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La novela de Genji, XXVII-XXXIII

Libro que estamos comentando: 
La novela de Genji

Hola a todas y todos, aquí llega una nueva tanda de notas de lectura de La novela de Genji. En esta ocasión, y tal como os anticipé la pasada semana, vamos a leer unas 130 páginas en mi edición (de la 741 a la 873), es decir, los últimos capítulos del primer libro.
La próxima semana comenzamos el segundo volumen de la novela y el ritmo de lectura será como el de esta semana o, tal vez, un poquillo más.
Vamos al lío.
 
ESTA SEMANA
En los capítulos 27 y 28 ya empezamos a ser conscientes del desplazamiento del protagonismo a los personajes más jóvenes. Como buena saga van pasándose los testigos narrativos y vemos cómo van quedando a un lado los protagonistas que, hasta ahora, han ido marcando el paso.
Donde esto resulta más evidente es en el capítulo 28 donde nos encontramos a un Yugiri mirón, observador, que despierta de su ensimismamiento y empieza a mirar a su alrededor, a su padre Genji y a las mujeres que lo acompañan. Resulta un pelín espeluznante esa punzada de deseo al ver a Murasaki y, también, al mismo tiempo, da una sensación de circularidad de las historias: ese tema recurrente que vuelve una y otra vez, que se repite una y otra vez.
En cualquier caso esa mirada casi externa de Yugiri nos sirve también como conclusión de un ciclo, de un tiempo, de unos protagnistas, ¿no os parece?, y también como punto de partida de otro nuevo. Todos estos capítulos, creo, van en esa dirección. Veremos Yugiri y Tamakazura, por ejemplo, ocupan lugares muy destacados en la narrativa mientras, por otro lado, sin dejar de ser relevantes, personajes como To no Chujo y Genji, sin dejar de estar en el centro de la escena, se van desplazando, poco a poco, hacia los márgenes.
En el capítulo 29 vemos el acercamiento de To no Chujo y Genji, quienes se han mantenido con una cierta distancia y con algunos enredos. La vida misma. Aunque es muy interesante la comparación entre ambos: mientras Genji apenas tiene tres hijos, la descendencia de To no Chujo daría para poblar no ya Japón, sino la misma China, qué barbaridad, siempre hay vástagos suyos rondando por las páginas. Este acercamiento se anuda, como vamos a ver en estos mismos capítulos con el enlace entre Kumoi y Yugiri. La verdad es que es una historia pertinaz de amor que, visto el panorama en aquel tiempo, tiene mucho mucho mérito, ¿no os parece?
El capítulo 30 está bastante centrado en Tamakazura y en su salida, por fin, de la casa de Genji. Para mí la situación de esta mujer ha sido muy extraña en todo momento y me ha causado no poca perplejidad, ¿os ha pasado a vosotros? Recogida como hija pero tratada en no pocas ocasiones como amante, menudo papelón ha vivido. La lectura de los pasajes de Tamakazura siempre me han provocado una cierta desazón. Por eso, cuando por fin se desvela el origen de esta no-hija y no-amante de Genji... tampoco entiendo la manera de actuar de To no Chujo. Y me cuesta entender cómo se resuelve su partida. Tal vez la clave está en las primeras líneas del trigésimo capítulo: el apoyo. Para poder moverse con una cierta independencia una mujer necesitaba contar con apoyos (de hombres y mujeres poderosas), y Tamakazura carecía de ellos por la cantidad de intereses que se tejían y destejían a su alrededor.
Pero claro, esto es una red sistémica, y cada vez que hay un movimiento en una dirección hay nodos afectados. Exactamente es eso lo que ocurre con Makibashira que, hasta ahora, había vivido una plácida vida. Pero eso va a cambiar. Eso sí, no os despistéis porque lo del pebetero en la cabeza de Higekuro... es la pera. ¡Bien por ella! 
En el capítulo 32 volvemos a disfrutar de un par de momentos de asueto y entretenimiento (que son fascinantes, caramba): lo del concurso de inciensos y el de caligrafías. Yo qué sé. ¿No os imagináis a toda la gente de la casa con sus morteros armando inciensos inolvidables y exquisitos? Porque aquí todo ha de ser extremadamente exquisito, inolvidable, maravilloso... y uno queda extasiado, anonadado y embelesado al oler un perfume o al ver un texto con buena caligrafía: "Las lágrimas de admiración de su hermano estuvieron a punto de mezclarse con la tinta mientras Hotaru no paraba de repetir que nunca se hartaría de contemplar aquellas maravillas." (p. 843)
Y el capítulo 33, el que cierra esta primera época de La novela de Genji, sella lo que os comentaba al inicio de este post: el declive de los protanistas (que han sido hasta ahora) y el resurgir de nuevos protagonistas que continúan con la saga. 
¿Qué os ha parecido?
La próxima semana, más.
 
Saludos cordiales, 
Pep Bruno