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La novela de Genji, XLV-XLIX

Libro que estamos comentando: 
La novela de Genji

Hola a todas y todos, nos metemos ya en el tramo final del libro paseando por estos parajes de Uji y disfrutando de unos personajes con gran hondura y unas tramas perfectamente articuladas. Además lo hacemos con un buen empujón en el ritmo de lectura, pues esta semana os propongo leer casi 200 páginas (capítulos 46 a 49, ambos incluidos).
Vamos al lío.
 
ESTA SEMANA
La lectura que os propongo para estos días está centrada en los personajes que se nos presentaron en el pasado capítulo: el príncipe Hachi y sus dos hijas, Oigimi y Naka no Kimi, así como los dos galanes protagonistas de este tramo: Niou y Kaoru. También aparece en las últimas páginas de estos días Ukifune, la última de las protagonistas de este novelón y quien nos acompañará hasta su página postrera.
No sé qué os parece a vosotros, a vosotras, pero a mí me da la sensación de que la psicología de los personajes que protagonizan estas páginas está más definida que la de los personajes de capítulos anteriores. Hay diferencias muy notables entre Niou y Kaoru, por ejemplo, en su psicología y su manera de ser y de actuar. Y entendemos sus acciones desde es psicología suya. Tal vez los personajes de las mujeres sean algo más planos (quizás la única que me pareció distinta al resto de mujeres fue Kumoi, la primera esposa de Yugiri, ¿recordáis?). ¿Qué pensáis al respecto?
Por otro lado me ocurre con estas páginas, de alguna manera, como me ocurre con el Quijote: me parece que siendo la primera parte un festín bullicioso, la segunda es una fiesta mucho más organizada y clara en la cabeza de su autora. Sí, creo que en estas páginas hay objetivos, hay acciones que buscan consecuencias concretas y que eso va moviendo la novela hacia adelante. No sé si me explico bien.
Cuando Kaoru manipula a Niou lo hace para lograr un objetivo concreto. Nos creemos esa manipulación, entendemos por qué lo hace. Pero también de ahí se desarrollan consecuencias, algunas esperadas y algunas inesperadas (al menos por su autor), pero todas ellas verosímiles. En este sentido la lectura de estas páginas ha sido, para mí, mucho más enganchosa y refrescante. (Tal vez por eso se me hizo algo de bola los capítulos previos, esos que se consideran apócrifos y que transcurren al mismo tiempo que estos.) ¿Os sucede lo mismo a vosotros, a vosotras?
 
Centrándonos en la trama y en sus personajes, creo que la que más me cuesta creer es Oigimi. Dejando a un lado la situación de la mujer (a la espera de que un mozo venga a rescatarla y darle un futuro); dejando a un lado la posición del hombre (siempre al acecho para satisfacer sus más bajos instintos cuando considere sin que eso parezca tener consecuencias para él); me resulta incomprensible su actitud (la de Oigimi) contraria a Kaoru a veces, con ese ese vete que no quiero verte y ven que tenemos que hablar, ese confío en ti y no confío en ti. No sé, se me hace rarísimo. Y más en la situación en la que ambas hermanas se encuentran durante muchas páginas. Entiendo que tiene un plan pero me resulta algo inverosímil y, al fin y al cabo, es un plan en el que no tiene en cuenta a su hermana. Por otro lado esto también perfila la figura de Kaoru, que se nos muestra como un personaje atípico en el mundo Heian (bueno, no tan tan atípico, como veremos en algunos momentos). En cualquier caso estas tensiones provocan unas situaciones, en ocasiones, casi esperpénticas, con triángulos amorosos (si se me permite esta palabra) en las que tres de los cuatro personajes andan enredados.
A todo esto, os anticipo que dos de estos cuatro personajes acabarán casados en las páginas de estos días, ¿adivináis cuáles?
Hay unos cuantos momentos de enredo (como la fiesta al otro lado del río cuando Niou quiere ver a su amada y no tiene manera de escapar) que van salpimentando la acción y van dando un espesor bien enjundioso a la trama. No olvidemos que Kaoru y Niou están en la corte y tienen una compleja vida social con muchos compromisos ineludibles y estas dos hermanas viven lejos. La cosa es propicia para que haya enredos y desatinos. Aun así los encuentros y las conversaciones dan para mucho también.
Uno no deja de fascinarse por el uso de cortinas, biombos y demás elementos para impedir que las mujeres fueran vistas, incluso en conversaciones íntimas. Esto es que me vuelve tarumba. ¿Os pasa también a vosotras, a vosotros?
Bueno, os dejo con la lectura y os leo en los comentarios.
 
Pasad una buena semana.
Saludos cordiales, 
Pep Bruno