas de su aspecto formal.
 
La semana pasada os proponía la puesta en valor de la traducción de este tipo de textos poéticos. Pues bien, como vais viendo, la antología tiene un carácter bastante internacional, ya que se recogen muchos poemas de otras lenguas, por lo que en principio tendremos que descartar esa mirada “métrica” para con ellos, pues obviamente estas observaciones son aplicables sobre todo para los poemas que no están traducidos.
 
Si sacáis un ratito para ello, os sugiero que estas notas que siguen las leáis con los poemas del libro delante, de este modo me parece que os van a aprovechar mucho más.
Bien, allá vamos, veamos algunos ejemplos:
 
El poema número 3 titulado “Árboles hombres” de Juan Ramón Jiménez es un Romance: está en octosílabos con rima asonante en versos pares. Esta forma poética se suele utilizar desde hace siglos en piezas narrativas, y en este caso así es, pues el poeta cuenta lo que le pasó “ayer tarde” cuando oyó “hablar a los árboles”.
También el poema 38 “Blanquiazul” de Pura del Prado es un romance.
El poema de Alfonsina Storni “Paz” (44) tiene rima asonante en los pares, pero sus versos son de 11 sílabas, endecasílabos, y como podéis percibir, la cadencia rítmica que producen es bien diferente al romance.
El poema 45 de Gabriela Mistral “Tres árboles” también tiene rima asonante en los pares, sin embargo las medidas de sus versos varían, lo cual imprime al tema una sensación de ruptura, como si todavía sonaran los golpes, y viene muy a propósito de lo que se está narrando: tres árboles cortados y dejados por el leñador, muertos, conmueven a la poeta.
 
En el poema 13, “Identidad”,  de María Isabel Lara, fijaos la cantidad de repeticiones de palabras que tiene, sobre todo al inicio de los versos, lo que se conoce como Anáfora; esto, aunque el poema no tiene rima y los versos son irregulares, le da a la pieza un ritmo que parece una arenga, como si fuera un discurso dirigido a mucha gente, como si la poeta intentara convencer. Esto es un recurso muy oral, una forma tradicional que se compenetra en este caso profundamente con lo que se está diciendo.
El poema 18 “Es la hora del adiós” de Antonio Rigo también tiene unas cuantas anáforas, repeticiones de palabras al inicio de los versos: “Cuando” y “Es la hora de”. Os hago notar que estas son repeticiones que implican tiempo (cuando, es la hora de) producen en sí mismas el tipo de “campanadas” que parece que es lo que despierta en ese momento la emoción del poeta. Como si todo el poema viniera a decir ¡ahora, ahora, ahora!
Y en esta misma línea anafórica, asimismo os remito al poema en prosa (53) de Idea Vilariño en el que la palabra “soy” se repite sin pausa, sin comas, como una sola frase que viene a morir en un final “no soy nadie” bastante demoledor. Qué mujer tan extrema, si habéis leído algo de ella estaréis de acuerdo conmigo: puro temperamento, pura pasión.
 
 
¡Ajá! Y para terminar, cerraré mis comentarios con una muestra excepcional que contradice lo que digo al inicio de esta entrada con respecto a la traducción, pues en el poema de Paul Valéry “El bosque amigo” (47) nos encontramos con algo muy bueno: el poema está escrito en francés y es un soneto, una forma poética renacentista muy elaborada que consta de dos cuartetos y dos tercetos, escrito en versos endecasílabos. Pues bien, la traducción respeta el número de sílabas y mantiene la rima bastante canónica distribuida de este modo: ABBA CDDC DEC DEC. Os hago notar el esfuerzo de la persona que lo ha traducido para conservar esta forma métrica, pasada al castellano, tan exigente. Pues bien, lo mejor de todo es que la traducción del poema original es precisamente de ¡Ignacio Abella!, el editor de la antología; lo he visto en la página 219 donde se encuentran los créditos de los traductores y traductoras del libro. Tenéis que disculpar mi emoción, pero me ha parecido el descubrimiento feliz de un buen trabajo.
 
Me despido con un saludo que pone en valor precisamente el trabajo bien hecho, parte imprescindible de una sociedad mejor: cuantas más personas anden enamoradas de lo que hacen, mejor será para el mundo, y quién sabe si quizás también para la naturaleza.
Como dijo Galeano, la utopía nos sirve para caminar… ¡y la poesía transita por ella!
 
Abrazos poéticos,
Estrella Ortiz