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La joven de las naranjas: hasta el final

Libro que estamos comentando: 
La joven de las naranjas

Tercer y último post de La joven de las naranjas, a modo de resumen y, como despedida de esta temporada os dejo este extenso escrito:

La trama es sencilla: a partir de ese encuentro, el joven aspirante a médico no duda en lanzarse por todo Oslo a la búsqueda de una joven que carga con una ingente cantidad de doradas, suculentas y perfumadas naranjas (“tan frescas y luminosas que me entraron ganas de frotarme los ojos”), lo que introduce al lector en un mundo de sensualidad que hace volar la imaginación hacia latitudes cálidas, lejos de la fría realidad noruega. Los paralelismos no se hacen esperar en su tira y afloja con Veronika por las nevadas calles de Oslo . Sin embargo, como en toda historia de amor inmortal, “sabía que volvería a verla. Todo eso estaba dirigido por poderes grandes e inescrutables”. La joven se convierte en una fantástica quimera, “repleta de tentadores secretos”, que solo a él van a ser revelados.

Se trata pues de una novela profundamente sensorial, gracias a la impactante y simple descripción de objetos (el viejo anorak naranja, el pasador de pelo plateado y el primer beso) y texturas (la nieve y la caricia en el pelo de Veronika). Durante su encuentro en la catedral de Oslo la Joven de las Naranjas exige a Jan Olav que la espere durante seis meses, prometiéndole a cambio que durante los otros seis podrá verla a diario. Como los cuentos, los protagonistas cumplen las reglas… o no. A mediados de abril, Jan Olav recibe una postal anónima (“en la postal se veía la foto de un fantástico naranjal, y ponía PATIO DE LOS NARANJOS en letras mayúsculas”) y decide ir a buscarla, pese a la prohibición (“Di la vuelta a la postal. El matasellos era de Sevilla, y solo ponía : ‘He estado pensando en ti. ¿Podrás esperar un poco más ?’”).

La Joven de las Naranjas se ha marchado a un lugar fantástico, alejado de las nieves eternas (“En realidad no me sentí muy sorprendido. Me pareció normal que la Joven de las Naranjas estuviera en el Patio de los Naranjos, faltaría más. Simplemente se había marchado a su reino, al mismísimo país de las naranjas”). Ese lugar imaginado y mítico se corresponde con la España mítica de las páginas de los libros de viaje del siglo XIX. La España romántica plagada de edificios y jardines morunos, en los que, según Andersen, “(…) se encuentra uno como en un salón de hadas de Las mil y una noches, sobrecogido y extasiado ante la belleza y la fastuosidad orientales” y “(…) ni siquiera a los naranjos se les permitía conservar su hermosa forma natural, pues también ellos habían sido recortados por la tijera en formas caprichosas”. Esa España que se confunde con Andalucía, donde la poesía del agua convive a diario con una climatología paradigmática : “Por las calles de la ciudad el aire me resultaba demasiado fresco, en cambio, aquí, en los jardines del Alcázar se sentía un bendito calor estival ; en los árboles colgaban las naranjas gruesas y apretadas entre el oscuro follaje ; en los rosales florecían las rosas, deliciosas y fragantes”.

Comienza entonces el recorrido turístico de Jan Olav por una Sevilla tradicional, pero personal e intimista: “Nunca había estado antes en Sevilla, ni siquiera en España. Seguí la riada de turistas hasta el viejo barrio judío, Santa Cruz. Parecía un lugar dedicado exclusivamente al culto a la naranja como planta de cultura. Todas las plazas y plazuelas estaban rodeadas de naranjos”. Andersen también aconsejará: “Vayamos por las calles de Sevilla para echar una ojeada, cancelas y puertas están abiertas ; el pequeño patio es el corazón, y también la cara que nos revela el gusto de sus moradores”. Jan Olav acabará tapeando, convencido de que “el barrio más bonito de Sevilla se llama Santa Cruz y la plaza más bonita del barrio de Santa Cruz es la Plaza de la Alianza” y que “si la Joven de las Naranjas se parecía un poco” a él, “aparecería antes o después en ese lugar donde (él) estaba sentado. Nos habíamos encontrado en un café de Oslo, y nos habíamos visto en la catedral”… ergo, el obligado paralelismo les haría encontrarse en ese rincón mágico de Sevilla.

Su empecinamiento infantil tendrá resultado, ya que “a las cuatro horas y media de haberme colocado debajo de un naranjo, la Joven de las Naranjas entra levitando en la plaza. Evidentemente no lleva el viejo anorak, en Andalucía el clima es de tipo subtropical (sic). Viste un maravilloso vestido de verano, de un rojo tan encendido como el de la buganvilla que he estado admirando en una pared al fondo”. Andersen parece confirmar ese clima mítico que bendice el sur de Europa : “Ahora, avanzado el mes de noviembre, ya no había aquí esa vida que por lo visto suele haber ; Sevilla hay que verla en primavera, en la época del apogeo de las flores, o en la canícula del verano ; entonces es cuando puede verse al habitante del sur hacer vida hogareña, y cada patio ofrece un cuadro de verdadero tipismo”.

La escenografía se completa para una Bella Durmiente que se despierta en la “sunny Spain” tras cuatro meses de separación. De nuevo, se atiende a la significación de los objetos : “Su vestido rojo me parecía increíblemente bonito y conmovedor. A través de él veía respirar su cuerpo, porque el vestido se movía como las olas del mar cuando acuden a la playa”. Veronika se convierte en símbolo de España, calidez, ternura y tentación de un país que se abre ante él, experiencias que solo puede vivir bajo nuestro benigno clima y que nunca olvidará. Los dos jóvenes viven la ciudad como “mariposas entre naranjos”, entrelazando su vivencia turística y experiencial. Incluso Veronika afirmará : “Lo recuerdo todo. Lo recuerdo como si fuera una película. Lo recuerdo como las primeras escenas de una película muy… muy romántica”.

Cuando dejan de hablar es “ya completamente de noche” y “solo un par de farolas de hierro forjado echaban una dorada lucecita sobre la plaza vacía. Habíamos pedido una botella de vino tinto Ribera del Duero (sic) y teníamos cada uno una copa en la mano”. El anonimato en España hace que se multipliquen las sensaciones y el riesgo: “Sabía a vainilla. Su pelo olía tan fresco como un cítrico”. Mientras que Jan Olav solo ha conseguido alquilar una habitación en una pensión conservadora que cierra antes de medianoche, “la Joven de las Naranjas tenía alquilada una pequeña habitación con cocina americana en casa de una señora mayor. De las paredes colgaban varias acuarelas de flores de azahar y naranjos”. Como buen protestante, Andersen también se sonreirá ante el pacatismo español, haciendo una observación irreverente en la Academia de Bellas Artes en torno al cuadro de las santas Justa y Rufina.

La historia de la Joven de las Naranjas es sinónimo de Sevilla : por ella Veronika ha de pintar durante meses naranjas con el objetivo de ser admitida en la escuela de pintura y atrae la atención de Jan Olav. No hay más alusiones en el texto original a monumentos ni lugares turísticos de Sevilla.  A su regreso a Noruega planearán vivir juntos y casarse : “Ella estaba radiante como un naranjo de la Plaza de la Alianza cuando al cabo de poco rato nos habíamos puesto de acuerdo en que se vendría a vivir al piso de Adamstuen a principios de enero del nuevo año”. Pese a tener un pequeño, Jan Olav no tardará en apagarse, como una estrella en medio de la inmensidad del universo. España se convierte, así, en el más efímero y fantástico objeto de deseo de un soñador vitalista como Jan Olav.

Los grandes temas:

El tiempo

– Llegaría primero la tarde y luego la noche, pues el día tiene su propio ritmo, su propio ritmo cíclico, pero el día siguiente podría empezar exactamente donde empezó el anterior.

– Pero ¿qué es un ser humano,? ¿Cuál es el valor de un ser humano? No somos más que polvo que se levanta del suelo y se esparce por el mundo? – ¿Qué es este gran cuento en el que vivimos y del que cada uno de nosotros sólo podrá disfrutar un breve tiempo?

Vida

– Ya no siento necesidad de ver o vivir más cosas de las que he vivido. Lo que sí desearía fervientemente es mantener lo que tengo… porque estoy muriendo. Unos huéspedes que jamás han sido invitados han empezado a chuparme la energía vital.

– El agitado juego de la vida no tiene espacio para el recuerdo ni para la reflexión, tiene de sobra consigo mismo. – Cada individuo es un arca de tesoros viva, repleta de pensamientos y recuerdos, sueños y deseos. – Algunas veces en la vida tenemos que aprender a echar de menos. Intenté darte fuerzas para que esperaras un poco más. Esa frase es interesante porque surge en un momento en que él se le declara y ella le dice que tiene que esperar, el fenomenal diálogo es este:

“Y pregunto. “¿Cuándo podemos volver a vernos?. Ella permanece un instante observando el asfalto antes de levantar la vista y mirarme. Sus pupilas bailan intranquilas, me parece ver temblar sus labios. Y me propone un acertijo sobre el que reflexioné mucho. Dice:

¿Cuánto tiempo puedes esperar?

¿Qué podía responder a esa pregunta, Georg? Tal vez fuera una trampa. Si contestara que dos o tres días, sería demostrarme demasiado impaciente, y si contestara “toda la vida”, pensaría que no la quería de verdad o simplemente que no era sincero. De modo que tuve que ingeniarme algo intermedio.

Contesté: “Podré esperar hasta que mi corazón sangre de pena”.

Sonrió algo indecisa y me acarició los labios con un dedo. Luego preguntó:

“¿Cuánto tiempo es eso?”

Hice un gesto de desesperación con la cabeza y opté por decir la verdad: “Tal vez sólo cinco minutos”, dije.

Pareció alegrarse por lo que acababa de oír, pero susurró: “Estaría bien si pudieras aguantar un poco más…” Ahora me tocó a mí pedir una respuesta. Pregunté:

¿Cuánto?

“Tendrás que ser capaz de esperarme seis meses”, Creo que dejé escapar un suspiro.

¿Por qué tanto tiempo?.

“Porque es exactamente el tiempo que tendrás que esperar… Si lo consigues, podremos estar juntos todos los días…”

– Sólo estamos en este mundo una vez. Estamos aquí ahora.

He leído muchos diálogos en literatura pero ninguno tan excelente como éste. Hacer diálogos que parecen reales en literatura no es fácil, incluso cuando un autor abusa del diálogo y se excede –como hay muchos- cae en lo ordinariez, ( otra cosa es el teatro) pero en narrativa lograr un diálogo perfecto sólo es posible en los escritores que saben lo que hacen. Jostein es uno de ellos.

Sobre el amor a la joven de las naranjas:

– No sabía quien era ni cómo se llamaba, pero desde el primer momento ejerció sobre mí un inquietante poder. – Cómo por arte de magia ella había conseguido meterse entre yo y el resto del mundo. – Me dedicó una cálida sonrisa, y esa sonrisa, Georg, podría haber derretido el mundo entero, porque si el mundo entero la hubiera visto, ella habría tenido la fuerza suficiente para acabar con todas las guerras y toda la enemistad del planeta o al menos habría dado lugar a una tremenda tregua. No me quedaba otro remedio tenía que acercarme a ella. – Es como si todo el resplandor navideño se hubiera concentrado en una sola mujer. – No existe una intimidad más grande que la de dos miradas que se encuentran con firmeza y determinación, y sencillamente se niegan a apartarse. – No podemos ser dueños del pasado del otro, la cuestión es si tenemos un futuro juntos. – Me enseñó a descubrir los pequeños intrígulos de la naturaleza. Hay muchos. Cuando cogíamos flores en el campo, nos quedábamos a veces mucho rato estudiando los pequeños milagros. ¿No es el mundo en sí un increíble cuento?… Espero que tú también hayas heredado una mente receptiva a esos pequeños misterios. No son menos sugerentes que las estrellas y galaxias en el cielo. Creo que se precisa más inteligencia para crear un abejorro que para hacer un agujero negro. Mi padre fue quien me abrió esa perspectiva. El me enseñó a levantar la mirada de todas las miserias de aquí abajo. Sus ojos habían visto algo que nadie más había visto.

En esta ultima parte del libro, llega uno de los momentos mas interesantes del libro, cuando Jan afirma que si hubiera sabido de antemano cómo habría sido su vida, habría dejado de participar en ella. También confiesa que siente "una especie de culpa " por haber dado a luz a Georg y porque así se encuentra habiendo decidido en su lugar catapultarlo al cuento de hadas de la vida. Y es precisamente por este sentimiento de culpa que Jan plantea la fatídica pregunta a su hijo: si el hijo de hecho admite que, a pesar de todo, había elegido vivir, Jan sería absuelto.. Obviamente, al no poder leer la respuesta, Jan le pide a Georg que responda indirectamente y eso es a través de la forma en que elegirá vivir. Después de una breve consideración sobre una posible posibilidad de vida después de la muerte, la carta de Jan se cierra.

Georg está abrumado por las emociones y no puede contener el llanto. Durante la carta, sin embargo, sufre una transformación: no solo conoció a su padre, sino que comienza a sentirse mayor, un adulto. Y de adulto comienza a comportarse con otros miembros de la familia, demostrando efectivamente con sus acciones que ha madurado mucho.

Las últimas páginas están dedicadas a las reflexiones de Georg. Al principio no sabe cómo responderle a su padre. Intenta hacer algunas comparaciones: si pudiera saborear algo extraordinariamente bueno, pero luego solo comería una pieza microscópica, ¿lo probaría? Georg se siente tentado a decir que no. Pero sigue reflexionando y finalmente, tras un cambio de perspectiva basado en la historia de la niña naranja, toma su decisión. Georg está decidido a vivir, como sea. Se reencuentra entusiasmado por la vida, gracias a lo que tuvo que soportar su padre. Solo en ese momento comprende lo que significa no existiry no poder vivir más. Aunque, como él dice, se siente víctima de una estafa por la que nos dan todo, pero luego nos piden que regresemos a la nada, Georg elige disfrutar de la vida . Ya tiene sus sueños, sus pasiones que ardientemente quiere seguir adelante. Está dispuesto a sufrir, a derrotar ya todo lo que su vida en su totalidad le reserva. Está enojado con los que establecen las reglas, ¡pero no puede perder esa oportunidad! Y así le responde a su padre con una carta muy breve y alegre en la que le asegura que ha hecho lo correcto y desea que finalmente descanse en paz.

El por qué Jan le hace la fatídica pregunta a su hijo es una pregunta puramente egoísta . Jan siente una especie de culpa por dar a luz a Georg sin su "consentimiento". Por tanto, solicita este consentimiento (si se puede llamar así) a posteriori para sentirse absuelto. Excepto que me resulta desagradable decirle algo así a su hijo. En segundo lugar, ahora está muerto, ¿valía la pena cargar al hijo con una tarea de esta magnitud? Conozco gente que fue a terapia por mucho menos. La excusa es que Georg habría respondido a la pregunta a través de la forma en que habría decidido vivir. De acuerdo, pero tal vez él podría hacerlo consciente con un poco más de tacto. Uno tiene la sensación de que hubiera sido suficiente decirle al pequeño Georg algo como "vive al máximo y saborea la vida como yo lo hice hasta que me enfermé" o "Emil Cioran (a quien les recuerdo haber escrito  Los inconvenientes de nacer ).

Otra interpretación podría ser aquella según la cual solo aquellos que tocan fondo son capaces de apreciar verdaderamente la vida. De hecho, solo después de una crisis profunda es posible captar lo que es realmente importante en la vida y disfrutarlo. Jan quizás tocó ese fondo, entendió cuáles son las cosas por las que vale la pena vivir, y trató de pasárselas a Georg ahorrándole sufrimientos innecesarios. ¿Podría funcionar? ¿Es irremediablemente necesario cruzar la tormenta para experimentar el cambio o basta con que alguien nos cuente sobre su tormenta?

Finalmente, encuentro que la pregunta de Jan está fuera de lugar . ¿Cómo te imaginas estar fuera del espacio y el tiempo? Implicaría estar ya allí de alguna manera. La elección, por tanto, no sería entre no ser y ser, sino entre ser de una forma y estar de otra. Por ejemplo, sería necesario saber cómo se está fuera del espacio y el tiempo. En definitiva, la elección presupone la vida o al menos estar ahí .

Mi conclusión final es que no estamos ante un ensayo ni un libro divulgativo, sino ante una narración, ante una novela escrita a cuatro manos –las de Georg y su padre–, que atrapa al lector según se van desvelando misterios cotidianos, según avanza una historia bien contada.

Por último, y como despedida de esta temporada queria terminar con una frase: 

 Gaarder clasifica a los autores en dos grupos: «los que les gusta jugar con las palabras, los guiones y las tramas«; y «los que pretenden transmitir un mensaje». Él asegura pertenecer al segundo y con «La joven de las naranjas» el mensaje que quiso transmitir fue que «la vida es breve y hay que tratar de disfrutar de los buenos momentos que te da».

Ha sido todo un placer compartir esta lectura

Felices lecturas

Feliz verano

Que las lecturas os acompañen

No vemos en octubre en una nueva temporada de Leolo, el domador de palabras

Alejandro

UNFORGETTABLE - Natalie Cole/Nat K. Cole (Lyrics on)