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La memoria del árbol- Capítulos 7 al 11 Final

Libro que estamos comentando: 
La memoria del árbol

Hemos visto como la estructura de la novela apuesta por la contención de las emociones, una contención que la autora ha afirmado en alguna ocasión toma como modelo la narrativa de Mercè Rodoreda. Construida en capítulos compuestos de escenas muy breves, a modo de mosaico, entre las que se abren elipsis de forma magistral son capaces de transmitir todas las presencias, los gestos, las palabras y los silencios que configuran la historia que se nos explica. "El abuelo siempre hacía ruido, como los relojes de antes, que nunca dejan de hacer tictac. Hasta que se estropean. Ahora de golpe se queda callado y, si estoy solo con él, me pongo yo a hablar por los dos. Pero si están mamá o la abuela, el silencio pesa tanto que tengo que respirar más fuerte para no ahogarme". 

La presencia, o la ausencia, de los árboles, en especial de un sauce llorón, es de vital importancia en la vida de los personajes, en el discurso que juntos construyen. El abuelo Joan, cuyo tiempo se desvanece inexorablemente, necesita explicarse, necesita contar y apoyará su voz en esos árboles que compartirá con su nieto. En las conversaciones con su abuelo, el niño madurará y aprenderá a relacionarse con el mundo. Poco a poco irá encontrando su espacio en la historia y se sabrá heredero de un relato generacional. "El abuelo es un árbol, he pensado. Y ahora es el sauce llorón herido por el rayo. Y cuando no quede ni él ni el tronco, me mancharé los dedos de tiza verde para dibujarlo":

Es La memoria del árbol una novela memorable que nos habla de la importancia de los recuerdos y de cómo puede ser de trágica su pérdida. Con su lectura nuestros ojos se llenan de luz como les sucede, según la mirada de su nieto, a los del abuelo Joan cuando se encuentra con los ojos de la abuela.

El séptimo relata cómo se acomodan todos en el piso nuevo: el hijo, el padre, la madre, la abuela, el abuelo; y nos muestra los vínculos que se van tejiendo al uso de lo dicho y lo no dicho en torno de la enfermedad.

El octavo capítulo retoma el juego de la letra “o”, pero esta vez para poner en palabras el asunto de la memoria y del olvido. El noveno capítulo se concentra en el personaje de la abuela, así como el décimo lo hace con el de la madre: ambas chocan respecto de cómo enfrentar la realidad, si bien prima la perspectiva de la madre de Jan, que exige llamar a las cosas por su nombre contra la perspectiva de la abuela, que bien quisiera remendar y tapar todos los agujeros con un ejercicio de costura.

 El onceavo, y último, capítulo está referido al yo del protagonista, a cómo él, Jan, asume su lugar en la historia que le ha tocado, la historia que pasa a heredar como continuador de un relato generacional.

"No les he dicho que las palabras eran del abuelo, que ahora se las guardo yo". Estas palabras de Jan, nuestro pequeño protagonista nos conmueve y nos hace reflexionar, como toda la novela, sobre la importancia de los recuerdos, de su origen, de su transmisión, de la trascendencia que tienen en la construcción de nuestra identidad y en la construcción de la identidad de aquellos a quienes se los regalamos.

Vallès ha escrito una novela que se bebe de un solo trago, pero creedme si os digo que merece la pena volver e ir releyendo trocitos llenos de recuerdos y de memoria, los del protagonista pero también los nuestros, porque mientras leemos, sonreimos al rememorar sus veranos y os emocionará cuando recordáis los ratos compartidos con los abuelos, porque hay recuerdos que nos quedan grabados como una fotografía que no quieres olvidar nunca a menos que legue la enfermedad que todo lo borra, como la del abuelo Joan.

No es nunca fácil hacer hablar a un niño y que resulte creíble, pero Tina Vallès tiene una capacidad minuciosa de describir los detalles y la cotidianidad, mira el mundo con ojos de niño que observa el mundo de los adultos con azoramiento. Me gusta que los árboles sean un elemento vertebrador de la novela, porque son un testimonio de las ciudades y los pueblos ya menudo no los valoramos bastante. Tina Vallès tiene mucho talento por lo que escribe y como lo escribe!

Feliz semana de lecturas

Felices fiestas

Nos volvemos a ver en Febrero 

Abrazos

Alejandro

P.D. En una entrevista le preguntan a Tinas Vallés ¿Cómo surge la idea y la necesidad de escribir esta historia?

 

—TV: A partir de preguntarme cómo nacen los primeros recuerdos y darme cuenta de la importancia que tienen en ellos los abuelos, supe que la historia tenía que contarse a partir de una relación abuelo-nieto, y que ahora que yo me encontraba en el eslabón del medio (soy hija y soy madre) era el momento ideal para escribir sobre ello.