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3ª parte. Cinco cuentos más, hasta UNA BUENA MUJER DE SU CASA

Libro que estamos comentando: 
La nochevieja de Montalbano
Parece mentira que, en los relatos que llevamos leídos y con la gran variedad de situaciones que se suceden, Montalbano no se haya visto obligado a sacar un arma en ninguna ocasión. 
 
Si recordamos un poco, la mayoria de los casos de este libro están relacionadon con crímenes y Montalbano en cada uno de ellos, utilizando su perspicacia, su capacidad para percibir los detalles donde los demás no ven nada y su talento para entender las miserias del comportamiento humano, no ha tenido que ejercer la violencia. Hay que reconocer que los criminales tampoco han reaccionado de forma violenta cuando han sido descubiertos, sino que se han limitado a aceptar su culpabilidad, como se esta fuera una carga pesada de la que tenían necesidad de desprenderse.
 
El undécimo relato, "Amor y fraternidad", sigue esta misma pauta. Enea Silvio Piccolomini, ciego y cojo por un triste accidente, es encontrado muerto en su modesto domicilio con síntomas de haber fallecido por intoxicación con el gas de la cocina. La primera inspección parece demostar que se dejó encendido el fuego mientras se preparaba una infusión nocturna. Mientras dormía, el agua hirvió demasiado, apagó el fuego y en el interín el gas seguía saliendo por los fuegos de la cocina. Todo visto muchas veces, sobre todo con ancianos, que desatienden las precauciones que hay que tener cuando se manejan aparatos con gas.
 
Pero hay algo que no pasa desapercibido ni a Montalbano ni a Mimí. El perro lazarillo de Piccolomini está dentro de la habitación, vivito y coleando, mientras que las puertas están todas cerradas y el cadaver no muestra signos de violencia. Todo parece indicar que ha sido víctima de un accidente.
 
Pero algo no encaja y no pasa desapercibido al escrutinio de Montalbano. ¿Cómo es posible que el perro no haya muerto afixiado por el gas mientras que su amo yace con síntomas de intoxicación?
 
La muerte de Piccolomini no se ha producido de forma natural, sino que ha sido asesinado por alguien que se ha molestado mucho en disimular las pruebas del crimen.
 
¿Quién puede querer la muerte de un pobre tullido y discapacitado, al que la primera inspección parece certificar que no le han robado nada? Enseguida, urgando en la vida oculta de Piccolomini, se descubre que el fallecido escondía una existencia compartida con malhechores.
 
Uno de los pocos relatos en los que no aparece ningún muerto es en "El secuestro"; de hecho también es de los pocos en el que no se comete siquiera ningún delito.
 
En una posible clasificación de los tipos de relatos que se incluyen en este libro, "El secuestro" podría participar en el de "las falsas apariencias" o el de "las apariencias engañan".
 
El detonante de toda la historia parece demasiado banal para que Montalbano decida opcuparse de la investigación de un posible secuestro. 
 
Pero ya vamos conociendo a Montalbano. No deja un detalle sin revisar, por lo que el hallazgo de un trozo de papel con un mensaje críptico: "Socorro, me asesina", hace soltar todas las alarmas de la comisaría de Vigàta.
 
Tiene este relato un aliciente añadido, que conoceremos, al menos de nombre, varios recipientes de alfarería que se utilizan en el mundo rural. Son los bùmmuli y los guartare.
 
Sin embargo la realidad, sin muerto por el medio, es mucho más triste que el sucuestro que se imagina montalbano: un caso de violencia de género.
 
"Estamos hablando de miles de millones" trata de un matrimonio desaparecido, cuyos cuerpos son cencontrados dentro de su coche despeñado por un precipicio. La pareja, una de las más ricas de la región, concentraba las particularidades suficientes para considerar que su muerte no se había producido por causas naturales.
El dinero, la diferencia de edad y la relación adúltera que mantenía Estefania con su hijastro Giacomino 
hacían suponer la existencia de algún beneficio desconocido o interés oculto.
 
"Como hizo Alicia" habla de rutinas policiales, de papeleos, de burocracia, de las dificultades para echar el guante a un delincuente en busca y captura desaparecido. Es uno de los más flojos, en mi opinion, aunque contiene uno de los finales más divertidos de todos. Es fácil imaginarse al celoso marido subir las escaleras resoplando como un búfalo tras haber caído en la trampa que les ha preparado Montalbano.
 
Finalmente, en esta tanda "La revisión" se convierte en uno de los relatos más desasosegantes y oscuros del libro. A una persona tan observadora como Montalbano no se le podía escapar la figura de un anciano que merodea todas las mañanas por delante de la playa que se encuentra frente a la casa que ocupa el comisario. El anciano se presenta como un juez retirado anciano, obsesionado con la revisión de todos los procesos que ha celebrado, para asegurarse de que nunca ha estado condicionado por sus propios problemas personales. Una reunión inquietante, que deja a Montalbano con muchas preguntas sobre el compromiso y el peso de buscar la verdad y juzgarla.