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La novela de Genji, XXXIV-XXXV

Libro que estamos comentando: 
La novela de Genji

Hola a todas y todos. Continuamos con la lectura de este clásico milenario y lo hacemos entrando en la Segunda época, que comienza con la cuarta parte del libro (al menos tal como está organizada mi edición), la titulada "El cambio inexorable". Esta Segunda época está en el inicio del segundo volumen (insisto, de mi edición).
Hoy vamos a leer dos capítulos que tienen un sentido unitario, no en vano se titulan "Hierba tierna" (I) y "Hierba tierna" (y II), y que son algo largos: 145 páginas en mi edición.
Vamos al lío.
 
ESTA SEMANA
Se aprecia, desde las primeras páginas, el cambio generacional en la novela. Si bien es cierto que no es un cambio abrupto (Genji sigue pululando y siendo un eje central de la trama) sí veremos el lugar cada vez más preeminente que van ocupando los hijos e hijas de los protagonistas de la primera parte. Eso sí, esto no quita que haya viejos personajes que reaparezcan (incluso en forma de espíritu) cuando uno menos se lo espera.
En las primeras páginas uno tiene la sensación, al menos ahora más que antes, de que la vida en estas casas palaciegas era como un continuo teatro: unos pocos (hombres) hablando animadamente mientras un público (femenino) observa desde las cortinas y mamparas de tela. En verdad es un poco loco todo esto. Las mujeres no tenían vida pública: vivían encerradas en esas casas enormes con sus jardines y cuartos y cortinas. Y no se dejaban ver por hombres que no fueran de su propia familia (su hijo, su esposo, su padre). Esto resulta verdaderamente claustrofóbico, ¿no os parece? Y esa era la opción buena (fijaos en la preocupación de Suzoku por dejar a su hija pequeña, la Tercera Princesa, en una buena casa, con un futuro asegurado), ¿cómo serían las opciones regulares?, ¿y las malas? Quién sabe, a lo mejor las mujeres de las clases subalternas vivían con más libertad. No sé.
Insistiendo sobre esto, en estas primeras páginas se habla, literalmente, de la "colección de mujeres" de Genji. Hemos pasado de un hombre preocupado por cuidar de las mujeres que han sido importantes en su vida a un hombre que colecciona mujeres. No sé si es un tropiezo de la traducción o un cambio en la personalidad del protagonista. ¿Qué pensáis vosotros, vosotras?
Sin embargo para Genji lo importante no es tanto el nivel social (a pesar de lo que pueda parecer con la Tercera Princesa, como veremos), pues las "damas no sólo [han de ser] hermosas, sino exquisitamente cultas y dotadas para las artes y con auténtico carácter." (p. 83). De hecho en estas páginas se ve en varias ocasiones el amor (reforzado con el paso del tiempo) que tiene Genji por Murasaki.
Por cierto, antes de terminar de hablar de las mujeres en estas páginas, me ha fascinado el caso de la madre de la Dama de Akashi que en un momento se encuentra en una situación insólita: "Nunca imaginé que llegaría a ser lo que ahora soy: viuda y no viuda a la vez." (p. 76). Antes de leerlo... ¿os imagináis cómo puede darse este caso?
Por otro lado a pesar de que To no Chujo y Genji han dado un paso a un lado y expresan su deseo de alejarse del mundanal ruido su vida social sigue llena de fastos y banquetes, de fiestas y celebraciones. Es inacabable. De hecho una de estas celebraciones, el momento del juego de pelota kemari, tendrá unas consecuencias inesperadas y fatales para algunos de estos jóvenes personajes: ojo que viene lío amoroso y puede que Genji reciba alguna cucharada de su propia medicina (lo cual nos da pista de el cambio de protagonistas en esta segunda parte). Y ojo también a cómo actuará cada uno de los tres implicados. No quiero destriparos nada pero me encantará saber vuestra opinión en los comentarios. Es que es una situación brutal (lo que ocurre en el dormitorio la noche del "encuentro") y es una situación terrible (lo que ocurre, también en el dormitorio, en el momento del descubrimiento por parte del burlado). Y de nuevo tenemos una víctima. (¡Y no puedo decir más!).
Otro detalle que me ha llamado mucho la atención es el abandono de las tareas de gobierno cuando uno cumple los cuarenta. Fijaos que hay no pocos personajes que cerca de esa edad se retiran, se jubilan, abandonan sus puestos de prestigio... para dedicarse a vivir sin obligaciones, para retirarse a un monasterio, para disfrutar de la vida. Es como jubilarse (aunque algunos no terminan de jubilarse nunca, eso también lo vemos) ¡pero con cuarenta años!, ¿no os parece un planazo?
Y en este sentido de jubilarse, de abandonar la vida pública, hay también un detalle interesante: el legado que uno deja. Creo que el ejemplo más significativo es el de la orquestita de las mujeres de Genji, momento en el que Yugiri también parece ocupar un puesto relevante y toma de alguna manera un relevo: las mujeres tocan, él canta, mientras Genji disfruta de "su" obra. De lo que deja tras su paso por la vida: "Todos son alumnos míos, penso Genji, y sus ojos se llenaros de lágrimas" (p. 119).
El final del segundo capítulo es trepidante. Por un lado lo que ocurre con el "amante" (es que no sé si llamarlo así o violador, la verdad) de la dama cuyo nombre he mantenido oculto hasta ahora para no destriparos parte enjundiosa de la lectura de esta semana. Y por otro lado tenemos una muerte, una médium, un espíritu vengativo, una resurrección... impresiona que hasta los mismos dioses atiendan a la petición de Genji. Este hombre no es de este mundo, compañeras, compañeros, cada vez lo tengo más claro. En cualquier caso estoy seguro de que estas páginas últimas os van a resultar fascinantes. Yo podría comentar mucho de ambas situaciones, pero, insisto, no quiero aguaros la fiesta de lectura que está por llegar.
 
Pasad una buena semana.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno