Odisea, cantos XXIII-XXIV
Y ya llegamos a la última entrega de las recomendaciones de lectura, con los cantos XXIII y XXIV terminamos la Odisea, espero que haya sido un viaje interesante y que hayáis disfrutado. Desde luego para mí ha sido un gran placer releer este libro en vuestra compañía.
Antes de hablar de los dos cantos que tenemos para hoy quería comentaros un par de cosas que me rondan. Por un lado ando pensando en algo que os comenté el primer día, me refiero a esa doble autoría (Homero A y Homero B) con dos estilos tan diferenciados. Bueno, con respecto a esta cuestión pensaba el otro día que, de alguna manera, en este libro podríamos estar viendo (literalmente) cómo esta siendo el paso de lo oral a lo escrito pues, esa diferencia estilística, quizás no sea otra cosa que la coexistencia de dos lenguajes, el oral y el escrito. Me explico: todo el núcleo central (esa segunda parte del libro) asignado a Homero A me parece (y digo me parece porque esto es una opinión personal) un texto oral pasado a formato escrito: como si alguien recitara esos versos que tan bien conociera y alguien los fuera copiando. Sin embargo toda la parte asignada a Homero B es como una búsqueda, una exploración, de un nuevo tipo de formato, el escrito, para contar una misma historia. Por eso Homero B se demora, se enreda, desarrolla (con menor o mayor éxito) emociones, personajes, diálogos... porque está probando las posibilidades de una forma de contar que son distintas (y, desde luego, no habituales) para la época, una forma de contar que permite, entre otras cosas, la relectura, el descanso para seguir con la historia más adelante, etc.
Esto por un lado. Por otro también pensaba en Ulises como un personaje extraño: un hombre que se ha llevado a muchos jóvenes de Ítaca para luchar en Troya (y de ellos no vuelve ninguno vivo salvo el propio Odiseo) y que, a su regreso, hace una gran matanza con los mejores de entre las mejores casas. Cuesta imaginar cómo serían los siguientes cantos de esta historia (¿en verdad creéis que sería un reinado de paz y prosperidad?). Esto me ha hecho pensar en Ulises como un héroe atípico de entre el resto de héroes clásicos: en verdad Ulises es un gran luchador, bestial, de hecho, pero al mismo tiempo es distinto por un atributo que en la Odisea no deja de recordarse: su inteligencia. Entonces recordé algo que he leído en algún libro hace muchos años: la guerra de Troya simboliza la victoria de Grecia (Europa) sobre Persia (Asia), la gran enemiga (siempre al acecho con muchos recursos y ejércitos). De igual manera podríamos pensar que Ulises personifica el triunfo de un nuevo tipo de héroe frente a los viejos héroes, un héroe cuyo valor radica más en la inteligencia que en la fuerza. Desde este punto de vista la comparación, por ejemplo, entre lo que pasa con Ulises y lo que pasa con Agamenón, resulta llamativa: Ulises es el héroe previsor, que ve, que deduce qué puede pasar (con las Sirenas, con las vacas del Sol...) y puede anticiparse a los problemas y estar precavido; Agamenón, no. Esto por un lado, pero por otro también adquiere nuevo significado la cantidad de cadáveres que va dejando Ulises a su paso, pues es necesario que muera lo viejo para que nazca lo nuevo: ese nuevo tipo de hombre griego.
No sé qué pensáis sobre estas dos cuestiones.
En cuanto al canto XXIII contaros que me encanta la astucia de Penélope para descubrir si Ulises es o no el verdadero Ulises y, al mismo tiempo, me sorprende el pasaje en el que los pretendientes llegan al Hades (¿es para dar dramatismo?, ¿qué pinta de nuevo el Hades?, ¿y ahora habla Aquiles...?). Es curioso, igual que resulta poco verosímil (al menos para mí) que tras la matanza bestial nadie en Ítaca se haya percatado de lo que ha pasado en las casas de Ulises, es más, para que nada se note junto a los cuerpos amontonados de los fallecidos las criadas y criados de la casa cantan y bailan como si se estuviera celebrando una boda. Resulta espeluznante, ¿no os parece?
Y el último canto, el XXIV, en el que Ulises por fin ve a su padre Laertes y después de los llantos y los abrazos hay que volver a vestirse las armaduras porque los familiares de algunos de los pretendientes muertos vienen a cobrar venganza. Menos mal que Atenas y Zeus parecen estar cansados ya de tanta sangría y deciden resolverlo por las bravas. Esto, insisto, también resulta poco verosímil ¡incluso desde el punto de vista divino!, ¿os dais cuenta de cuánto ha trabajado Atenea para que vuelva Ulises?, pues bien, siendo ella una diosa, coge a Ulises, ponlo en la cama de Penélope (después de darle un sueño hermoso, como sueles) y haz que todos lo reconozcan como rey sin derramar una gota de sangre y aquí paz y después gloria. Pero claro, en ese caso ¿qué interés tendría leer la Odisea?
Espero que os haya gustado este viaje, desde luego para mí ha sido un placer compartirlo con vosotras y vosotros.
En tres semanas volveremos con otra lectura en el Club de Lectura Virtual "Alonso Quijano", estad atentas, estad atentos.
Saludos cordiales
Pep Bruno
El reto. Hoy el reto tiene que ver con este cuadro de Penélope y Ulises que está en el museo de Toledo (y cuyo autor no os voy a decir para que sea más difícil resolverlo). Hay otro cuadro de otro autor (y de la misma época) con dos personajes en idéntica postura que remite a otro mito, ¿cuál?