La marcha Radetzky XIII-XXVI
Hola a todas y todos, encaramos la penúltima semana de lectura de esta novela que, según avanza, resulta más y más enganchosa. Para esta semana os invito a leer apenas 80 páginas en mi edición (de la 261 a la 343), un buen puñado de capítulos en los que nuestro protagonista sigue viviendo como sin vivir y siendo espectador de un mundo en caída libre.
Metámonos en harina.
ESTA SEMANA: XIII-XXVI
Comenzamos con la entrada de un nuevo personaje que será importante para Carl Joseph, la señora Von Taubig. ¿No os resulta fascinante que todo el ámbito de relaciones del protagonista sean mujeres casadas, compañeros ludópatas, un padre incapaz de decir te quiero...? En cualquier caso parece que Wally se convierte en un pequeño oasis en los días opresivos de Carl Joseph. Es maravillosa la transformación que vemos de la mano del amor (al menos del amor de él hacia ella), aunque la relación con la señora Von Taubig es a veces también algo maternal, ¿no os parece?, basta con echar un vistazo al asunto del juego (que me ha dejado picueto, la verdad).
Aunque el capítulo más impactante de estos días es el de la manifestación o, más bien, el de la represión de la manifestación de los trabajadores de la fábrica de cepillos. Y dentro de todo lo que allí sucede hay un pasaje asombroso que transcurre en la taberna del pueblo. En seguida os daréis cuenta de qué os hablo: Carl Joseph bebiendo varios 90 grados bajo la densa mirada en silencio de la gente. Es brutal.
Un capítulo tremendo que reconocemos porque forma parte de la propia historia de Occidente: las luchas por los derechos laborales.
Por otro lado entra en escena un personaje presente desde las primeras líneas del libro, el mismísimo emperador, a quien vemos casi como un niño jugando a los soldaditos en las maniobras militares. Quizás hacía falta echar un vistazo también a este personaje sobre el que pivotan tantas cosas (tantos anhelos, tanta inercia, tanta fe o falta de fe) para entender el desmoronamiento al que estamos asistiendo.
La tercera parte del libro nos lleva de nuevo a la casa del barón Von Trotta donde podemos percibir más señales de la situación que está viviendo el Imperio Austrohúngaro, en esta ocasión con la mirada de un nuevo personaje, el doctor Skowronnek. A estas alturas de libro uno no deja de quedar fascinado por cómo está todo contado, tramado, organizado... pareciera que las cosas van viniendo como sin querer, pero todo conforma una compleja urdimbre que nos va mostrando, paso a paso, un tapiz con un dibujo preciso y muy detallado. Es magnífico.
No sé vosotras, vosotros, pero yo tengo muchas ganas de seguir leyendo para ver en qué para todo esto (pinta bastante regular, todo sea dicho).
Os leo en los comentarios.
Pasad una buena semana de lectura.
Saludos cordiales,
Pep Bruno